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El inolvidable Paco Cabrera

El Comandante del Ejército Rebelde, Paco Cabrera.
El Comandante del Ejército Rebelde, Paco Cabrera.

Lo que no pudieron los esbirros ni las balas lo logró la casualidad, cuando en la madrugada del 27 de enero de 1959, en el aeropuerto internacional de Maiquetía, en Venezuela, la hélice de un avión segó la vida del comandante Francisco Cabrera Pupo, Paco, destacado combatiente de la Sierra y el llano.

Nacido el 5 de diciembre de 1924 en la finca Aguadita, en Velazco 29, Puerto Padre, en la entonces provincia de Oriente y perteneciente actualmente a la de Las Tunas, sufrió en carne propia las consecuencias del abandono en que vivía el campesinado cubano. Hijo de jornaleros agrícolas, solo pudo alcanzar el cuarto grado de escolaridad porque el trabajo se perfiló como brújula de su vida.

Militante ortodoxo desde muy joven, el golpe de Estado encabezado por Fulgencio Batista, en marzo de 1952, suscitó su protesta en unión de otros revolucionarios de Vázquez, Delicias, Pozo Prieto y Merchán. Hacia este último lugar se había trasladado la familia tras adquirir una pequeña finca, cuando ya Paco estaba casado y tenía tres hijos; otros tantos le nacieron de un segundo matrimonio.

En La Jíbara, ese mismo grupo manifestó su total apoyo a los participantes en los sucesos del 26 de julio de 1953, pocos días después del heroico acontecimiento. Una vez fundado el Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7), se incorporó a él.

En enero de 2009, el coronel (r) Orlando Pupo Peña, su primo y compañero de ideales, refirió a esta periodista que Paco integró uno de los grupos organizados por Frank País García en la zona de Delicias para que, bajo la dirección de Guillermo Domínguez, participara en las acciones de apoyo al desembarco de la expedición del yate Granma.

En relación con ese hecho, el entrevistado contó:

«El 29 de noviembre de 1956 nos dispusimos a cumplir las misiones que nos habían confiado. Al grupo de Paco le correspondía atacar el cuartel del central Delicias, pero no pudieron porque las armas no les llegaron. El régimen desplegó una gran fuerza para capturar a los revolucionarios, y él estuvo entre los apresados. Trasladado a Holguín, lo torturaron y golpearon, pero por falta de pruebas fue puesto en libertad».

De la clandestinidad a la Sierra Maestra

Meses más tarde, en marzo, Orlando se incorporó al Ejército Rebelde como parte del primer refuerzo enviado por Frank País García desde Santiago de Cuba; Paco lo hizo con el segundo, después del combate de Uvero, librado el 28 de mayo de 1957, y en la Columna No. 1 José Martí, bajo el mando de Fidel, alcanzó el grado de teniente.

Tanto él como Orlando estuvieron entre los combatientes asignados a la Columna No. 4, comandada por Ernesto Guevara de la Serna, Che, y como parte de ella participaron en el primer combate de Pino del Agua, el 17 de septiembre de 1957, en el cual Paco tuvo una destacada participación.

El Comandante del Ejército Rebelde Paco Cabrera (al centro) junto al Comandante en Jefe Fidel Castro.

 

Durante la Ofensiva de Verano del ejército de la tiranía (mayo-agosto de 1958), ya con grado de capitán –-alcanzado en el combate de Veguitas–-, su pelotón fue uno de los que rechazaron al batallón del sanguinario teniente coronel Ángel Sánchez Mosquera cuando se dirigía a Santo Domingo.

«En esa etapa, un fuerte dolor obligó a que fuera operado de la apéndice. Una vez derrotada la ofensiva enemiga y desaparecida la Columna No. 4 con la creación y envío de otras hacia nuevos territorios, ambos nos reincorporamos a la Columna No.1: él como jefe de seguridad de la Comandancia General, y yo, como miembro de la escolta del Comandante en Jefe», precisa Pupo Peña.

Un hombre que se daba a querer

Orlando lo recuerda como un hombre «muy noble, familiar, sociable, desprendido, y sobre todo muy amigo, muy compañero, que rápidamente se ganaba el afecto de quienes lo rodeaban».

Así lo manifestó también Adabella Acosta Pompa, integrante de la escuadra del pelotón femenino Mariana Grajales encargada de la seguridad de la Comandancia. Para ella fue «un jefe muy activo y humano, que mantenía excelentes relaciones con todos los compañeros y una perenne preocupación por cada una de nosotras, debido a las difíciles condiciones en que debíamos cumplir nuestro cometido».

Por el intenso quehacer de la tropa bajo su mando durante los combates de Baire y Maffo, a finales de diciembre de 1958 fue ascendido a comandante.

Tras el triunfo del primero de enero de 1959 continuó desempeñándose como jefe de la escolta del Comandante en Jefe del Ejército Rebelde, y como tal lo acompañó en el viaje de este a Venezuela, el 23 de ese propio mes.

En relación con su muerte, Orlando, miembro de la escolta que acompañó al líder de la Revolución en aquella visita, indicó:

«A nuestra llegada al aeropuerto de Maiquetía, tuvimos que dejar  determinado tipo de armas; solo quedaron en nuestro poder las pistolas y, en el caso de los escoltas, algunas sub ametralladoras. Lo cierto es que llegado el momento de la partida se tornó difícil localizarlas. Ya estábamos acomodados en el avión y este listo para comenzar las maniobras de despegue, cuando aún Paco andaba en los trajines de localizar nuestro armamento.

“Y nos llegó la noticia de su muerte, alcanzado por la hélice. El suceso nos consternó a todos, y el dolor apagó la alegría que sentíamos por el éxito de aquella visita», concluyó.

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