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Día del Trabajador de la Industria Pesquera

Los huracanes impactan negativamente las franjas costeras del país

Sin triunfalismos, pero convencidos de que la empresa estatal socialista puede alcanzar los niveles de eficiencia exigidos por la economía nacional navegan, en mares y embalses, los pescadores tuneros y sus colegas que, en tierra firme, diseñan las estrategias de desarrollo, incluida la industrialización de los procesos productivos.

“La celebración, este 8 de abril, del Día del Trabajador de la Industria Pesquera, es fuente de motivación”, dice Silda Dragonit Guinovant, secretaria general del Buró Provincial del Sindicato de la Industria Alimentaria y la Pesca, y abunda que el Primero de Mayo, el XXI Congreso de la CTC y el cumpleaños 80 de la organización obrera son resortes para el desempeño colectivo.

La dirigente sindical habla entusiasmada de los avances que experimenta el mejoramiento de las condiciones de vida y de trabajo de gran parte de los 668 trabajadores, y los beneficios de la rehabilitación del área industrial, que incluye la ubicación del falso techo en la instalación y el montaje de las marmitas para el tratamiento técnico de las capturas, “que les da valor agregado a las producciones y va favoreciendo los ingresos personales”, enfatiza.

Aunque todavía lejos de satisfacer la demanda popular estas producciones crecen y Silda ilustra con cifras: “Las unidades cumplieron sus planes y las capturas crecieron en 134 toneladas respecto al año 2016”, y destaca cómo influye la emulación Por las sendas del triunfo, auspiciada por la CTC, sus sindicatos y las direcciones administrativas.

Y volvió la empresa

Después de varios años de dispersión, cuando las entidades locales fueron subordinadas a otras provincias: las actividades de plataforma a Manzanillo (Granma) y las acuícolas a Holguín, la práctica demostró la factibilidad de rectificar el lance.

“Ahora, hace solo un año y seis meses que recomenzamos como Empresa Pesquera Las Tunas (Pescatun) y los resultados están demostrando lo atinado de la rectificación”, confirma Mario Cedeño Viamontes, el director.

La entidad integra las Unidades Empresariales de Base: en el norte los Puerto de Manatí y Puerto Padre, y, en el sur Guayabal (Amancio); la Acuícola y la Comercial, y dispone de 24 embarcaciones, cuyas labores de extracción se realizan casi en la costa norte de Camagüey hasta los límites con Ciego de Ávila, y en el sur, en el Golfo de Guacanayabo (Granma) y Santa Cruz del Sur (Camagüey).

Contra viento y marea

No son pocos los obstáculos que enfrentan los colectivos laborales de este sector; empero, contra viento y marea, van saliendo a flote en las aguas tormentosas agitadas, también, por el empecinado bloqueo del gobierno de los Estados Unidos que dificulta intercambios, adquisición de medios técnicos y artes de pesca para la captura, renovación tecnológica de las embarcaciones y el cambio climático.

“La plataforma nuestra no es muy provista de peces”, remarca el biólogo marino y MsC. Adalberto Leyva Segura, director de Operaciones Pesqueras en la empresa, “por eso pescamos fuera de nuestros límites geográficos”.

Adalberto recuerda los estragos causados por los huracanes Ike (septiembre, 2008) e Irma (septiembre, 2016) fundamentalmente en la cría de ostiones en todo el litoral norte de la provincia.

“Ike, rememora, nos deforestó los manglares y, prácticamente, eliminó los bancos naturales que teníamos de esta especie y el ciclón Irma hizo mucho daño a estas producciones.”

Otra dificultad que reta el ingenio de innovadores y racionalizadores, y de todos los trabajadores es la carencia de motores para los barcos, “actualmente hay seis embarcaciones afectadas, que no podemos utilizar, pero con las que contamos estamos pescando y con buenos dividendos”, enfatiza Adalberto.

La sequía…

La sequía es un enemigo declarado de la acuicultura, que en este territorio oriental se ensaña contra el progreso de esta actividad, proveedora de productos alimenticios que están ganando aceptación popular.

“La provincia de Las Tunas transita tradicionalmente por intensas y prolongadas sequías, como la última que azotó por espacio de casi seis años a este territorio y nos dejó solo un 25% de llenado en los embalses de los tres centros de alevinaje con que contamos”, aduce Adalberto.

Y detalla que hoy la situación ha cambiado para bien gracias a las lluvias de fin y principio de años, “las presas en las cuales operamos acumulan el 63% de su capacidad y ya sembramos 12 millones de alevines de tenca, amura y carpa, cuyos beneficios se reportarán en el 2019, con un aporte de unas 800 toneladas   de pescado apto para el consumo humano, la mayoría después de ser procesado industrialmente”.

Los proyectos

Mario afirma que en los próximos días proyectan iniciar nuevas producciones, a partir de la industrialización, que posibilitará la oferta de sardina, entomatada y en aceite, que “hoy lo hace Santa Cruz del Sur, con los mismos machuelos de nuestras capturas en Guayabal, enclave mayor productor de esta especie en Cuba con más de 400 toneladas en el año”.

Adelantó, además, que el programa incluye el filete de tenca adobado, albóndigas y hamburguesas, que contribuirán a mejorar el balance alimentario de la población y buscar mayor valor agregado y beneficiar los ingresos de la empresa y de los trabajadores.

Adalberto adelanta que están coordinando con el Centro de Investigaciones Pesqueras la exploración de cobo, jaiba, pepino de mar, almeja y otras especies no capturadas ahora y son productos demandados por el pueblo y algunos pueden exportarse como la aleta de tiburón, que devendría una inyección de divisa útil para la estimulación de los trabajadores, la reconversión tecnológica del parque industrial y la compra de productos e insumos que dan sostenibilidad a estos procesos industriales.

Entre todos los programas de desarrollo, uno de los que más expectativas despierta es el proyecto ECOVALOR, auspiciado por el Fondo de la ONU para la Alimentación (FAO), que comienza su implementación a partir este mes  y reportará financiamiento para trabajar, principalmente,  en la reanimación de la bahía de Manatí con seis granjas ostrícolas, que permitirán, en un período de uno a dos años, alcanzar anualmente un promedio de 400-500 toneladas, de ostión destinadas al turismo, los mercados de la red nacional y la gastronomía popular.

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