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Mucho ruido y pocas nueces

Al tratamiento mediático dado a la directiva presidencial de política sobre Cuba del presidente Barack Obama y a su nuevo paquete de medidas bien podría aplicársele la frase de mucho ruido y pocas nueces, alusión metafórica referida a aquellas cuestiones rodeadas de demasiados alardes cuyas consecuencias o contenidos resultan pobres o no alcanzan a satisfacer las expectativas. No es la primera vez que su Gobierno recurre a un planteamiento efectista cuando se acerca un evento donde puede ser seriamente golpeado como es la votación contra el bloqueo en la Asamblea General de la ONU.

No puede satisfacer las expectativas de los cubanos, como expresó Josefina Vidal Ferreiro, directora general de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX), porque a pesar de que “reconoce la independencia, la soberanía y la autodeterminación de Cuba, y a su Gobierno como un interlocutor legítimo, la directiva no oculta el propósito de promover cambios en el ordenamiento económico, político y social de Cuba”.

No hay dudas de que la administración de Obama pasará a la historia como la que reanudó las relaciones diplomáticas con la Mayor de las Antillas, un paso positivo en el empeño por que existan relaciones normales entre ambas naciones, pero también la historia recogerá que pudo haber hecho mucho, de acuerdo con sus prerrogativas presidenciales para contribuir al desmantelamiento del bloqueo, pero hizo poco.

El nuevo paquete de medidas, al igual que los anteriores, se encamina en la dirección correcta, pero siguen siendo pasos muy limitados que soslayan aspectos esenciales de las relaciones bilaterales, como el comercio, las inversiones y el uso del dólar en transacciones por parte de nuestro país, esto último anunciado por Obama desde el mes de marzo y que no se ha puesto en práctica, debido a los efectos intimidatorios de las multas récords impuestas por el Gobierno de Obama a bancos y compañías que se han relacionado con Cuba. Varias veces a lo largo de la directiva se aborda el interés por apoyar mayores cambios por parte del Gobierno cubano, y se llega a afirmar que incluso si el Congreso de los Estados Unidos llegara a levantar el “embargo” los cubanos no podrán realizar su potencial sin una reforma económica continuada.

El documento enfatiza el respaldo priorizado de Estados Unidos al desarrollo del sector privado, lo que está en consonancia con el discurso de Obama en su visita a Cuba, por considerarlo un posible agente de cambio, embrión del capitalismo que nos quieren imponer.

La Mayor de las Antillas es considerada como un socio emergente en la lucha contra el terrorismo y las amenazas a la salud, pasando por alto que Estados Unidos ha acogido al principal terrorista del hemisferio occidental, Luis Posada Carriles y antes lo hizo con Orlando Bosch, y que su respuesta ante las denuncias de los agentes cubanos que operaban en su territorio para evitar acciones de ese tipo, no fue operar contra los grupos que las estaban promoviendo, sino encarcelar a nuestros antiterroristas.

Y en cuanto a la salud, sus pretensiones de colaboración a nivel global chocan con cuestiones que por supuesto no se mencionan: el impacto del propio bloqueo sobre nuestro sistema sanitario y la persistencia del robo de cerebros y de mano de obra especializada del sector a través del llamado programa de Parole para Profesionales Médicos Cubanos, que afecta tanto al pueblo cubano como a pacientes de terceros países, ya que promueve la deserción de personal sanitario que labora en misiones internacionalistas.

En la directiva se incluyen pronunciamientos tan injerencistas como el siguiente: “La interacción de los Estados Unidos con el Gobierno cubano también se verá limitada por la continua represión de las libertades civiles y políticas en Cuba. Anticipamos que el Gobierno cubano continuará oponiéndose a las políticas y operaciones estadounidenses de migración y a los programas de democracia, Radio y TV Martí, la presencia de los Estados Unidos en la Base Naval de Guantánamo, y el embargo. El Gobierno de los Estados Unidos no tiene intención de modificar el tratado de arrendamiento vigente y otras disposiciones relacionadas con la Base Naval de Guantánamo, que permite a los Estados Unidos mejorar y preservar la seguridad regional”.

En pocas palabras: nuestros reclamos de que se eliminen la agresión mediática, la Ley de Ajuste Cubano, los programas dirigidos a promover cambios internos y las transmisiones radiales y televisivas ilegales, y que se devuelva el territorio ilegalmente ocupado en Guantánamo son no solo desoídos sino constituyen políticas ratificadas por el Presidente.

La directiva pretende hacer irreversible el camino emprendido por la presidencia de Obama en relación con Cuba y sin duda para ellos sí trae “muchas nueces”, porque como dijo en una declaración acerca de este texto, deja claro que sus políticas e intenciones son desterrar los viejos métodos fracasados con la nación cubana y dejar abierto el camino hacia nuevas tácticas con el mismo propósito de dominación.

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