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Ippón cubano en Extremadura

Legna Verdecia y su esposo Javier Rodríguez junto a otro cubano, el campeón olímpico Héctor Rodríguez
Legna Verdecia y su esposo Javier Rodríguez junto a otro cubano, el campeón olímpico Héctor Rodríguez

Cáceres.— Cuando uno llegaba a esta ciudad hace apenas un lustro y preguntaba por la práctica del judo, muchos lo remitían a los clubes privados en toda la provincia de Extremadura. La realidad de hoy es otra y al asomar la interrogante es imprescindible referirse a la labor que realizan dos cubanos en el Centro Nacional de Tecnificación Deportiva enclavado en ese territorio.

Sus nombres imprimieron respeto desde su llegada en el 2013. “Dos olímpicos entrenarán a judocas extremeños”, tituló el diario local al referirse a nuestra campeona de Sídney 2000 en 52 kg, Legna Verdecia, y a su esposo Javier Rodríguez, preparador de la selección nacional cubana por 15 años. Desde entonces hacia acá su historia también ennoblece a nuestro movimiento deportivo, del que ellos reconocen seguir formando parte, aunque sus contratos no sean por la vía institucional.

“Cuando llegamos lo primero de que nos percatamos es que existían las condiciones materiales y potencial humano para continuar con los logros en un corto plazo y seguir contribuyendo con resultados a nivel de España”, recuerda Javier.

“Hemos traído la idiosincrasia de la escuela cubana de judo, con una clara diferencia en la metodología de la preparación deportiva y una visión diferente en los componentes físicos (fuerza, resistencia a la fuerza, resistencia, velocidad y flexibilidad), y técnicos (mayor integración entre tachi waza y newaza)”, argumenta la también titular mundial de 1993.

Profesionales y muy humanos

En sesiones de mañana, tarde y hasta bien entrada la noche se les pueden ver a estos enamorados de los ippones en su gimnasio (un local adaptado con par de tatamis), dentro de la majestuosa instalación que reúne, además, deportistas de natación, atletismo, ciclismo, entre otras modalidades.

“Hemos elevado el nivel técnico y los parámetros físicos que eran mejorables. Nuestros alumnos estudian y hacen deporte, como en Cuba. La prioridad es la conjugación de los estudios con el judo, de ahí nuestro énfasis en la motivación y el esfuerzo diario, en pos de aspirar a la dualidad de ser buenos estudiantes y excelentes atletas”, explica Javier.

Carismática por naturaleza y con un carácter fuerte y dulce al mismo tiempo, Legna se ha ganado el cariño de todos: “La relación es excelente. Entreno junto a ellos desde el calentamiento. Trato de inculcarle el espíritu guerrero que me dio las medallas y siento que poco a poco lo logro, pues en el transcurso de estos años han sido innumerables los resultados en los dos sexos”.

Una opinión autorizada y responsable es José Julián Mangas Velo, titular de la Federación Extremeña de Judo. “Son meticulosos, amables, profesionales, muy humanos y todo lo que van cosechando tiene detrás un componente científico. Contamos con dos personas que saben cómo formar un campeón, de ahí que nuestro mayor anhelo es clasificar nuevamente a un judoca de nuestra autonomía (provincia) a unos Juegos Olímpicos”.

Resultados y sueños

Javier y Legna junto a los alumnos en una actividad.

En las últimas temporadas, los muchachos bajo su tutela han participado en varios campeonatos de Europa, dos certámenes mundiales juveniles y un sinnúmero de Copas de España y del continente, a los cuales han llegado a través de un complicado sistema de clasificación. Más de 15 preseas archivan sus palmarés.

Como si fuera poco, en el 2016 emprendieron una gira por Panamá, Puerto Rico y Estados Unidos para intervenir en varios torneos de la Federación Internacional, de los que regresaron con nueve podios, cuatro de ellos en el punto más alto.

Francisco Pérez (50 kg), Alejandro Cabanillas (55 kg), Ricardo Casas (66 kg), Sergio González (66 kg), Alberto Macedo (66 kg), Daniel Nieto (73 kg), Sergio Culebras (81 kg), Luis Alberto Bodalo (100 kg), Celia Hidalgo (48 kg), Elena Hidalgo (48 kg), Beatriz Fernández (48 kg) y María Durán (57 kg) son algunos de los nombres que ya suenan en cualquier torneo ibérico y ocupan lugares de vanguardia en el ranking nacional.

“Javi y Legna son insuperables”, “Ellos nos han enseñado a comportarnos dentro y fuera del tatami”, “Nos han cambiado tanto que todos queremos ir a Cuba”, son expresiones recogidas por este reportero en una semana de visita a Cáceres.

Quizás la expresión más acabada la aportó Vicente Hidalgo, padre de Celia y Elena, al calificarlos como entrenadores que “además de judo enseñan para la vida a nuestros hijos, pues le hablan y ayudan como si fueran amigos, hermanos o familia. Junto a ellos celebran festividades y cumpleaños en su propia casa. Y eso se agradece tanto o más que una medalla”, puntualiza.

Cuba sigue siendo su cielo

La vida de Legna y Javier cambió radicalmente cuando decidieron emprender esta nueva opción de trabajo, amparado por la ley migratoria aprobada por el país. Una bandera cubana en la sala de su apartamento, la música de Los Van Van, un rico congrí con tostones y la yuca frita (sus alumnos no lo conocían) son apenas marcas de identidad que los mantienen atados a sus raíces.

“A Cuba regresamos todos los años no solo por las familias, sino porque es nuestro cielo. El judo que aprendimos y en el que obtuvimos grandes premios podemos compartirlo en otras tierras y demostrar que somos potencia deportiva también por eso”, añadió Legna antes de la despedida.

Como ellos, muchos entrenadores y deportistas viven y trabajan hoy en el exterior en contrataciones personales. En la mayoría se cumple la máxima de no renunciar a sus raíces y ser portadores de un movimiento deportivo que es orgullo y ejemplo para el mundo.

Legna y sus alumnos tras ganar un certamen europeo
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