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Cinco cubanos prestigian lid universal de judo

Alberto Juantorena, bicampeón olímpico de atletismo anda por estos dias entre ippones.
Alberto Juantorena, bicampeón olímpico de atletismo anda por estos dias entre ippones.

Budapest.- Por estos días es fácil encontrarse en la Arena Deportiva Laszlo Papp o en las calles de esta ciudad a campeones y medallistas mundiales, olímpicos, europeos, panamericanos y asiáticos. La máxima cita deportiva mundial de judo convoca a esas figuras, algunas retiradas y otras con palmarés impresionante en disciplinas que no tienen que ver con los ippones o wazaris.

Dentro de ellas hay cinco cubanos, dos en carácter de entrenadores y tres invitados especiales de la Federación Internacional de Judo (IJF) que movilicen admiradores para fotos, autógrafos, consejos y hasta para regalarle un abrazo o una sonrisa por la fortuna de haberlos conocido.

El vicepresidente de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF, siglas en inglés) y bicampeón olímpico en Montreal 1976, Alberto Juantorena, arribó este domingo y estuvo en el palco principal durante la inauguración del evento, al tiempo que compartió con los 13 judocas cubanos en el hotel donde están hospedados (Hungarian City Center).

En el informal encuentro les transmitió energía positiva para subir al podio en una lid tan difícil y contó varias anécdotas de cuando él visitaba Hungría en su etapa de atleta, tanto para entrenar como en competencias oficiales. “Me parece volver a un lugar familiar”, dijo.

La presencia de Juantorena se debe a un gesto habitual del titular de la IJF, Marius Vizer, tal y como hizo en el Grand Prix de La Habana del 2016, cuando acudió la gimnasta Nadia Comanecci, titular olímpica también de Montreal 1976.

Otro de los cubanos con boleto de lujo y especial atención del propio Vizer es el entrenador Ronaldo Veitía, que por casi 30 años dirigió la selección femenina cubana y sentó cátedra en cuanto a desafiar a las grandes potencias de este deporte con un palmarés de 16 oros mundiales y cinco olímpicos, por solo mencionar dos de sus logros más encumbrados.

Hoy no se le ve sentado en los asientos de coach, ni tampoco en la zona de calentamiento o dando declaraciones a la prensa. Prefiere ver desde las gradas el espectáculo del que fue protagonista hasta el 2015 y así analizarlo con la tranquilidad que nunca tuvo, al tiempo que conversa con federativos, entrenadores amigos y viejos conocidos.

Yordanis Arencibia junto a Osniel Solís, uno de sus alumnos ahora.

Los otros tres antillanos que andan pendientes del mundial son otroras protagonistas en estas lides que transitan hacia su consolidación como entrenadores. Driulis González, tricampeona universal y siete veces con preseas a este nivel, titular olímpica en Atlanta 1996 y miembro del Salón de la Fama de la IJF, guía hoy a las nuevas generaciones y una derrota de sus muchachas duele tanto o más que las suyas cuando vestía su judoguis.

Con similar responsabilidad está Yordanis Arencibia, para quien estas citas del orbe fueron escenario de peleas encarnizadas con brasileños, iraníes y japoneses, a quienes logró arrebatarles una plata y tres bronces. “Es muy diferente ahora como entrenador, aunque te confieso que a ratos quisiera salir al tatami a competir todavía”, aseveró en uno de los entrenamientos a este reportero.

Finalmente, la subtitular olímpica de Beijing 2008 y tercera en el mundial de Munich 2001, Anaisis Hernández, también vive los siete días más intensos de este marcial en la capital húngara, adonde ha viajado para recoger el título de entrenadora internacional tras haber aprobado un curso auspiciado por la IJF. “Siempre digo que todo lo que soy se lo debo a Cuba, por tanto, reunirnos todos aquí es como volver a revivir muchos momentos”.

Cada país podrá escribir sobre sus invitados a esta justa. Los japoneses de sus grandes campeones, los franceses hasta de los periodistas más longevos en coberturas de este tipo, los brasileños de sus grandes entrenadores. Es otra forma de vivir los campeonatos mundiales de judo, una fiesta más allá de los ippones sobre el tatami.

 

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