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Facilidad temporal para quienes perdieron todo

La casa nueva, o facilidad temporal, asegurará la vida de tantos que perdieron todo con el paso de Irma. Foto: Leandro Armando Pérez Pérez
La casa nueva, o facilidad temporal, asegurará la vida de tantos que perdieron todo con el paso de Irma. Foto: Leandro Armando Pérez Pérez

Ellos son tres. Mamá, Yusnaika Naranjo Sardinas y dos nenés: Yunaika y Noyán. Siempre han estado juntos, y para Yusnaika, sus hijos son su vida. Por eso cuando le dijeron que era necesario que saliera de su casa para un centro de evacuación, porque su vivienda no podría resistir los embates de Irma, no lo pensó dos veces. “Es la mejor forma de cuidarnos todos”, pensó.

Pero ella en realidad se fue creyendo que no sería nada de otro mundo, que su casita resistiría, como otras veces lo hizo. Así fue hasta que comenzó la embestida… “Entonces la que me derrumbé fui yo. Era tanto el viento que hasta me pareció que temblaba la tierra”, recuerda.

La mañana fue peor, cuando llegó y vio con sus propios ojos que no quedaba nada en pie de lo que fue su hogar. Ella y sus hijos estuvieron seguros en la casa de abuelos de la comunidad de Senado, en Minas. Había un médico cerca y estaba tranquila en cuanto a los cuidados de su pequeño Noyán, de 11 años, que padece hidrocefalia.

“Tenía que estar firme, velar por los míos y estar atenta a que no fallara nada”, explica y la voz se le raja. Han pasado días duros y su rostro lo demuestra, pero “todo tiene arreglo”, me (se) dice.

Yusnaika sintió miedo, se derrumbó, pero las esperanzas nunca las perdió. Foto: Leandro Armando Pérez Pérez

Ahora, una docena de hombres le construyen la primera de las facilidades temporales que se levantarán en Minas. No son mansiones, tienen lo necesario: dos habitaciones y una pequeña cocina, el techo de tejas de zinc y el piso de madera, “porque si no entra el cemento hay que terminarlas de todas formas”, afirma Abel Lozada González, jefe de la brigada que acomete la misión de ayudar a los que lo perdieron todo.

Ellos son trabajadores de la cooperativa de créditos y servicios 17 de Mayo, ubicada en el mismo municipio. También sufrieron los embates de Irma, y sus hogares necesitan de reparaciones, pero como asegura Abel, “en momentos como este, primero se debe ayudar a los que más lo necesitan”.

Y hacerlo rápido. Por eso no esperaron recursos de “arriba”, todo lo buscaron cerca: la madera la tomaron de los propios árboles que derrumbó Irma; las tejas fueron recuperadas del antiguo central Senado; y los clavos, donados de la propia cooperativa.

Pero estos brigadistas no son los únicos, otros trabajadores de cooperativas, como la José Ramón Sánchez, se sumarán al deseo de regalar “una casa nueva”.

No esperar y reutilizar todo lo que se pueda para retornar a la normalidad es la máxima que guía a los damnificados. Foto: Leandro Armando Pérez Pérez
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