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Palestina, la fuerza de la unidad


Júbilo, esperanzas y expectativas en el pueblo palestino y la ira del Estado de Israel, ha despertado el acuerdo entre el Movimiento de Resistencia Islámica Palestina (Hamas) y el Movimiento Palestino de Liberación Nacional (Al Fatah), de poner fin a sus divergencias políticas y a la división territorial, en aras de consolidar una unidad imprescindible.

La materialización de los compromisos establecidos entre ambas entidades, señalan informaciones sobre lo pactado, conducirán a la disolución de la Administración de Hamas en la Franja de Gaza, establecida tras ocuparla en el 2007,un año después de haber derrotado a Al Fatah en las elecciones parlamentarias.

Esta medida de fuerza dio origen a dos Gobiernos en pugna, Hamas en Gaza y el de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) en Cisjordania.

La reconciliación entre líder de Hamas, Ismail Haniya, y Mahmud Abbas, de Al Fatah y presidente de la ANP, encaminada a poner fin a la ocupación israelí de Cisjordania y el bloqueo a Gaza, prevé la constitución el próximo de diciembre de un Gobierno de unidad nacional, encabezado por Abbas y la celebración de elecciones generales en el plazo de un año.

Con anterioridad las dos principales organizaciones palestinas suscribieron acuerdos de entendimiento en la Meca en el año 2007, en el Cairo en el 2011 y en Doha en el 2012 y en Gaza el 2014,que fracasaron sucesivamente.

Para analistas políticos de la región el camino hacia el cumplimiento de estos propósitos no está exento de los  diversos obstáculos que deben superar las dos organizaciones, luego de 10 años de arduas rivalidades, confrontaciones y gobiernos separados.

Bloqueada por aire, mar y tierra por el ejército israelí, la Franja de Gaza, controlada por Hamas, es un zona de 360 kilómetros cuadrados, densamente poblada, donde se concentran más de un millón 800 mil palestinos, asediados permanentemente por los ataques, agresiones y represiones de las tropas sionistas.

Sus habitantes están sometidos a precarias condiciones de vida, por los constantes ataques terroristas, la severa carencia de agua, combustibles, servicios de electricidad, atención sanitaria, padecer un índice de desempleo del 40 % , y de las consecuencias políticas económicas y sociales derivadas de una década de división.

El territorio de Cisjordania, asiento del Gobierno de la ANP, permanece desde 1967 bajo la ocupación de Israel, que ha construido en el cientos de ilegales asentamientos de colonos judíos, incluyendo a Jerusalén Oriental, levantado un ignominioso muro de separación y continúa ejerciendo una brutal represión contra la población árabe-palestina en esa región.

Esta coyuntura, según analistas políticos, conduce a que en la formación de un Gobierno de unidad nacional estén representadas todas las fuerzas que integran la Organización para la Liberación de Palestina, (OLP) mancomunadas en la lucha contra la ocupación israelí y la constitución de un Estado independiente, con Jerusalén Oriental como su capital y dentro de las fronteras anteriores a junio de 1967.

Benjamín Netanyahu, el iracundo primer ministro de Israel, denostó de inmediato el acuerdo de reconciliación y aseguró no reconocerlo y tomar medidas de represalias si este llega a materializarse, alegando, sin inmutarse, que “dificulta la paz  israelo-palestina”.

Tras la airada reacción de Netanyahu, el enviado especial de Washington para el Oriente Medio, Jason Greenblatt, respaldó la posición del régimen de extrema derecha sionista de condicionar la reanudación del proceso de paz con el desarme de Hamas, el fin de sus relaciones con Irán  y al reconocimiento palestino de Israel como Estado judío.

Condiciones que hicieron fracasar las negociaciones entre ambas partes beligerantes en el 2013, interrumpidas tres años antes por la renuncia de Tel Aviv a poner fin a la construcción de nuevos asentamientos en los territorios palestinos ocupados mediante guerras de agresión y rapiña.

Sujeta todavía a avances sustanciales y a una participación efectiva de todas las organizaciones palestinas en un Gobierno de unidad interna  y reconciliación nacional, la voluntad de concertación expresadas en el acuerdo Hamas-Al Fatah, es acogida por el pueblo palestino como garantía de mayor y más sólida fortaleza en la patriótica gesta por desalojar de su suelo al ocupante israelí, constituir su Estado soberano, liberar a sus miles de presos en las cárceles sionistas y lograr el retorno de sus millones de refugiados de la diáspora.

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