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El Chicho, gimnasta impecable

Daniel Reyes García, estudiante de periodismo.

El 24 de noviembre de 1926 fue un día aparentemente normal en La Habana. Aparentemente porque mientras la capital asistía a una jornada más de sus 407 años de historia nacía uno de los más grandes exponentes de la gimnasia artística nacional, Baldomero Rubiera Fernández.

El Chicho, como jocosamente le apodaban sus amigos, inició la práctica deportiva en la década de 1940 al ingresar en el gimnasio del Centro Dependientes del Comercio de la capital cubana, junto a otras jóvenes promesas de este deporte como Alejandro Díaz Corpión y Emilio Marrero.

Quienes le conocieron afirman que era un hombre sui géneris. La sencillez, afabilidad, amabilidad y seriedad le caracterizaban tanto en su vida deportiva como social. Trabajó siempre incansablemente con gran disciplina y dedicación por mejorar los resultados competitivos. Y los consiguió.

Dotado de unas condiciones y aptitudes físicas impresionantes para la gimnasia, Baldomero bromeaba con sus compañeros acerca de que no podían derrotarlo, y se jactaba de ser uno de los pocos capaces de realizar la cruz en las anillas.

Participó en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1946, 1950 y 1954, en la cita olímpica de Londres 1948 y en las dos primeras ediciones de los Juegos Panamericanos, celebrados en 1951 y 1955, respectivamente.

Los eventos multideportivos regionales fueron el escenario de las mayores hazañas de Rubiera. Un total de 13 medallas, seis de oro, dos de plata y cinco de bronce lo colocan como el octavo máximo coleccionista de preseas de su deporte en este tipo de competición. También logró agenciarse dos segundos lugares por equipos en las citas continentales.

El Chicho dominaba todos los aparatos de la gimnasia, pero los mejores resultados llegaron trabajando en las anillas. Además de las especialidades tradicionales, destacó en otras como el escalamiento de soga y en la escalera de puñales, especialidades que desaparecieron del programa competitivo hace muchos años.

Después del triunfo revolucionario en 1959  y del retiro como deportista, Baldomero decidió vincularse a la Federación Nacional de Gimnasia y a la Comisión Provincial en calidad de entrenador. Posteriormente, se interesó por recoger la historia de este deporte en Cuba y creó un equipo encargado de recopilar las estadísticas de todos los gimnastas antillanos, actividad que realizó hasta el momento de su muerte.

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