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El costo hospitalario… ¿para qué hace falta?

Abundan las personas que estiman innecesario que se identifiquen y se divulguen los costos hospitalarios en nuestro país ¿para qué hace falta? —preguntan—.

Foto: Agustín Borrego

Ellos argumentan que no tiene sentido por el hecho de que esos servicios se ofrecen de manera gratuita a toda la población. Cierto es que durante mucho tiempo, demasiado quizás, no resultó evidente el interés por medir los costos de la salud, ni por aprovechar convenientemente la información obtenida. Pudiera ser este uno de los motivos que da lugar al criterio.

¿Fijar precios?

Sin embargo, aun cuando en Cuba no existe la intención de fijar precios a los servicios médicos que reciben los ciudadanos, es poco menos que imprescindible determinar los costos para que resulte viable el propósito de incrementar sostenidamente la eficiencia y la eficacia de los servicios de salud; y no menos importante el objetivo de que la población conozca y comprenda cuánto de su propio sudor se invierte en favor de garantizarle una mayor calidad de vida.

Es innegable que si se desconoce el costo de aquello a lo que se tiene acceso de forma fácil y gratuita, con escaso o nulo esclarecimiento, no siempre se valora en la medida apropiada. No resulta ocioso insistir en la alta incidencia del sector de la salud en el Presupuesto del Estado cubano.

Contar con la Anec

Ahora bien, considerando la amplitud y la complejidad del propósito de determinar los costos en la extensa red de entidades y servicios médicos a lo largo y ancho del país, no es difícil comprender que el esfuerzo de unos pocos profesionales, por muy calificados que sean, no haría posible desarrollar el trabajo sino en un tiempo demasiado extenso.

Ideal sería asumir el empeño como ocupación de muchos, para lo cual las administraciones podrían contar con la colaboración de las organizaciones de base de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (Anec), creadas en sus propios centros de salud, las cuales estarían asesoradas convenientemente por profesionales bien calificados.

¿Qué hacer?

Al efecto es preciso:

¿Cómo empezar?

Los primeros pasos podrían ser la información y la persuasión para superar errados esquemas mentales que asignan todo lo relacionado con gastos y costos solo a quienes laboran en las áreas económicas, como si fueran ellos los que autorizan, manipulan y emplean los medicamentos, los equipos, el instrumental y los materiales sanitarios, entre otros muchos recursos.

Hasta tanto los trabajadores del sistema de salud, desde el cargo de máxima responsabilidad hasta el puesto más humilde, no dispongan de la información suficiente y necesaria para apropiarse y consolidar su conocimiento sobre la conveniencia, la posibilidad y el compromiso que asumen con relación al costo, no podrán colaborar consciente y creativamente en la óptima utilización de los recursos, en la reducción de los gastos en su área de labor, y como consecuencia, en toda la entidad, para con ello ser sujetos activos en el logro de la mayor efectividad posible.

Planificación y control

La austeridad en el empleo de los recursos debe estar basada en el uso racional y mesurado de los medios de que se dispone para desarrollar el trabajo cotidiano, para lo cual se precisa de una planificación adecuada y de un control sistemático de los recursos materiales, humanos y financieros.

Disponiendo de un sistema organizado a su medida, toda unidad organizativa debe comparar periódicamente lo que gastó con lo que tenía previsto gastar (el presupuesto de gastos). Solo así logrará conocer en qué medida se cumple lo planificado. Será ese un camino factible para conseguir alta calidad y efectividad con el menor gasto de recursos de todo tipo.

*Vicepresidente del Consejo Ejecutivo Provincial. Anec La Habana.

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