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“Gómez tiene mucho que decirnos todavía”

Máximo Gómez Báez

Máximo Gómez Báez
Máximo Gómez Báez

 

No por gusto José Martí ofreció a Máximo Gómez Báez la máxima jefatura del Ejército Libertador para la guerra que organizara con pasión de orfebre. Es que aquel hombre, nacido en Baní, República Dominicana, el 18 de noviembre de 1836, y llegado a Cuba en junio de 1865, se sumó desde los días iniciales a la gesta independentista emprendida por Carlos Manuel de Céspedes en octubre de 1868, y a partir de entonces sirvió fielmente a la causa cubana.

Con motivo del aniversario 180 del natalicio del insigne guerrero, el Doctor en Ciencias Históricas Joel Cordoví Núñez, vicepresidente del Instituto de Historia de Cuba, conversó con Trabajadores acerca de su impronta en la lucha de los cubanos por liberarse del coloniaje español, y de lo que significó y significa esa personalidad para nuestro país.

“Como bien ha planteado Fidel en varias ocasiones, y la propia historia así lo demuestra, entre los importantes jefes militares que estuvieron bajo el mando del mayor general Máximo Gómez figuran hombres como Antonio y José Maceo, que surgidos del pueblo pelearon junto a él desde 1870-1871, a raíz de la invasión a Guantánamo, y a quienes transmitió toda su experiencia y talento militar.

“El Generalísimo, como justamente se le reconoce, no solo se dio a la tarea de participar en la contienda bélica cubana, sino también a formar a los hombres de esta isla para que estuvieran en condiciones de contribuir a la revolución; su discípulo más aventajado fue Antonio Maceo”.

Señala que desde la Guerra de los Diez Años, cuando Gómez llegaba a una región y se hacía cargo de un cuerpo de ejército, ponía todo su empeño en la formación de cuadros de mando que le permitieran llevar a cabo su estrategia, porque aún no existían antecedentes.

“Enseñó y educó a partir de la premisa del ejemplo personal. Era el primero en la lucha. Por supuesto, con ese carisma que le daba la experiencia, el olfato de jefe militar, de gran táctico, y sobre todo, de gran estratega, lo cual inspiraba confianza en las tropas. Las crónicas escritas por Orestes Ferrara son más que evidentes: a veces, cuando se pensaba que el plan de Gómez iba a llevar al fracaso, al final resultaba; y los constantes triunfos de las armas cubanas por él lidereadas le iban dando un respaldo entre los más destacados sectores.

“Es cierto que fue muy criticado por sus métodos de mando, pero en condiciones de guerra y con una base social en su mayoría campesina, sin conocimientos y no siempre con la disciplina militar necesaria para realizar acciones, desde luego que su actuar resultaba bastante rígido, fuerte, y a la vez educativo, porque también lo sostenía su autodisciplina.

“De ahí su modo de conducirse para poder mandar a un conglomerado de personas inmerso en un proceso de independencia, pues no se trataba de cualquier cosa, sino de la independencia de Cuba.

“No reconocía grados a la hora de impartir el rigor; obraba de igual modo con un soldado que con un oficial, siempre y cuando violaran lo reglamentado”.

Dr. Joel Cordoví Núñez

 

No solo un hombre de guerra

Advierte el doctor Cordoví Núñez que el pensamiento de Gómez debe ser más conocido, no solo el militar, el cual se estudia bastante en nuestras academias y dentro de la historiografía militar ha aportado datos valiosos con investigaciones significativas al respecto. Considera preciso adentrarse en las ideas que sostenían toda esa proyección, es decir, en su ideario político-militar aún con total vigencia.

“Otra de sus facetas poco conocidas es la de escritor, lo cual hacía muy bien. Esto se aprecia en su correspondencia, mucha de ella desconocida, así como en sus escritos, porque escribió bastante, incluso obras de teatro, pequeñas, en las que no solo está la buena pluma, sino también un importante contenido, siempre ético, de principios morales.

“Como ejemplo de estas puede citarse la titulada La fama y el olvido, consistente en un diálogo entre la fama —alegórica a las grandes personalidades en la historia— y el olvido, a los hombres sin historia.

“Y hay que ver, porque detrás de eso se advierte una formación cultural adquirida de manera autodidacta, pues habla de Séneca, de Víctor Hugo, del mundo grecolatino, además de Bolívar, San Martín, Sucre… Es decir, poseía una formación cultural sólida, como por lo general solía ocurrir con personas procedentes de los sectores más populares, cuya formación con los maestros de escuela era muy poca, a veces recibida de los párrocos. Se trata de hombres que se fueron superando con una inteligencia natural”.

El historiador apunta que en los textos de Máximo Gómez y en toda su documentación, siempre el mensaje a los cubanos es de lucha por su independencia, de defender su soberanía, su cultura. “En 1901, aprobada ya la Asamblea Constituyente, en pleno proceso para el establecimiento de la república y de poner fin al Gobierno interventor estadounidense, Gómez escribió una carta al puertorriqueño Sotero Figueroa en la que le hablaba de los peligros que corría Cuba, y le confesaba tener mucho miedo.

“Le decía que los cubanos todavía tenían que defender lo que les quedaba de la revolución redentora: ‘su historia y su bandera’. La bandera, como símbolo de un pasado revolucionario, y la historia de ese pasado revolucionario.

“En ella señalaba que de lo contrario, los hijos, sin que se les pudiera culpar, apenas leerían algún viejo pergamino de las hazañas de las guerras, y esas no les inspirarían estudiarlas, sugestionados como habrían de sentirse por el escrito yanqui. O sea, para Gómez era esencial salvar la historia, la bandera, llevar a los hijos de los libertadores, a las generaciones futuras, ese espíritu de independencia, de soberanía, porque sabía que al frente había otra cultura avalada por un desarrollo industrial vertiginoso. Y además, lo decía: aquí tenemos ya los ferrocarriles, las grandes empresas, todo, y pueden sentirse mucho más sugestionados por ese desarrollo que por la propia historia de sus padres.

“Es el hombre que está dando la lección para el futuro, y nos la está dando para ahora, porque si nos quedamos solamente con el Gómez guerrero, y no tenemos en cuenta al hombre de ideas, al político, al de las enseñanzas políticas, nos vamos a quedar con una visión sesgada de su personalidad, o solamente seguir remitiéndonos a Martí o a alguna que otra frase de Maceo donde habla de cuestiones políticas.

“La sistematicidad en el estudio de hombres como él, que se destacaron sobre todo en el campo militar, con una grandeza avalada y sostenida por un pensamiento político fuerte, sólido, en proceso de radicalización, de madurez, por supuesto, nos permitirá saber realmente cuánto representan en nuestra historia y del mensaje por ellos legado.

“Gómez es un ejemplo, porque mucho dijo a los hombres de su tiempo y tiene que decir mucho todavía a los del nuestro y a los de las generaciones venideras”.

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