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La ilusión del ilusionista

El Mago Lázaro.

El Mago Lázaro. Foto: Vladimir I. Zúñiga

Entrevista al Mago Lázaro, prestidigitador cubano de renombre y reconocido por la elevada calidad de sus actos

La magia, según está definido, es el arte con que se pretende producir resultados contrarios a las leyes naturales conocidas, valiéndose de ciertos actos o palabras, la habilidad de realizar cosas extraordinarias mediante trucos y juegos de manos.

Evidentemente, bien realizada cautiva a los pequeños y también a los mayores. Y es muy diversa.

Para acercarnos a ella conversamos con Lázaro E. González Muñoz, conocido en el mundo artístico por el Mago Lázaro, prestidigitador de renombre y reconocido por la elevada calidad de sus actos.

¿Qué le motivó ser mago?

Desde niño me gustó siempre el arte, la música, el teatro y el circo. Yo pase mi infancia en una zona rural del municipio de Jatibonico, llamada Purialito. Cuando tenía ocho años vi allí por primera vez a un mago que formaba parte de una brigada cañera y en las horas libres daba funciones con otros artistas para todos los que residíamos en la comunidad y los albergados. Años después, mis padres se mudaron para la cabecera municipal y cerca de la casa vivía un mago aficionado llamado Pedro Mursusi, quien fue mi primer maestro.

¿Qué significan 30 años de vida artística?

Siento la satisfacción de haberme mantenido ininterrumpidamente durante tanto tiempo, tratando siempre de mejorar el repertorio y la profesionalidad.

¿En qué consiste, concretamente, esa manifestación artística?

En crear efectos visuales despojado de lo sobrenatural. Todo se logra por las habilidades del practicante. También está presente la tecnología. A la magia le llaman prestidigitación e ilusionismo y tiene diferentes disciplinas: cartomagia, grandes ilusiones, mentalismo…

¿Cómo logró alcanzar las habilidades?

Con la observación y el estudio, de manera autodidacta, de todo tipo de material con temas vinculados a la psicología y la sociedad, a través del intercambio con las personas y escuchando sus opiniones, consejos, experiencias…

¿Qué características debe tener un buen mago?

Ante todo, respetar al público para el que trabaja, tener ética, amar el arte, estar dispuesto a llevarlo hasta los lugares más apartados y que su puesta en escena despierte en las personas estados de ánimos favorables, distraiga y resulte curiosa por acercarse a lo desconocido.

¿Cuál considera su mejor número y por qué?

Se nombra Los aros chinos. Me lo montó un gran maestro: El Mago Peter, recientemente fallecido. Ese acto de ilusionismo no pasa de moda y el público lo disfruta y se impresiona siempre que lo ve.

¿A qué magos cubano y extranjero admira más?

En Cuba el Mago Ayra, de Santiago de Cuba. Está muy bien preparado profesionalmente, cuenta con amplio renombre y ha sido formador de varias generaciones. En el extranjero al estadounidense David Copperfield, quien posee una muy elevada capacidad actoral y números muy impresionantes.

¿Cómo valora la salud de la magia actual en Cuba?

No es buena, aunque hay excelentes magos. Lamentablemente no contamos con una Asociación del Arte del Ilusionismo que responda a los intereses de los que mantenemos viva esa profesión. Esperamos que un día ese sueño se convierta en una realidad.

¿Qué ilusión le falta aún lograr al ilusionista?

Me gustaría montar un espectáculo de ilusionismo con un corte de actualidad, pero con el estilo del Gran Dary, mago espirituano fallecido en Estados Unidos en el siglo pasado. Sus espectáculos serán siempre recordados, por las múltiples sorpresas y los montajes asombrosos que mantenían a los espectadores muy atentos y motivados.

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