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Andrea Doimeadiós: “Siempre quise ser actriz, nunca soñé con otra profesión”

Foto: May Reguera Studio, cortesía de la entrevistada

Foto: May Reguera Studio, cortesía de la entrevistada
Foto: May Reguera Studio, cortesía de la entrevistada

Andrea Doimeadiós está teniendo un gran año. Su obra La cita (con puesta dirigida por su padre, Osvaldo Doimeadiós) ha sido un suceso: más de 30 funciones, lleno total, buenas críticas y reconocimientos. Es una de las protagonistas de El techo, exitoso estreno cinematográfico. Participó en la más reciente puesta de Teatro El Público: Harry Potter: se acabó la magia. Últimamente mucha gente habla de Andrea… aunque a ella no se le ha subido la fama para la cabeza.

Cuando eras niña, ¿qué querías ser de grande?

Siempre quise ser actriz, nunca soñé con otra profesión.

¿Y cuándo supiste con certeza que ibas a ser actriz?

Cuando aprobé las pruebas de la Escuela Nacional de Arte (ENA)… aunque no sé si en ese momento tuve la certeza.

En tu profesión, ¿qué es más importante: el talento o el oficio?

El oficio y la constancia. El talento es solo una parte, uno debe trabajar todos los días.

¿Ensayas tus personajes frente al espejo?

No, en la escuela siempre nos enseñan que no se debe hacer. No es bueno observarse.

¿Teatro, cine o televisión?

El teatro es lo que más me gusta. La actriz Broselianda Hernández una vez me dijo: “Un actor se prueba en el teatro”. Aunque el cine es bien importante y la televisión es necesaria.

Ahora te vemos en El techo, ¿qué retos plantea el cine?

Hay que ser muy sincero. Hay que estar ahí, conectado con la situación. Es la única forma, con una mirada se expresa todo. Lleva mucho estudio, creo que es un medio muy difícil. Pero me encantó.

¿Te gusta verte en la pantalla?

¡Para nada! Cuando me vi en El techo creí que pudiera haberlo hecho mucho mejor; eso siempre me pasa. Creo que debo verme solo una vez, para aprender de los errores…

A la hora de montar un personaje, ¿prefieres un libreto cerrado o tener libertad para improvisar?

Depende del director, algunos le dan libertad al actor, otros no. Todos los procesos de trabajo son diferentes y una se adapta.

¿Te llevas los personajes a la casa o los dejas en el teatro?

Yo creo que es un viejo mito ese de que los actores se queden en la piel de los personajes.

¿Qué tipo de director prefieres?

Uno que trabaje mucho con los actores, que tenga un buen diálogo con ellos. He tenido la suerte de trabajar con directores tan buenos como Carlos Díaz, Charlie Medina, Magda González, Roly Peña, Patricia Ramos… Ellos me han enseñado mucho y el trabajo ha sido un disfrute total.

¿Y qué tipo de dramaturgo?

Alguien así como Agnieska Hernández, la autora de Harry Potter: se acabó la magia. Ella tiene una obra maravillosa y un diálogo directo con los actores.

¿Qué nunca harías sobre un escenario?

No sé, más bien me preguntaría qué haría. Es que me falta mucho por hacer.

Tener en la familia a otro actor, y tan importante, ¿es una oportunidad o un problema?

Al principio en la ENA, me fue difícil; pero con el tiempo he comprendido que es una oportunidad, una bendición.

Tu padre es un excelente humorista… pero todavía hay quien menosprecia al actor que hace humor.

Es cierto que se menosprecia mucho; pero es como todo: hay música buena y mala, cine bueno y malo… En el humor depende del enfoque, de la forma, de la dirección artística del espectáculo. Yo soy admiradora de Les Luthiers, por ejemplo, un humor fino, inteligente y teatral. Eso es arte. En La cita quisimos cuidar desde la banda sonora, hasta la escenografía, todos los elementos de la escena. Ese es el humor que quiero defender a partir de ahora. Y seguir los pasos de mi padre, que es un actor versátil.

¿Cuáles son tus actrices y actores de referencia?

Bueno, mi padre es mi mayor referente. Admiro grandemente a Yailene Sierra, Clara Gonzalez, Laura de la Uz, Isabel Santos, Broselianda Hernández, Alina Rodríguez, Ana Gloria Buduén, Idalmis García, Luis Alberto García, Jorge Enrique Caballero… La lista es grande. Cuba está llena de grandes actores.

¿Alguna vez has olvidado un bocadillo? ¿Cómo lo has resuelto?

Nunca he olvidado un bocadillo, pero perdí la voz en medio de una función. Fue el peor momento de mi vida. Para un actor eso es algo terrible.

¿Cómo te gustaría verte dentro de 20 años?

Tendré 42 años. Espero haber formado una familia y haber trabajado muchísimo. Con eso me bastaría para ser feliz.

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