13 de marzo: José Antonio siempre en primera línea

13 de marzo: José Antonio siempre en primera línea

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“Desde el primer momento se caracterizó por su carácter alegre, amistoso, de ese tipo de persona que solo con su forma de ser y su comportamiento ya conquista la simpatía de los demás”, dijo el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz acerca de José Antonio. Foto: Archivo

 

Quien visite hoy el Museo de la Revolución podrá tener una idea aproximada de la intensidad desatada en esa edificación, cuando el 13 de marzo de 1957 más de 40 asaltantes se enfrentaron con la guarnición del entonces Palacio Presidencial, con el propósito de ajusticiar al tirano Fulgencio Batista.

De lo allí vivido dan fe más de 300 impactos de proyectiles encontrados en las paredes y el piso del patio interior, durante la restauración capital que se lleva a cabo en la instalación. Otras huellas de la acción, por su magnitud, fueron cubiertas.

Más de 300 impactos de proyectiles encontrados en paredes y piso del patio interior del Palacio Presidencial, en los trabajos de restauración, dan fe de la intensidad del ataque. Foto: Eddy Martin

 

El heroísmo salió a las calles

En esa fecha dos comandos del Directorio Revolucionario, bajo la dirección de José Antonio Echeverría Bianchi, secretario general de esa organización y presidente de la Federación Estudiantil Universitaria, se lanzaron al ataque: uno de 15 hombres, encabezado por el propio José Antonio, tomó la emisora Radio Reloj, donde él comenzó a leer una alocución en la que anunciaba al pueblo el ajusticiamiento revolucionario del déspota, pero sus encendidas palabras quedaron inconclusas al ser interrumpida la transmisión.

El otro, guiado por Carlos Gutiérrez Menoyo, armado de fusiles y ametralladoras, marchó hacia la sede presidencial, en dos automóviles y un camión furgoneta de entrega de paquetes a domicilio. Una vez en el lugar, solo una parte pudo penetrar en la edificación, por la puerta sur, mientras al resto le resultó imposible debido al volumen de fuego generado de inmediato, que ocasionó heridas a algunos de ellos.

Los que pudieron entrar dominaron parte de la planta baja y varios llegaron a la segunda, en busca del despacho del presidente, pero no lo encontraron porque, al parecer, logró escapar a la azotea mediante una puerta secreta adjunta al sitio. El avance de los atacantes se vio impedido por el intenso e incesante fuego, y muchos quedaron fuera de combate. Ante esa realidad, unida al agotamiento del parque y a la no llegada del grupo de apoyo, se impuso la retirada.

El alma de aquel patriótico empeño

El principal inspirador y ejecutor de las osadas acciones del 13 de marzo de 1957 fue José Antonio Echeverría, un joven cardenense nacido el 16 de julio de 1932. Llegado a la Universidad de La Habana en 1950 para estudiar Arquitectura; por su carácter alegre y amistoso ganó el aprecio y simpatía de sus condiscípulos, que no tardaron en elegirlo como delegado de asignatura y de curso. En el siguiente curso resultó reelegido y designado secretario general de la Asociación de Estudiantes de la Facultad de Arquitectura. Estuvo entre los numerosos cubanos que, ante el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, se mantuvieron en el recinto en espera de las armas ofrecidas por el presidente Carlos Prío Socarrás para defender el orden constitucional.

Así se fue curtiendo en la lucha, y en el curso 1953-1954 asumió como presidente de la Federación Estudiantil Universitaria, para el cual fue reelecto en los años sucesivos. En diciembre de 1955 fundó el Directorio Revolucionario, proceso en el que emergió como su secretario general. Meses más tarde, el 29 de agosto, rubricó con Fidel Castro Ruz la Carta de México.

De izquierda a derecha: José Antonio, Fidel y René Anillo, en
México, en ocasión de las conversaciones para la firma de la
Carta de México. Foto: Archivo

 

En el artículo titulado El histórico encuentro entre Fidel y José Antonio Echeverría, publicado en Granma el 29 de agosto del 2011, René Anillo Capote —quien como miembro de la dirección del Directorio Revolucionario participó en las conversaciones que concluyeron con la firma de ese documento—, indicó que este demostró “(…) en coyuntura tan aciaga, luego de más de cuatro años de secuestro del poder político y la soberanía nacional, que lo mejor de la juventud cubana es capaz de unirse y garantizar lo indispensable en los momentos de lucha aguda y cruenta: ‘Unir sólidamente sus esfuerzos en el propósito de derrocar la tiranía y llevar a cabo la Revolución Cubana’”.

En texto previamente escrito aquel 13 de marzo, devenido su testamento político, José Antonio expresó:

“Nuestro compromiso con el pueblo de Cuba quedó fijado en la Carta de México, que unió a la juventud en una conducta y una actuación. Pero las circunstancias necesarias para que la parte estudiantil realizara el papel a ella asignado no se dieron oportunamente, obligándonos a aplazar el cumplimiento de nuestro compromiso. Creemos que ha llegado el momento de cumplirla. Confiamos en que la pureza de nuestra intención nos traiga el favor de Dios para lograr el imperio de la justicia en nuestra patria.

“Si caemos, que nuestra sangre señale el camino de la libertad. Porque, tenga o no, nuestra acción el éxito que esperamos, la conmoción que originará nos hará adelantar en la senda del triunfo”.

En discurso pronunciado el 13 de marzo de 1991, con motivo del aniversario 34 de la epopeya, Fidel se refirió a José Antonio en los términos siguientes:

“(…). Desde el primer momento se caracterizó por su carácter alegre, amistoso, de ese tipo de persona que solo con su forma de ser y su comportamiento ya conquista la simpatía de los demás. Era muy activo. Lo recuerdo en los primeros meses después del golpe de Estado de 1952 en las manifestaciones y en las luchas de los estudiantes (…).

“Él se fue destacando y va ascendiendo, y en aquella lucha durísima, que se hizo mucho más dura después del 26 de julio de 1953, José Antonio va ascendiendo hasta que llega al cargo de presidente de la Federación Estudiantil Universitaria.

“Él imprimió a la Federación Estudiantil toda su energía y su espíritu, y creció mucho el espíritu de combate de los estudiantes, libraron tremendas batallas contra la policía. Recuerdo que nosotros estábamos presos y ellos en la calle en diversas manifestaciones de protesta y de lucha. Después, cuando nosotros ya habíamos salido de Cuba para preparar lo que después fue la expedición del Granma –entonces no había barco ni sabíamos cómo se llamaría–, los estudiantes también libraron grandes batallas, fuertes, fortísimas, contra la policía, eran batallas campales, y ahí estaba, en primera línea siempre, José Antonio”.

Acerca del autor

Graduada de Licenciatura en Periodismo, en 1972.
Trabajó en el Centro de Estudios de Historia Militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en el desaparecido periódico Bastión, y como editora en la Casa Editorial Verde Olivo, ambos también de las FAR. Actualmente se desempeña como reportera en el periódico Trabajadores.
Ha publicado varios libros en calidad de autora y otros como coautora.
Especializada en temas de la historia de Cuba y del movimiento sindical cubano.

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