Rigo, el “loco” de las fundiciones

Rigo, el “loco” de las fundiciones

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Empuñaduras de arco como estas se emplean hace más de 20 años en la Eide pinareña. Fotos: Del autor
Empuñaduras de arco como estas se emplean hace más de 20 años en la Eide pinareña. Fotos: Del autor

 

Rigo usa hace 35 años el mismo plato para alimentarse. Aún lustroso, de fondo amplio, mantiene idéntica estructura de cuando lo fundiera y moldeara con sus manos.

Profesor de Cultura Física, Rigoberto Hernández Hernández nació en Placetas, provincia de Villa Clara. Allí aprendió el arte de fundir, nunca abandonado. Hoy vive en Pinar del Río, y en su tallercito, aledaño al patio del hogar, ahorra miles de dólares al país.

Todavía en la Escuela de Iniciación Deportiva de Pinar del Río (Eide), emplean empuñaduras de arcos suyas, con par de décadas de existencia y sin fecha de caducidad visible. De otras provincias, profesores le hacen encargos, y en su área de instrucción, todos los instrumentos son elaborados por él.

“La gente no cree que estas cosas salgan de mi tallercito y bajo estas condiciones. Cuando entré en este mundo conocí de la escasez de implementos y por eso aproveché mis conocimientos para encontrar soluciones”, explica el licenciado en Cultura Física, quien fuera cuadro político de los CDR y también parte de un grupo de control de la calidad en la actual UEB Empresa Integral de Servicios Automotores de Pinar.

En este último lugar añadió a lo aprendido en la juventud, los conocimientos sobre aleaciones y composiciones, los cuales sirven para la mezcla de los materiales usados en la actualidad. Y en ese sitio un amigo le realizó un pedido especial que señalaría su rumbo.

“Me negué a soldarle una empuñadura de arco porque iba a terminar partiéndose, y por eso le propuse hacerlas yo. Ya era innovador, pero con la llegada del período especial empecé con más fuerza. Se nos pidió, inclusive, que hiciéramos juguetes para los niños y fabriqué uno para mis hijos, un juego de pelota con dados y fichas”, recuerda.

A partir del 2008, cuando comenzó a trabajar a tiempo completo en el combinado deportivo La Guabina, perteneciente al INDER, Rigo empezó a producir a mayor escala. Allí labora con distintos sectores de la población, desde embarazadas hasta ancianos.

“Las empuñaduras de arco son de varios modelos, con características modificadas por mí, como la estructura, la aleación y el peso, dentro de los parámetros establecidos para que sea resistente y flexible. Se utilizan más bien para entrenamiento, de distintas categorías”, aclara.

Sin instrumentos para medir la composición, la experiencia adquirida en su anterior trabajo le ayuda a elegir la materia prima. Emplea latas de refresco y cerveza, tubos de catres, regadíos, láminas de aluminio, motores, cazuelas viejas, pistones que las amistades le consiguen. De estas ya posee el cálculo de la composición química.

En su pequeño horno derrite los materiales. Su hijo, también licenciado en Cultura Física, comparte con el padre el oficio y la creación. Aunque ya no vive junto a él, solía dar vida a estos instrumentos también.

Del taller artesanal salen empuñaduras de esgrimas, así como placas modelos para piezas de ajedrez. Para estas últimas recolecta jabas, bolsas de yogur, tubos de desodorantes, de los cuales emergen las diminutas piececillas.

“Puedo confeccionar de 8 a 10 empuñaduras de tiro con arco en un día, si me dedico solo a eso. El ahorro es considerable porque el precio de cada una oscila entre los 350 y 400 dólares en el mercado internacional”, calcula.

Para elevar las temperaturas a los cientos de grados necesarios, el hombre sale a buscar el alimento del horno: marabú verde, que transporta en bicicleta, o recortes de carpintería, consumidos en grandes cantidades.

Después vendrá el momento de derretir el metal y crear los diversos moldes. Incluso, se guarda un “secreto profesional” a la hora de detectar cuando el material del horno está listo para usarse. El proceso puede prolongarse hasta entrada la noche.

En el presente curso tiene compromisos para piezas de arcos y esgrima. También trabaja en un modelo de bloque de arrancada de atletismo, costoso implemento del cual muestra un prototipo que perfecciona. Con esto economizaría otros miles de dólares.

Integrado hace pocos meses a un grupo de artesanos y artistas, esta agrupación pretende ahora asumir estas producciones a un nivel mayor, con costos considerablemente menores que en el mercado internacional.

Rigo asistió como integrante de la delegación pinareña a la Expoanir 40 Aniversario, que agrupó en Expocuba a creadores de todo el país.

“Conocí a personas muy valiosas y me di cuenta de que en Cuba el único loco no soy yo. Para los innovadores en cada dificultad hay una oportunidad; somos optimistas, siempre buscamos soluciones. La fundición es riesgosa, engorrosa y tiene que gustarte como a mí. Las cosas te pueden salir mal una, dos veces, pero lo sigues haciendo”, concluye.

Rigoberto construye también placas modelos para piezas y juegos de ajedrez.
Rigoberto construye también placas modelos para piezas y juegos de ajedrez.
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