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Sobre la cerveza en Campechuela

Luego de varios meses de espera, llega la respuesta a las inquietudes de César Miguel Labrada Leyva, trabajador de la Empresa de Comercio y Gastronomía (ECG) de la provincia de Granma. Su preocupación —relacionada con la calidad de la cerveza embotellada que vende en el establecimiento La Playa del municipio de Campechuela, donde labora— se publicó en Buzón a inicios del mes de mayo del actual año.

Ahora, desde la cervecería de Santiago de Cuba, Hatuey, responde Eduardo Griñán Caballero, director de la unidad empresarial de base (UEB) de Comercialización.

Al respecto, aclara que el producto al que se refiere el lector es elaborado en la UEB de Granma y comercializado por la Empresa Mayorista Productos Alimentos y Otros Bienes de Consumo (Empa) del territorio; la de Bebidas y Refrescos (Ember), mencionada por el remitente, no participa de ninguna manera en su distribución.

Griñan comenta además que la cerveza embotellada está avalada por certificados de calidad conforme a las regulaciones cubanas y posee una durabilidad de un mes como mínimo, que puede extenderse entre tres y seis meses en condiciones productivas óptimas y de conservación adecuada.

Para determinar si está fuera de las normas o parámetros, continúa, hay que conservar la muestra testigo para que los fabricantes puedan examinarla, y si fuese necesario también un tercero competente.

Aunque la premisa de la entidad es mantener la satisfacción del consumidor, reconoce que “la industria no está exenta de, en algún momento, pasar por situaciones tecnológicas desfavorables que tiendan a afectar la calidad, en ocasiones sin dejar de ser consumibles, y eso provoca malestar”.

Entre los derechos de los clientes, mayoristas o no, está el de comprar las bebidas con los parámetros de calidad aprobados y pactados, de existir alguna inconformidad pueden reclamar y devolverlas, declara. En ese caso, la empresa “correrá con la obligación de reponerlas a través de los mecanismos establecidos, que desde hace bastante tiempo existen y funcionan. Solo se resarce con dinero a través de instrumentos de pagos vigentes como transferencias o cheques controlados”.

Basado en lo antes expuesto, el directivo puntualiza que cuando en las unidades gastronómicas se detecten problemas con la calidad del producto, el dependiente tiene todo el derecho de retirarlo de la venta y regresarlo a sus elaboradores, sin necesidad de pagarlo de su bolsillo, como fue el caso de César Miguel. La ECG lo entrega a la Empa del territorio y esta al productor, que es quien restituye el valor íntegro de lo devuelto, concluye.

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