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Frijoles desazonados

El primer “potaje” ofrecido por los medios de comunicación fue delicioso: más de 5 mil toneladas de frijoles se acopiaron durante el 2017 en la provincia de Ciego de Ávila, la mayor cosecha de los últimos seis años.

La ingeniera agrónoma Yaneisy Mirabal y los campesinos comprueban la calidad del frijol apto para el consumo. Foto: Del autor

La noticia resaltaba que, a pesar de la intensa sequía, el huracán Irma y otras adversidades climáticas, ese éxito productivo posibilitó cumplir las entregas planificadas para la canasta básica familiar, el turismo y otros destinos prioritarios. El mayor aporte del volumen recolectado correspondía al sector cooperativo y campesino con el 80 % aproximadamente.

Sin embargo, no solo la naturaleza sirve el alimento en plato de segunda mesa en algunos lugares. Las lluvias recientes elevaron el exceso de humedad del grano y se dilata su posible salvación: ya sea enviar el alimento hacia los agromercados o a las tiendas de víveres, con el fin de favorecer la cuota normada que es inferior a una libra por consumidor. Ante el clamor de los productores, Trabajadores puso pie en tierra en la cooperativa de créditos y servicios (CCS) José Maceo, ubicada en la demarcación del Consejo Popular de Santana, justamente entre las ciudades de Ciego de Ávila y Morón.

Marciano Alarcón, gestor de venta de esa CCS, utiliza constantemente el calibrador de humedad, y afirma: “El contenido de estos sacos empieza a tener mal olor, por eso no los aceptaron para su comercialización, tenemos que devolvérselos a los campesinos para que vuelvan a solearlo y así evitar pérdidas”.

El guajiro Nicodermo Guerra Ramos, opina: “Antes pedíamos el agua por señas frente a la brava sequía y ahora queremos que escampe. Cuando las lluvias nos dan un chance, las zancadillas las ponen algunos recursos caros como las mantas para solear el grano, las cuales tal parece que tienen hilos de oro…”.

“Una lona cuesta 6 mil pesos en la Empresa de Suministros Agropecuarios y alcanza para colocar el contenido de 20 sacos. Saque usted sus propias conclusiones, periodista, cuál sería la inversión de Nicodermo para orear 100 quintales que él tiene contratados en esta campaña”, subraya la ingeniera agrónoma Yaneisy Mirabal Martínez, vicepresidenta de la entidad productiva.

Los hermanos Francisco y Tomás Martínez Loyola gozaban de una relativa tranquilidad al pie de la trilladora. “Miren qué lindo está el frijol, ojalá que las lluvias y otros inconvenientes no nos impidan convertirlo en un buen congrí”, comenta Francisco.

La alternativa de algunos cosecheros fue alquilar camiones para llevar el producto al secadero de la empresa del Ministerio de la Agricultura, ubicado en el municipio de Venezuela, donde siguieron creciendo sus gastos, pues les cobraron 10.00 pesos por la cantidad depositada en cada saco, y eso que ellos lograron procesar allí solo 250 quintales antes de que creciera la cola. Hoy en la CCS siguen mirando hacia el cielo. Se exige que para su comercialización lo acopiado tenga como máximo el 15 % de humedad.

No obstante, con riesgos continúa la producción terminada, la campaña de recolección es joven y la mayor parte de las 200 toneladas contratadas está en los surcos. Ahora el segundo “potaje” se acerca a la mesa, pero con agridulce sazón: 440 sacos llenos de los susodichos granos salieron el 8 de febrero hacia la provincia de Guantánamo, y otros 910 esperan impacientes en la CCS José Maceo.

Mientras, a Ciego de Ávila llegaban procedentes de Camagüey y Matanzas. ¿Sensata y austera distribución? Otro percance inquieta a los socios de la mencionada cooperativa: los persistentes chubascos de diciembre y enero últimos provocaron las pérdidas de 35 hectáreas de frijol, 15 de tomate y una de ají cachucha.

Y natura no solo abruma a esa base productiva. Las precipitaciones afectaron cientos de hectáreas en el territorio avileño. También es cierto que el volumen recolectado en las distintas entidades estatales y del sector campesino en el país obedece a un sistema de balance nacional de distribución, y merece respeto todo lo legislado para ganar en orden y disciplina institucional, pero luego de un demoledor huracán, ¿algún organismo puede arriesgarse ante probables mermas de un alimento que sustituye importaciones?

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