Donde brota la vida

Donde brota la vida

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El viejo pino a la entrada de la comunidad Emilio Córdova, del municipio villaclareño de Encrucijada, conoce la historia. Sobrevivió al huracán Irma, y cuentan que besaba el suelo al doblarse sus ramas con las ráfagas del viento que trajo el meteoro. Quedó maltrecho, y terminó talado a la mitad porque sus pobladores quisieron conservar sus raíces de estoicidad y fuerza.

Pero como la propia comunidad, de él volvió a brotar la vida. Ese pedazo humilde de Villa Clara, donde habitan pescadores y agricultores, protagonistas de una sui géneris historia de patriotismo marcada por el conocido Sóviet de Nazabal y las arengas de Jesús Menéndez, se aferró a esa savia y herencia rebelde para levantarse del desastre y en menos de tres meses quedó erigida una nueva comunidad de 54 casas.

Los moradores

Al vaquero Miguel Ángel Martínez las horas no le alcanzan, aunque siempre llega temprano en las madrugadas a su UBPC para mudar sus vacas de cuartones. Él y su esposa Yeneisy Pacheco con tres hijos pequeños colaboraron en la construcción de su nueva vivienda. El rostro de ambos es otro: ha desaparecido en ellos aquel gesto de angustia de los días posteriores al impacto de Irma.

Ahora sonríen, y en sus risas y en la alegría de sus hijos está la confianza que siempre tuvieron en que la Revolución no los abandonaría. Miran su morada y les parece un sueño. “Sé que es mía y a veces creo que no es verdad y no hay nada más cierto”, dice él casi asombrado, mientras ella aprovecha para comentar sobre el centro de mesa que pondrá, las flores que siempre habrán en la sala, el mantel que va a comprar… Y no dejan de agradecer el apoyo, la ayuda recibida durante estos meses, los bienes entregados, como fogones, colchones, sábanas, ropa…

Las moradas

Las casas se ven hermosas, ya aparecen en sus alrededores arbustos y flores que combinan con el paisaje campesino. Son viviendas de diferentes tipologías, todas amplias, confortables, ubicadas en un lugar seguro, pintadas de colores vivos. Cada una cuenta con un baño de las mejores condiciones, cocina y cuartos de acuerdo con la cantidad de integrantes de los núcleos familiares.

Juan Carlos García, quien recibirá uno de esos inmuebles, explicó que se han acondicionado con todos los detalles: luces, tomacorrientes, contador, fregadero de calidad, piso de granito. A su vez Rodolfo Rosa no limitó su expresión y de manera espontánea dijo: “Esto es un palacio, yo tenía un rancho”.

Los constructores

Se ha trabajado fuerte, aseguraron Félix Camilo Quintana y Oscar Ribadeneira, trabajadores de las empresas Forestal y Vitrina del municipio de Manicaragua. Ramón Rodríguez no deja de pintar las paredes de una de las casas. El tiempo es oro.

De igual manera se hallan concentrados en sus labores los obreros que instalan las redes hidráulicas y sanitarias. La ingeniera Arelys Pino precisó que se iniciará la urbanización de la calle central y las interiores, a la vez que cuentan con dos zonas de estar, entre ellas un parque principal.

Varias empresas y entidades del territorio apoyaron estas obras: diversas entidades de la construcción, de la agricultura, la eléctrica, comunales, acueductos y alcantarillado. La comunidad se comprometió con la labor e incluyó a jóvenes y niños. Cristian Lázaro Cobrea y sus amigos de la secundaria básica Guillermón Moncada colaboraron con la recogida de escombros, y otros 38 jóvenes desvinculados del estudio y el trabajo se unieron a las faenas, además se incorporaron a la Facultad Obrero-Campesina que se abrió en la localidad. Según los profesores de estos estudiantes, el acontecimiento ha removido el sentir de los alumnos, que se han propuesto continuar vinculados.

Esos son los casos, por solo nombrar algunos: Yandry Molina, y los hermanos Álvaro y Alejandro Fanjul. Los habitantes de Emilio Córdova están agradecidos, lo reconocen a cada paso. Luis Guerra, con más de 66 años, quien ha dedicado su vida a ese terruño, así lo hizo saber. “Esto que sucede aquí es impensable, es una revolución que nos ha traído una comunidad bella, renovada y se ha contado con el concurso de todos”.

Más allá de las viviendas

Un centro de promoción cultural, una piscina en el enfriadero del antiguo ingenio, la novedosa idea de concebir un Joven Club de Computación en uno de los desactivados coches motores de un viejo tren, el remozamiento de la farmacia, de los dos consultorios y las escuelas, la ubicación de una tienda recaudadora de divisa y otros centros de servicios, la reparación del estadio y la creación de una cancha de fútbol, así como la instalación de una toma de agua dulce para todo el batey, desde una fuente de abasto cercana, convierten a esta en una comunidad totalmente remodelada y recuperada de los devastadores efectos del huracán Irma.

El panorama es distinto, en Emilio Córdova sus moradores son otros y son los mismos. Y desde el centro del antiguo batey azucarero al añejo pino, que puede contar esta historia, ya le nacen ramas.

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