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Exportar desde la mente

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Con lo que se cuenta puede hacerse más si el empeño de aumentar las exportaciones, la voluntad y las gestiones se fortalecen aún más. Foto: Agustín Borrego.

 

En una empresa estatal socialista que he visitado en dos ocasiones recientemente escuché con beneplácito a su director general referirse a las realizaciones concretas y proyecciones con el fin de encontrar mercados, fundamentalmente en el área del Caribe, y comenzar las exportaciones.

¡Qué bien!, me dije, pues es básico que los directivos y también los integrantes de los colectivos laborales, en los sectores con posibilidades reales, tengan una mentalidad exportadora y mucho menos importadora, por la necesidad imperiosa de nuestra economía de aumentar las ofertas y ventas en el mercado internacional y disminuir las adquisiciones, sobre todo de los productos y renglones que pueden producirse en el país.

Lamentablemente no en todos los lugares y sectores sucede como en la excelente entidad visitada. Por ejemplo, conozco el caso de una empresa que, con algunas inversiones, puede ahorrarle al país cuantiosas importaciones y a pesar de las reiteradas propuestas realizadas, no ha tenido oídos receptivos ni contado con la voluntad para ejecutarlas, mientras se siguen adquiriendo en el siempre costoso y oscilante en precios mercado internacional los renglones que en ella podrían fabricar.

Es que la cuestión radica, concretamente, en tener y mantener activa una mentalidad proactiva al respecto.

Aunque queda mucho por hacer y todavía los resultados no cubren las necesidades y están alejados aún de las potencialidades, lo que se realiza en la producción de granos en entidades agrícolas evidencia que sí es posible avanzar en ese empeño. Una tonelada (t) de arroz en el mercado internacional cuesta 520 dólares, mientras obtenerla en áreas agrícolas del país requiere de 405. Una siempre resta demuestra que se ahorran 115 dólares con cada una, los que al multiplícalos por las miles, hacen muy notable la cifra.

Otro buen ejemplo en ese sentido está la producción de carbón vegetal, fundamentalmente de marabú, para exportar. Por su amplia utilización ha ganado aceptación como combustible para hornos de hacer pizzas y panes en Europa y el Oriente Medio y también por su empleo doméstico. Hoy constituye un renglón más de la cartera de ventas en el exterior, con un precio aceptable, y permitió concretar la primera adquisición de un renglón cubano por parte de los Estados Unidos en más de 50 años de restricciones comerciales.

Reducir las importaciones de otros productos esenciales para la alimentación y que pueden obtenerse en el país resulta esencial. Algunas cifras así lo demuestran. Una tonelada de maíz vale en estos momentos algo más de 220 dólares, igual cantidad de leche en polvo entera, 3 mil 234 y de café, más de 2 mil 30.

En el listado de países exportadores, Cuba ocupa el lugar 139. Las exportaciones, según cifras reflejadas en Internet, rondan los 1,4 miles de millones de dólares y las importaciones, los 6,82 miles de millones, dando como resultado un saldo comercial negativo de 5,42 miles de millones.

Cierto es que el país no está dotado de recursos naturales que posibiliten disponer de una cantidad significativa de rubros exportables, pero con lo que se cuenta puede hacerse más si el empeño, la voluntad y las gestiones se fortalecen aún más.

Lógicamente, no puede dejar de considerarse el efecto muy negativo del bloqueo económico, comercial y financiero del gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, el que trata de frenar todas las operaciones que nuestra nación intente realizar en el exterior, ya sea para adquirir, vender o negociar. Pero contra él hemos luchado y debemos seguir haciéndolo, porque las perspectivas de su lógica y justa eliminación no se aprecian a cercano plazo.

Entre los Lineamientos referidos a los temas abordados, figuran dos que plantean: “Elevar la eficiencia en la gestión de las empresas vinculadas al comercio exterior para incrementar y consolidar los ingresos por concepto de exportaciones de bienes y servicios; crear una real vocación exportadora a todos los niveles, fundamentar con estudios de mercado las decisiones más importantes y estratégicas; continuar la flexibilización de la participación de las entidades nacionales en el comercio exterior”, e “Incrementar la eficiencia en la gestión importadora del país, haciendo énfasis en la disponibilidad oportuna de las importaciones, su racionalidad, el uso eficaz del poder de compra y el desarrollo del mercado mayorista”.

Se trata en fin, de dedicarle más tiempo a pensar cómo incrementar las exportaciones y reducir las importaciones, concebir ideas y proyectos y propiciar la materialización de los acertados y posibles.

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