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El deporte que ennoblece y salva

“Mi vida ha sido el deporte”, dice espontáneo este hombre de complexión robusta y gestos campechanos como si en esa frase quisiera resumir su existencia hasta ahora, lo cual resulta imposible dada su trayectoria.

Tomás recibe la Orden al Mérito Deportivo de  manos de Federico Hernández, primer secretario del Partido en Granma. Foto: De la autora

 

Justo ahí estuvo uno de sus actos de humildad y sencillez.  Ante la insistencia por conocer sobre su formación y experiencias, para muchos asombrosa, Tomás Marrero decide contar solo algo, pues “no me gusta presumir.

“Desde que nací lo que veía en mi casa eran guantes, pelotas, pinchos y uniformes de béisbol porque mi papá trabajaba en el mundo del deporte. Por eso no es de extrañar mi vocación de ser profesor de Educación Física.

“En la década de los 70 era muy difícil acceder a esa carrera por lo que estudié veterinaria; la cual ejercí por poco tiempo porque lo que me atraía más era el deporte.

“Luego de cumplir el Servicio Militar Activo continué buscando la posibilidad de estudiar lo que quería y en mi municipio, Bartolomé Masó, me dijeron que la oferta era como habilitado en Providencia, en pleno corazón de la Sierra Maestra. Como sabía que ese era mi destino, acepté”.

Cuando llega a esta parte del relato, Tomás se anima. Los recuerdos de esa etapa de juventud se mantienen frescos. Siempre sonríe.

“Allí me llegó la convocatoria de Maestro Sierra Maestra, una de las iniciativas de la Revolución para afianzar la educación en la serranía. Estuve 14 años y en ese período me hice licenciado. Es lo más lindo que he hecho: dedicar mis primeras clases a los niños, pues son quienes realmente necesitan más de nosotros.

“Comprobé que en esas zonas existen talentos que estamos perdiendo, pues logré más de 200 medallas en juegos nacionales. Otro momento inolvidable y motivo de orgullo fue la visita de Fidel en 1982 porque dijo que la escuelita, casi perdida en la geografía, era mejor que las de las ciudades por sus condiciones y resultados”.

Por asuntos personales, y pese a su voluntad, Tomás regresó al pueblo donde nació. Sin intención de abandonar la profesión se especializó en entrenamiento de tiro deportivo y volvió a dar riendas sueltas a su afición.

“El local donde comenzamos a trabajar estaba abandonado desde hacía muchos años. Con nuestra iniciativa y voluntad hicimos reparaciones hasta convertirlo en una institución digna. Desde entonces hemos logrado más de 150 medallas en diferentes certámenes y tributado atletas directamente al equipo nacional, incluso con récords a este nivel.

“Evelín Ríos Corujo, de pistola, salió de allí y no pasó por la Escuela de Iniciación Deportiva (Eide) ni por la Escuela de Perfeccionamiento Atlético (Espa). Quiere decir que ha sido una importante cantera para la provincia. Nos mantenemos con equipos muy buenos. Cada año aportamos hasta el 60 % de los competidores que participan en juegos nacionales.

“Hoy todos los campos de tiro están en las cabeceras de provincia y este es el único del país que queda en otro municipio. Aquí estamos, a todo pulmón y sacando medallas, como nos gusta decir.

“Esa ha sido mi vida. Tengo que agradecer a mucha gente: a mi familia y a la Revolución, porque sin ella esto no hubiera sido posible”.

Con una trayectoria curricular que lo respalda Tomás Marrero recibió en Bayamo, hace apenas tres meses, la Orden al Mérito Deportivo que otorga el Consejo de Estado.

“Para mí ha sido algo tremendo. En estos momentos recuerdo a mi padre, que fue un gran jugador de primera base en la pelota. Le decían Toto Marrero, pero le tocó lidiar con Gerardo Olivares en esa etapa y aunque nunca logró llegar al equipo Cuba, sí fue muy reconocido en la entonces región oriental. Luego del triunfo de la Revolución fue el primer director del Inder que tuvo Bartolomé Masó. A él le debo mi pasión por el deporte, y también esta medalla”.

Tomás ha realizado aportes notables no solo en la arena nacional, sino fuera de las fronteras.  En su hoja de vida destaca la condición de Vanguardia Nacional, que mereció en ocho ocasiones, los resultados sobresalientes en el movimiento de innovadores y racionalizadores (ANIR) así como la condecoración de Educador Ejemplar.

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