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Don Augusto

Augusto Rivero: “Como arquitecto, ansío profundamente proyectar y
construir una buena vivienda”.

 

Recientemente la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (Unaicc), entregó los premios nacionales de Arquitectura 2017, por la Vida y Obra, a Zulma Ojeda Suárez, directora del Grupo de Desarrollo Integral de Guantánamo, y Augusto Rivero Mas, profesor de la Universidad Politécnica de La Habana, quienes han trascendido dentro del ámbito de esa especialidad durante más de cuatro décadas. Con este último, con motivo de tal distinción, dialogamos para conocer algunos detalles sobre su prolífico quehacer.

Usted es graduado de especialidades tan diferentes como estrechamente relacionadas con las humanidades, la cultura y la sociedad, tales como Dibujo Arquitectónico, Arquitectura, Artes Dramáticas, Canto Coral y Agrimensura, además de los idiomas inglés y francés; pero se ha destacado más como arquitecto. ¿Qué le indujo a distinguirse en esta vertiente laboral?

Se nace con un don y en mi caso, siempre me incliné hacia las artes. Nací en San Luis y nos mudamos para Santiago de Cuba en 1950, donde matriculé el tercer grado en la Escuela Activa que poseía uno de los métodos pedagógicos más progresistas de la época. Allí había que cantar en coros y actuar en representaciones sore temas históricos y culturales. En esas dos manifestaciones comencé mi desarrollo artístico.

La metodología de esa escuela propiciaba visitar museos y galerías de arte. A los 10 años, tras recorrer una exposición de esculturas quedé tan impresionado por las obras, que llegué a mi casa diciendo que quería ser escultor. Yo tenía una tía materna en La Habana que era arquitecta y mi mamá le contó mis aspiraciones. Entonces ella me explicó que había una carrera universitaria que era afín con la escultura: la arquitectura, y me empezó a llevar a varias obras que ella estaba realizando en Santiago de Cuba. Y me decidí por esta profesión que disfruto al máximo.

El canto coral y las artes dramáticas los he desarrollado paralelamente. Empecé en el primer coro que dirigió Electo Silva en la escuela Anexa a la Universidad de Oriente en el año 1952. Estuve en la coral del Instituto del Vedado y en el Coro Hablado del Teatro Universitario dirigido por Helena de Armas. En cuanto a las artes dramáticas, me formé en el Teatro Universitario y trabajé en más de 12 obras en la sala Tespis y otros teatros. En el 2014, Nelson Dorr me dio la posibilidad de actuar en la obra Edmond, en la sala El Sótano, y en el 2015 me utilizó como el rey Duncan, de Macbeth, en el Mella. Como estoy jubilado, ahora puedo aceptar disímiles propuestas… y no solo de arquitectura.

En Cuba existen varios monumentos diseñados por usted —y premiados en distintos concursos nacionales—. ¿Cuáles considera sus más logrados proyectos?

Creo que los más logrados, por su gran complejidad, sus grandes dimensiones, las intensas investigaciones históricas y las complicaciones para un desarrollo conceptual y formal coherente y satisfactorio acorde con la verdadera historia de cada obra, son el Mausoleo a los Mártires de Artemisa, inaugurado en julio de 1977. Constituye un conjunto, considerando las siete señalizaciones monumentales en la carretera de Artemisa a Guanajay. El Mausoleo en sí es didáctico en su recorrido.

El destacado arquitecto considera, entre sus proyectos más logrados, el Mausoleo a los Mártires de Artemisa, inaugurado en julio de 1977.

 

El Desembarco del Granma consistía en un conjunto que incluía: Desembarco; Monumento donde ejecutaron a Juan Manuel Márquez —son los únicos realizados— en Campechuela; Alegría de Pío; Río Toro y Purial de Vicana o Cinco Palmas, todos diseminados por el recorrido realizado por los expedicionarios hasta Cinco Palmas, lugar donde se creó el Ejército Rebelde. Conceptual y formalmente formaba una unidad. Fue lo que determinó el premio entre cerca de 30 obras concursantes.

Durante sus años de trabajo en el Ministerio de la Construcción (de 1962 a 1976), usted se desempeñó en distintos cargos que le permitieron acometer la remodelación, ampliación y edificación de más de 15 comunidades, centros laborales, escuelas y otros trabajos de carácter social que beneficiaron a miles de personas en diferentes regiones de la antigua provincia de Oriente. ¿Qué significó esta experiencia en el desarrollo de su carrera?

