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Más que sumar y restar

Quizás porque dos contadoras formen parte de mi familia más cercana es que aprecie esa especialidad económica con mayor susceptibilidad. Puede ser, pero también se debe a lo apreciado en el quehacer reporteril a través del tiempo. He escrito sobre el tema en varias ocasiones, pero vale la pena retomarlo.

No se trata solo de que les otorguen a los que la ejercen más jerarquía de la merecida, sino la que le corresponde justamente, dado el extraordinario valor que tiene la contabilidad como parte de las gestiones productivas o de servicios, ya sea en una empresa que maneje financieramente cientos de millones de pesos o de una pequeña cafetería, con una oferta no tan amplia y, por tanto, con pocos ingresos.

No por casualidad, en los Lineamientos Generales de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, se plantea: “Continuar fortaleciendo la contabilidad para que constituya una herramienta en la toma de decisiones y garantice la fiabilidad de la información financiera y estadística, oportuna y razonablemente”. Sabia orientación táctica y estratégica, toda vez que esa rama es la encargada de cuantificar, medir y analizar las operaciones y la realidad económica y financiera de las organizaciones o empresas, con el fin de facilitar la dirección y el control, y presentar la información, previamente registrada, de manera sistemática para las distintas partes interesadas.

Su finalidad es suministrar información, en un momento dado, de los resultados durante un período de tiempo, de tal manera que sea de utilidad a los interesados para la adopción de decisiones, a fin de chequear la gestión pasada y controlar la presente y futura, sobre la base de decisiones que garanticen racionalidad y eficiencia.

Mucho me he preguntado —y lo hago de nuevo— cómo resulta posible que un director general y, por tanto el principal de una entidad, no le preste la atención debida al equipo contable ni tome en cuenta con la seriedad que requiere sus informes, alertas y controles. ¿Cómo entender que para exponerle a un periodista —como me ha sucedido en más de una ocasión— el estado de la salud económica de una empresa, su director requiera la presencia, el conocimiento y la información del subdirector responsabilizado con esa rama o del jefe de contabilidad?

No se trata de que de la noche a la mañana él tenga que convertirse en un economista avezado, pero sí de que se interese, estudie y capacite en los aspectos que le son inherentes y que forman parte de la cartera de asuntos que se necesita dominar para hacer eficaz el siempre complejo proceso de dirección.

Pero hay más. La contabilidad es una herramienta esencial para fortalecer la vigilancia interna y mantener todo en orden. En reiteradas ocasiones, Gladys Bejerano Portela, contralora general de la República, ha insistido en que la falta de control propicia las condiciones para que ocurran los siempre lamentables hechos de corrupción y los delitos.

Por eso, la utilización real y periódica de lo que esa especialidad genera y pone en manos de los directivos, y el respaldo y la atención que requieren los contadores tienen que ser tareas esenciales y diarias en los centros de trabajo y sobre lo que también deben informar de manera periódica en las asambleas de afiliados para conocimiento del colectivo de trabajadores.

Hay quienes afirman que la labor contable es ingrata. Ciertamente no la considero así, a pesar de la subvaloración de que ha sido —y de alguna manera es— objeto en diferentes entidades, muchas más de las debidas. Los primeros que deben apreciar y defender el valor de lo que hacen son los que la ejercen, quienes están en el derecho de exigir, a la vez, que el fruto de su trabajo sea tenido en cuenta como corresponde.

La Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (Anec) le ha dado, dentro de su amplio espectro, la significación que merece esa especialidad. Muestra de ello son los encuentros internacionales de Contabilidad, Auditoría y Finanzas que se han efectuado y cuya edición número once tendrá lugar del 22 al 24 de mayo próximo, con la participación de unos 400 especialistas cubanos y extranjeros.

Si la contabilidad es tan antigua como la propia humanidad y si el ser humano realizó cuentas antes de desarrollar la escritura para dejar constancia de los datos económicos y el patrimonio, por qué entonces no verla y apreciarla en su real dimensión, mucho más allá de la simple operación aritmética de sumar y restar.

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