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Alimentación, también asunto de peso

Las cifras son aplastantes: cerca del 58 % de los habitantes adultos de América Latina y el Caribe vive con sobrepeso (unos 360 millones de personas), mientras que el 23 % (140 millones) padece de obesidad. Tales datos, divulgados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en su informe Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2016, demuestran que aun cuando se ha reducido el hambre en la zona, otras formas de malnutrición continúan afectando a los pobladores del área.

La situación anterior es resultado del poco acceso a alimentos saludables y de los cambios en los patrones de consumo: las preparaciones culinarias tradicionales con víveres frescos han disminuido considerablemente.

En exclusiva para Trabajadores, el representante de la FAO en Cuba, Theodor Friedrich, explicó que ese “problema preocupante, con graves repercusiones para la salud” se debe a los modos de vida urbanizados, al crecimiento económico y a la integración de la zona en los mercados internacionales. Esto ha provocado un incremento de los productos ultraprocesados, con baja densidad de nutrientes y un alto contenido de azúcares, sodio y grasas.

Asimismo, Friedrich recordó que gran parte de la responsabilidad corresponde a la falta de educación nutricional y de legislaciones que exijan normas de etiquetado para alertar sobre el contenido de lo que compramos.

Todos esos componentes repercuten en que Chile, México y Bahamas, por ejemplo, sean los países con mayores tasas de sobrepeso; en tanto los más altos índices de obesidad prevalecen en el Caribe: Bahamas, Barbados, así como Trinidad y Tobago.

Un dato revelador del informe es que en más de 20 naciones latinoamericanas y caribeñas la tasa de obesidad femenina es 10 % mayor que la de los hombres. Esa diferencia tiene un origen multifactorial y está relacionada con los estereotipos vigentes que le atribuyen a la mujer roles de género vinculados al hogar y la ponen en desventaja para conseguir empleo, lo que propicia una vida relativamente más sedentaria.

Para frenar este problema, que podría conducir a enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes y el cáncer, Friedrich considera que han de potenciarse programas de capacitación sobre cultura alimentaria desde la niñez. Otros pasos importantes contra ese mal que afecta a la región son fomentar una agricultura familiar y diversa, desarrollar planes de seguridad alimentaria, así como promover normas de etiquetado que permitan una elección consciente a los consumidores.

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