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Una batalla sobre 100

Rudens Tembrás Arcia, director del periódico JIT

Resta menos de un año para que el deporte cubano asuma su primer gran reto del presente ciclo olímpico: los XXIII Juegos Centroamericanos y del Caribe (JCC) de Barranquilla, Colombia. El propósito planteado y reiterado es ganar la cita, para ratificar la hegemonía regional implantada desde Panamá 1970.

El INDER ha identificado como primera tarea la clasificación de unos 600 atletas en 35 deportes, proceso que marcha a buen ritmo y exhibe —extraoficialmente— a 195 representantes en el listado. Luego tocará retocar la preparación para cosechar una cifra de títulos estimada entre 110 y 140.

Hace tres años en Veracruz, nuestra comitiva celebró la victoria con 123 coronas, botín que otra vez serviría para el esperado brindis.

El reto está entonces en ir poniéndoles “nombre y apellidos” a los responsables de subir a lo más alto del podio, para lo cual vuelven a “pintar” los deportes de atletismo, boxeo, canotaje, judo, luchas, remo y tiro, con la calculada ayuda que deberán brindar las gimnasias, el ciclismo, la halterofilia y el taekwondo.

Las disciplinas colectivas y otras que aportan coronas salteadas, vendrán a poner la “guinda al pastel”, lo cual no deja de ser estratégico y decisivo.

Ahora bien, la fiesta de Barranquilla será una batalla cruenta entre Cuba, México, Colombia y Venezuela, con la real posibilidad de que los tres primeros países sobrepasen cada uno el centenar de medallas de oro, algo sin precedentes en estas justas.

¿Las razones? El consabido poderío cubano y los crecimientos experimentados por las naciones azteca y colombiana, que en Veracruz cerraron con 115 y 70 doradas, respectivamente.

Por otro lado aparece la dimensión de los Juegos, con nada menos que 463 pruebas a falta de puntualizaciones finales, como la trascendida inclusión de tres divisiones femeninas en el boxeo.

Este último elemento es sustancial para los análisis, pues se ha ido acentuando la influencia de la sede en la configuración del programa de competencia. Y ello, lógicamente, no es fortuito.

Si revisamos los nuevos eventos incluidos en el calendario de Barranquilla (unas 50) notaremos que benefician sobre todo a anfitriones y aztecas. Y lo mismo sucede con las 135 que solo forman parte de entorno centrocaribeño.

Otros hechos llamativos son que la justa regional del 2018 dejará de convocar —por causas diversas— 46 pruebas panamericanas y 33 olímpicas, lo cual evidencia deudas en el desarrollo de los JCC.

Para Cuba ese fenómeno es muy adverso, pues debido a las limitaciones económicas y financieras que afrontamos, los mayores esfuerzos se centran en los deportes de alcance continental y olímpico. Los cálculos en esa dirección no mienten: si los JCC se disputaran bajo esos programas nuestro triunfo sería holgado.

¿Qué sucederá finalmente en Barranquilla? Falta un año para saberlo a ciencia cierta, pero mientras nuestros colectivos van “tallando” las medallas y evaluando el panorama competitivo.

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