Fue el período más fructífero de mi carrera, durante el cumplimiento de mi servicio social, al cual fui por dos años y estuve nueve. Significó una nueva universidad, pues complementó y solidificó los conocimientos que había adquirido. Además de realizar los proyectos, dirigía sus ejecuciones, oportunidad que se daba muy poco y hoy en día es casi imposible. Esas experiencias me proporcionaron mucha seguridad a la hora de tomar decisiones en todos mis planes futuros.

Amén de sus conferencias magistrales en Cuba y en varios países, usted ha organizado disímiles eventos, entre ellos simposios de escultura, además de las ambientaciones y los encuentros denominados Arte en la Fábrica, Arte en la Carretera y Arte en la Comunidad. ¿Por qué dejaron de realizarse estos proyectos? ¿Cuál ha sido el fin de las obras emplazadas a través de ellos?

Esos exitosos y necesarios proyectos formaban parte de un sistema de eventos anuales, bienales, trienales y quinquenales que el eminente arquitecto Fernando Salinas —ya fallecido—, primer director de la Dirección de Artes Plásticas y Diseño del Ministerio de Cultura, había creado entre tantos otros aportes suyos a la cultura nacional. Con la nueva dirección empezó a desmembrarse la brillante metodología ideada y realizada por él, y los especialistas de su equipo. Entonces, muchos se trasladaron o pidieron su baja, tal fue mi caso.

Se realizaron tres simposios internacionales de esculturas con frecuencia quinquenal, en los cuales fui proyectista general: Varadero 1983; Baconao, Santiago de Cuba, 1988; y Guardalavaca, 1994. De las ocho esculturas ambientales emplazadas en Varadero, cuatro desaparecieron por nuevas construcciones de hoteles que en 1983 no estaban previstos. Las de Baconao, que conforman el Prado de las Esculturas, están en perfecto estado y en el 2014 se restauraron todas. En Guardalavaca desaparecieron dos por el mismo motivo de Varadero.

Usted igualmente posee una destacada labor de ambientación, tanto de instalaciones turísticas, como históricas y culturales; además de parques y otras obras sociales. ¿Cómo valora la ambientación actual en Cuba?

Esos trabajos de ambientación fueron producto de la política trazada por el entonces ministro de Cultura, doctor Armando Hart Dávalos, a propuesta de Fernando Salinas como parte de su estrategia de desarrollo de las artes plásticas y el diseño. En la década de los 80 se estableció que las principales entidades estatales de uso social deberían ser ambientadas con obras de destacados artistas cubanos de la plástica, para disfrute de la mayoría de la población.

Las ambientaciones que se realizan hoy, por lo general corresponden a las instalaciones turísticas (empresas mixtas), y se nos ha ido de la mano la posibilidad de crear verdaderos productos culturales cubanos. Peor ocurre con los mal llamados “animadores” que acuden a lo más burdo “para divertir” al turista, cooperando con la penetración cultural y distorsionando nuestra imagen nacional. En los convenios con los polos turísticos primaron los beneficios económicos y el impacto ambiental, y quedó relegada su repercusión en la identidad nacional y local.

¿Algún consejo para los nuevos arquitectos y diseñadores?

A las nuevas generaciones de creadores: arquitectos y diseñadores les aconsejaría expresar su época, mediante los materiales, instrumentos, equipamiento y condicionales económicas que tengan a mano en el momento de la creación. No tratar de hacer lo que ya está hecho o publicado. Asimismo, tener presente el concepto de economía, el cual debe de estar implícito en el de diseño. No olvidar que a algo bien diseñado no debe faltarle ni sobrarle nada.

¿Cuáles son sus sueños pendientes por realizar?

Como arquitecto, ansío profundamente proyectar y construir una buena vivienda. Es decir una residencia con jardín, garaje y patio. También me gustaría planear una iglesia católica, tal vez porque estaba en el programa de la Escuela de Arquitectura. Otro sueño es hacer un cementerio contemporáneo, no tradicional. Son anhelos quiméricos. De todas formas, me siento un profesional realizado, que ha tenido la suerte de haber desarrollado una prolífera y variada obra.

Otras de las obras monumentales realizadas por Augusto en diferentes puntos de la geografía nacional son la que rememora a Ana Betancourt, en Guáimaro, Camagüey (en la foto); y la del Mayor General de las guerras de independencia de Cuba, Antonio Maceo y Grajales, emplazado en Mayabeque.
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