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Cultivar árboles: tarea de años

Yuleiky Obregón Macías

Aunque históricamente Sancti Spíritus ha sido señalado como uno de los territorios más desforestados de la nación, con un índice de cobertura boscosa de apenas un 20 %, mucho se ha trabajado en esa geografía para revertir tal realidad.

En ese aspecto, la empresa agroforestal de la provincia mantiene una función esencial. Con un manejo integral de la silvicultura, se impulsa la repoblación a partir de plantaciones intensivas —con especies de rápido crecimiento y mayor adaptabilidad a los suelos, como la acacia y el eucalipto— que contribuyen a elevar valores paisajísticos y la obtención de madera.

“Cada año plantamos aproximadamente 200 mil posturas en unas 200 hectáreas (ha) de tierra en los meses de junio, julio, agosto y septiembre. A los bosques nacientes se les realizan los adecuados mantenimientos y luego de un año se reponen los fallos de la siembra anterior, lo que propicia un crecimiento permanente de las plantaciones y una supervivencia de un 95 %”, explicó Arnaldo Solano Reyes, director adjunto de la referida entidad.

Esas cifras validan y visibilizan el trabajo de los forestales espirituanos, aunque para ellos las faenas comienzan mucho antes. Primero, la limpieza de áreas infestadas de marabú, luego la preparación de los suelos y al unísono, en un vivero tecnificado en Pitajones, en la serranía del Escambray, se obtienen posturas más resistentes.

Un paisaje nuevo

“Cultivar árboles no es asunto de unos días, es tarea de años”, sentencia Lázaro Mendienta Esquivel, trabajador de la unidad empresarial de base (UEB) Agroforestal Trinidad, y vinculado por más de cuatro décadas a esta rama.

Él asegura haber hecho de todo en la actividad forestal. Pero nunca había estado tan satisfecho como en la actualidad. Como trinitario de pura cepa siente orgullo de haber contribuido a salvaguardar los valores patrimoniales del Valle de los Ingenios y es enfático cuando asevera: “En el Valle se ha hecho un buen trabajo, al combinar árboles maderables y frutales”.

Yaniel Bandomo Cruz, director de esa UEB, refiere que cuando el Valle estuvo en peligro de perder el título de Patrimonio de la Humanidad —que ostenta junto al centro histórico de la Ciudad Museo del Caribe— se sumaron a la rehabilitación del lugar.

“Partimos de las regulaciones dispuestas por la Oficina del Conservador, la cual demarcó las áreas cañeras y ganaderas más cercanas a la carretera y a la línea férrea, y las forestales más próximas a la premontaña”, precisó Bandomo.

Si placentero resulta observar desde la distancia esa llanura cercada por montañas, lo es aún más al recorrer las guardarrayas y caminos y llegar hasta los pies de las lomas. Allí están los bosques que se empinan al cielo, otros que rompen la tierra, los mangos que gotean por vez primera, y también el marabú que se resiste a ceder el terreno donde un día fue rey.

“En el Valle hay más de 200 ha de terreno reforestadas. Los suelos son muy buenos. Tenemos plantaciones de tres años que alcanzan los cuatro metros de altura y 67 (ha) de mango combinadas con cedro, que ya dan los primeros frutos.

“El reto es mantener los bosques. Realizamos acciones de chapea y fertilización, y preparamos nuevas áreas. Pero carecemos de medios de transporte y de chapeadoras propias, elementos que son imprescindibles en una zona donde la fuerza de trabajo escasea dada la competencia con el turismo, que ofrece mejores oportunidades y mayores salarios”, dijo el directivo.

En ese sureño municipio existen mil 615 ha de bosques que han sido plantados por los trabajadores forestales, resultado que debe ampliarse de manera progresiva a otros territorios espirituanos.

“Pretendemos extendernos a La Sierpe y a la cabecera municipal, y hacer valedero el objetivo de la empresa: plantar árboles y fomentar los bosques para la producción de madera, sin desdeñar el aporte a la preservación del medio ambiente”, comentó Arnaldo Solano Reyes.

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