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Somalia, la mano que mueve la guerra

Foto: Hispana-tv
Foto: Hispana-tv

 

Asolada por una fraticida guerra civil que apenas ha conocido treguas desde su inicio en 1991, Somalia padece, además de una severa crisis humanitaria, los males provocados por la injerencia foránea en sus asuntos internos, en la que descolla, el Gobierno de Estados Unidos, con una presencia militar encubierta o no  en el convulso escenario de esa nación del Cuerno de África.

EE.UU. intervino militarmente por primera vez en el país en enero del 2007,  al bombardear posiciones islamistas utilizando aviones AC-130, como parte de un esfuerzo por capturar o aniquilar a combatientes de Al-Qaeda,  que se encontraban supuestamente infiltrados en las fuerzas opositoras al Gobierno.

La magnitud del actual involucramiento norteamericano en el conflicto ha sido recientemente difundida por el diario The New York Times, al revelar que  durante el último año la Casa Blanca intensificó  la guerra clandestina en Somalia con ataques aéreos, el uso de ropas de operaciones especiales y “contratistas privados”, a la par que arreció su campaña mediática contra los militantes islamitas.

El rotativo precisa que cientos de sus soldados ahora rotan a través de bases improvisadas en el territorio, lo que confirma una mayor presencia castrense de Estados Unidos en ese país, del que se había retirado en 1993 tras la batalla denominada en un filme Halcón Negro, en la cual murieron 18 efectivos norteamericanos.

Sin embargo, el Times apuntó que está guerra semioculta conlleva enormes riesgos, incluidos más fallecimientos de norteamericanos; los daños por ataques aéreos mal dirigidos que asesinan a civiles y la posibilidad de que la nación norteamericana se vea más implicada en los conflictos de Somalia, que en los últimos 23 años han causado la muerte a más de 300 mil civiles y originado millones de refugiados, dispersos  en países vecinos.

Pero, lo que no dijo el rotativo newyorkino es que esa injerencia resuma petróleo por todos sus poros y una mayor zona de influencia de EE.UU. en África.

En medio de tan adversas circunstancias, la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) han  demando con urgencia a la comunidad internacional a evitar el agravamiento de la crisis humanitaria, por la persistencia de las condiciones similares a las de la hambruna del año 2011 acompañada por el flagelo de la desnutrición, cuyas víctimas entre la población infantil se estiman en decenas de miles.

Desde el derrocamiento de la dictadura pronorteamericana de Mohamed Siad Barre en 1991, la situación interna somalí se encuentra sumida en un caos de inestabilidad, inseguridad e ingobernabilidad por la inexistencia de un poder central de aceptación nacional, a pesar que la comunidad internacional, reconoce al nuevo Gobierno federal del presidente Hassan Sheikh Mohamud, cuyo mandato se extiende a diversas zonas de Mogadiscio, la capital..

El resto del territorio está controlado por tribus y clanes ubicados en regiones  autónomas, mientras que el sur y el noroeste del país está ocupado por grupos vinculados al movimiento Al–Shabab, vinculado a Al-Qaeda, e integrado fundamentalmente por jóvenes,  y las  bandas terroristas del autoproclamado Estado Islámico y Al Nusra

Antigua colonia anglo-franco-italiana, Somalia obtuvo su independencia en 1960, pero desde entonces las rivalidades entre facciones y las luchas intestinas no han cesado, lo que condujo a que por presiones de Estados Unidos la ONU desplazara en 1993 un contingente armado de 28 mil efectivos, que hoy complementan las tropas de la Misión de la Unión Africana, con el objetivo de apoyar al limitado Gobierno y  velar por el restablecimiento de una paz que no ha cristalizado en 23 años de beligerancia..

La determinación del presidente Barack Obama, Premio Nobel de la Paz, deiIntensificar la guerra clandestina en Somalia, es continuidad de la “doctrina”  política que su antecesor, George W. Bush, implementó a partir del año 2003,como un nuevo diseño de los intereses geopolíticos y estratégicos de Estados Unidos hacia regiones del África Subsahariana, consideradas sumamente importantes por sus recursos energéticos, y territorio propicio para  rodearlo de bases militares,

Esa es la mano que mueve la guerra.

 

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