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Batalla épica en túneles capitalinos

Foto: Heriberto González Brito
Foto: Heriberto González Brito

Cuando los tres túneles de la capital cierran el servicio y el viaje de pocos minutos se multiplica y supera la hora, en el caso del sumergido bajo el canal de entrada de la rada habanera, entonces apreciamos en su justa medida el valor de esas obras construidas en la década de los años 50 del pasado siglo, para viabilizar las comunicaciones hacia el este y el oeste.

Precisamente uno de los estragos que dejó el fortísimo oleaje provocado por los vientos del huracán Irma fue la inundación de esos viaductos, donde una vez más se ponen a prueba la capacidad organizativa y eficiencia de trabajadores de disímiles oficios y responsabilidades.

Gracias a ellos, este lunes amanece con la noticia de que concluyó la extracción de agua en el túnel de la bahía, y ayer en el de 5ta. Avenida, luego de más de una semana multiplicada, porque se trabajó las 24 horas.

Pero sacar agua es parte de un conjunto de tareas ineludibles, pues hay que restituir los sistemas técnicos: alumbrado, cámaras de video y semáforos, entre otros, además de la señalética y algo muy importante, realizar una limpieza general, en función de dejarlos como si no hubiese pasado nada, afirma a Trabajadores el ingeniero Raúl Díaz Guadarrama, director general del Centro Nacional de Vialidad (CNV), del Ministerio de Transporte (MITRANS).

Sin dar fecha, recalca que la puesta en explotación de dichas obras subacuáticas demorará menos que el tiempo invertido en dejarlas sin agua, por la estrategia desarrollada y porque los aseguramientos están garantizados. El primogénito de los ejemplos es la instalación de lámparas LED, que marchó a la par del achique de los túneles; a fin de poder trabajar y dejar listo uno de los servicios.

Tarea de titanes

El tiempo parece estar detenido cuando nos acercamos a la entrada oeste del túnel de la bahía. Se extraña el ruido habitual del tráfico vehicular. Ahora lo sustituyen algunas voces, el ruido metálico de una llave contra una tubería, la de la nueva bomba que instalarán en breve para multiplicar la productividad, esa que comenzaron a calcular desde horas tempranas del domingo 10 al llegar allí las brigadas de las empresas CDC-Astilleros Casablanca (CDC-S.A.) y Antillana de Salvamento, ambas del MITRANS,que a las dos de la tarde de ese día empezaron la tarea titánica, cuyas huellas se evidencian en el cansancio de los rostros y los ojos enrojecidos.

El mar socavó los accesos del puente de La Chorrera. La empresa de viales levantó el pavimento como fase previa a los estudios para determinar la magnitud de las afectaciones. Foto: Foto: Heriberto González Brito

Aunque las penetraciones del mar ocurrieron por la “boca norte”, en el sentido desde La Habana hacia La Cabaña, la inundación fue total por la comunicación con el otro conducto, explica el ingeniero Astul Castellanos Ramírez, gerente de actividad petrolera en la empresa CDC S.A., con quien conversamos en la tarde noche del viernes.

El agua —recuerda—, llegaba a solo 29 metros de las rejillas del sistema de drenaje ubicado a la entrada del viaducto por su parte oeste y extraerla a esa distancia no tenía complejidad, el problema aumentaba al adentrarse, pues se requería colocar más y más mangueras y tubos, y el consiguiente incremento del tramo a caminar, sin contar el ir y venir cumpliendo otras misiones.

Pero ese no fue el peor inconveniente, en la misma medida en que avanzaban, el calor, el monóxido de carbono y el ruido de los motores de las bombas conformaban un ambiente nada agradable. Overoles, botas de agua, medios de protección como máscaras y mascarillas contribuían al sudor más profuso, más pegajoso…

Los muchachos que entran y salen del túnel montados en el montacargas que trasladó la nueva bomba me recuerdan a los mineros, solo falta la lámpara en sus cascos.

Para algo les sirve la suciedad en las paredes de azulejos. Van marcando la hora y el nivel en cada tramo que liberan de ella, que en el inicio alcanzó los 50 mil m³.

“Estaba feo”. Lo dice un hombre que ha estado dentro de la bravura del mar, el ingeniero Johannes Milián Morales, con casi dos décadas en la especialidad de reparaciones navales.

A la hora del recuento sobresale una gran verdad: se ha trabajado duro, con disciplina, sin distinción de edades y profesiones. En cuanto hiciera falta participaron tuberos, electricistas, mecánicos, ayudantes, buzos, pintores y un reconocimiento se lleva la tropa más joven, que quienes peinan canas afirman dieron ejemplo de sentido de pertenencia a la empresa, donde quedó un grupo de logística y mantenimiento sin el cual sería imposible saborear la victoria.

Vía Blanca se congestiona cuando cierra el túnel de la bahía de La Habana. Foto: Foto: Heriberto González Brito

Para la historia

Los túneles tienen sus sistemas de drenaje y funcionaban, incluso en otros momentos se hicieron obras de recrecimiento de los muros, pero esta vez ocurrió algo excepcional con la venida de las olas.

En el de Línea fue donde primero se extrajo el agua y abrió a la circulación. Hacia el de 5ta. Avenida fueron movilizadas brigadas y bombas del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Ahora se hallan especialistas de varios organismos, para poner a punto cuanto antes los sistemas y reiniciar el tránsito vehicular, que en el tubo hacia La Habana requerirá una solución vial alternativa por las afectaciones en el puente de La Chorrera, debido a una de las socavaciones del mar en el malecón, dice el director general del CNV, en quien también han hecho estragos las horas dejadas de dormir, en una de las épicas lides del hombre frente a la naturaleza.

Las tres vías subacuáticas de la capital

Los túneles de la calle Línea y de la 5ta. Avenida nacieron cercanos a la desembocadura del río Almendares. Ambos sustituyeron sendos puentes levantados a inicios de la centuria anterior, que enlazaban al Vedado y a la barriada de Miramar. El pionero fue el de Línea, que se ha inundado cuatro veces. La primera ocasión fue al día siguiente de su apertura oficial, en 1953.

En mayo de 1958 y luego de 32 meses se concluyó el túnel de la bahía, con lo más avanzado de la ingeniería mundial, aunque su explotación comenzó siete meses después. Descontando los accesos, tiene una longitud de 733 metros, y su construcción redujo de 25 kilómetros a 500 metros, la distancia que separaba el Centro Histórico de la capital con la localidad de La Habana del Este.

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