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Cuando un trabajo voluntario crea familias

Los brigadistas apoyaron en la transportación de abono en los canteros del organopónico. Foto: Leandro Armando Pérez Pérez
Los brigadistas apoyaron en la transportación de abono en los canteros del organopónico. Foto: Leandro Armando Pérez Pérez

Vincularse concretamente con acciones que mostraran el interés de ayudar en algo, de contribuir, fueron las esencias que guiaron a los 257 miembros de las Brigadas Internacional Primero de Mayo y Ernesto Guevara a “sudar pegados al surco” en un trabajo voluntario en el Organopónico Tínima, en las afueras de la ciudad de Camagüey.

Entregar alimentos frescos a hospitales, centros educacionales y a toda la población es el objetivo que persigue esta unidad, que reúne a cerca de 212 trabajadores en un poco más de 27 hectáreas. Y eso, querían hacer los brigadistas, apoyar  en “una misión tan noble”. Junto a ellos estaban jóvenes destacados y dirigentes sindicales de la provincia.

Más que trabajo

Marcos Fonseca Estrada, joven camagüeyano de 15 años, no pensó que recibiría una clase en medio de un trabajo voluntario. “Cuando comenzamos me pusieron de pareja con una brigadista de Japón. Pensé que no nos entenderíamos, pero ella habla un poco español y fue más fácil. Además, como yo quiero ser médico y ella es doctora nos caímos a preguntas.

Setsnko Yamamoto se irá muy contenta de Cuba porque pudo conversar, en español, con jóvenes cubanos y así conocer de verdad la Isla. Foto: Leandro Armando Pérez Pérez

“Yo sabía que aquí podría aprender sobre el trabajo y lo que decía el Che sobre ser útil, pero me ha ayudado también a conocer mejor sobre otras naciones, sobre cómo es la salud en esos lugares y he entendido que no todo es tan lindo como lo pintan”.

Setsnko Yamamoto, la pareja de Marcos, es pediatra. Ella ha venido como en tres ocasiones a la Isla, aunque esta es su primera vez con la brigada Primero de Mayo. Dice que seguirá viniendo porque es un lugar muy interesante y porque quiere conocer mejor sobre el sistema médico de aquí “que es mejor

que en Japón”.

Halen Kooper  es un periodista que llega a Cuba con la brigada Ernesto Guevara de Canadá. A él la curiosidad natural de la profesión y “porque quería conocer por mi mismo a los cubanos”, fueron motivos suficientes para venir.

“La historia de este país siempre ha sido muy interesante para mi, por eso he decido aprender y ganar experiencias de lugares como este. Además pasas un buen tiempo y de paso ayudas.

Halen Kooper fue uno de los que más se destacó en el trabajo voluntario, porque dice él que si era de los más jóvenes y saludables del grupo quien mejor para trabajar fuerte. Foto: Leandro Armando Pérez Pérez

Hecho concreto

Este trabajo voluntario a Laura Luc, abogada y estudiante de medicina de Argentina, es una forma de recordar al Che y de afianzar relaciones.

Su amiga Lili fue quien la enroló en este viaje, el cual quería hacer desde hace tiempo, desde que su papá la enamoró de la Isla con cuentos sobre su gesta revolucionaria.

“Me he encontrado a Cuba tan hermosa como él me había dicho. Yo venía con una expectativa de profundizar relaciones y trabajar más en cosas que tengan continuidad en el tiempo.

“El trabajo voluntario si bien es un símbolo es una forma de ir más allá del símbolo; y en cuanto afiancemos más esa idea de ayudar, podremos construir una red económica que sostenga, porque son las acciones las que definen el rumbo de las cosas.

“La izquierda está fragmentada y mientras todos discuten sobre cuestiones simbólicas, la derecha avanza y arrasa con todo; y eso es muy triste. Por eso hacer esto es concretar con hechos, que es lo único que sostiene”.

Laura se ha quedado encantada con Cuba y se lleva con ella la alegría del cubano. Foto: Leandro Armando Pérez Pérez
Un trabajo que unió naciones. Foto: Leandro Armando Pérez Pérez
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