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Editorial: Voto por el mérito y el compromiso con el pueblo

Las elecciones generales 2017-2018 constituyen un acontecimiento crucial para la nación cubana, una ocasión más para que el pueblo ratifique el camino independiente que escogimos en enero de 1959 y que se radicalizó en 1961 al abrazar el socialismo, rumbo que por decisión popular se asumió irreversible como la garantía de la preservación de las conquistas sociales alcanzadas durante más de medio siglo.

En este proceso se elegirán los delegados a las asambleas municipales y provinciales del Poder Popular y los diputados a la Asamblea Nacional.

Se realizará en una coyuntura de actualización de nuestro Modelo Económico-Social, en la cual son grandes los desafíos para seguir construyendo la sociedad que nosotros mismos elegimos.

Para los trabajadores, como parte de los mejores hijos de la patria, el compromiso se hace mayor y debe expresarse en el apoyo mayoritario al desarrollo exitoso del más importante proceso democrático que lleva a efecto el país: nominar allí en el barrio a los que mejor puedan representarnos y encarar la responsabilidad de candidatos a delegados en caso de ser propuestos.

En nuestros comicios se conquista el voto, como aspiraba Martí, “por el mérito propio, por el esfuerzo constante, por el valer real; por lo que se ha hecho antes, no por lo que se promete hacer”.

De promesas incumplidas se caracterizaban las elecciones cubanas del pasado, regidas por los partidos políticos. En estas el “mérito” de los candidatos era el dinero, destinado a fabricar una imagen atractiva del aspirante, anunciada en escandalosos pasquines propagandísticos y en hipócritas mítines politiqueros, donde se proclamaba la intención de resolver problemas acuciantes de los electores que después pasaban al olvido, y donde eran comunes el fraude, el robo de urnas y la compra de votos.

Es oportuno recordárselo a quienes argumentan que las elecciones cubanas no son democráticas porque en ellas no participan partidos políticos. Nuestro Partido Comunista no es una organización creada con fines electorales, ni necesita proponer candidatos para que gobiernen la sociedad porque constituye su fuerza rectora, ni ofrecer programas porque existe uno solo que es el que encamina el rumbo socialista de la nación cubana.

Los que nos visitan procedentes de países que se autotitulan democráticos se sorprenden de que aquí no existan campañas electorales y que la única divulgación que se hace de los candidatos son sus fotos y síntesis biográficas, que no favorecen a ninguno por encima del otro; que son los propios vecinos, en asambleas celebradas en los barrios, los que eligen a los candidatos a delegados del Poder Popular, que luego formarán el gobierno municipal; que a diferencia de otras naciones en que solo pueden estar en el conteo de votos los representantes de los partidos políticos, el escrutinio es público, que durante la votación son niños y adolescentes y no militares los que custodian las urnas, y que el resultado de la elección es expuesto a la vista de todos.

Menos conocido es otro mecanismo inédito hondamente democrático para proponer a los candidatos a las asambleas provinciales y al Parlamento, que son las Comisiones de Candidaturas. Las integran representantes de la sociedad civil, organizaciones sociales, de masas y estudiantiles, y las preside un representante de la Central de Trabajadores de Cuba.

Al asumir esa alta responsabilidad, a partir de una amplísima consulta sobre decenas de miles de candidatos, el movimiento sindical y demás miembros de las comisiones en los diferentes niveles, deciden una propuesta basada en el prestigio y la capacidad de las personas para desempeñar tan importantes deberes.

Ello permite la conformación de órganos de gobierno donde prima la calidad y la representatividad de todos los sectores de la sociedad: trabajadores estatales y no estatales, profesionales, campesinos, estudiantes, hombres y mujeres, blancos, negros y mestizos, cubanos más experimentados junto a los de menos edad…

Nuestro José Martí afirmó en 1875: “El gobierno es un encargo popular: dalo el pueblo; a su satisfacción debe ejercerse; debe consultarse su voluntad, según sus aspiraciones, oír su voz necesitada, no volver nunca el poder recibido contra las confiadas manos que nos lo dieron, y que son únicas dueñas suyas”.

Corresponde a los trabajadores convertirse en abanderados de este principio y defenderlo desde las asambleas de nominación de candidatos hasta el final del proceso.

En los días fijados para los comicios muchos centros laborales se convertirán en colegios electorales, y desde ya los sindicatos apoyan ese empeño.

Una vez más demostraremos la inquebrantable unidad del pueblo cubano, la que nada ni nadie podrá fracturar por ser la principal fortaleza de la Revolución.

Consecuente con ese principio, el Secretariado Nacional de la Central de Trabajadores de Cuba convoca a los trabajadores, en su condición de ciudadanos, a participar conscientemente en el ejercicio democrático que significan las elecciones generales que viviremos los cubanos durante los próximos meses.

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