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El corazón no envejece

Para Silvia Martínez, su madre y amigos, llegar a la tercera edad significa amar y mantenerse activo: “El corazón no envejece”. | foto: René Pérez Massola
Para Silvia Martínez, su madre y amigos, llegar a la tercera edad significa amar y mantenerse activo: “El corazón no envejece”. | foto: René Pérez Massola

“¡En mi vida creí durar tanto y con tanta fuerza!”, comentó Julia, quien a sus 87 años vive sola, hace todas las faenas de su casa y “lo tiene todo al kilo”, como ella misma define, aunque la memoria le juega malas pasadas y no recuerde su apellido.

Silvia Martínez, hija y cuidadora de Julia, afirmó que “todo el mundo aspira a vivir más de 60 años, lo malo es que empiezan los achaques y es para lo que considero que las personas no estamos preparadas. Sin embargo, esto no me impide realizar actividades como reunirme con mi grupo de amigas, ir al teatro, a la playa y practicar ejercicios por las mañanas”.

Lo más curioso de su vida es que también pertenece a la tercera edad y, aunque no parezca a simple vista, necesita cuidados. Este es uno de los fenómenos que afronta la población cubana actual debido a la situación demográfica.

La doctora Alina González Moro, especialista en Gerontología y Geriatría del Centro de Investigaciones sobre Envejecimiento, Longevidad y Salud (Cited), explicó que la vejez no debe verse como un reto, sino como uno de los mayores resultados del sistema de salud.

“Nos queda lograr que las políticas y estrategias sobre envejecer ‘mejor o peor’ estén directamente vinculadas con la estructura social de manera específica, aspectos relacionados con el cuadro de salud, los recursos laborales, la seguridad social, la composición familiar, los cuidados y cuidadores dentro de los hogares y otros factores básicos de la dinámica social y económica del país.

“Lo más importante ya no es continuar aumentando la esperanza de vida de la población, sino mejorar cualitativamente la salud de esta; es decir, incrementar las expectativas para continuar siendo miembros activos en la vida social y cultural de las comunidades a las que pertenecen”, puntualizó la galena.

Según investigaciones del Centro de Estudios Demográficos de Cuba (Cedem), conseguirlo no es tarea fácil, pues no solo depende del papel que las políticas del país desempeñen en ello, sino también de los involucrados en la atención a las personas mayores de 60 años y la intersectorialidad entre directivos, prestadores y usuarios de los servicios de salud.

Costumbres, ¿propias de la tercera edad?

Para la farmacéutica Hilda Tabares, especialista en Medicina Natural y Tradicional, hoy en día uno de los problemas dentro de la población mayor de 60 años es la polifarmacia o automedicación. Los fármacos —dijo— actúan de forma muy diferente en la vejez, pues los órganos fundamentales comprometidos en el metabolismo de los medicamentos (hígado y riñón) se ven afectados por un desgaste fisiológico.

“Resulta contradictorio que si esta es la edad donde más se desgastan, sea la etapa de la vida en que más los sobrecargamos con medicamentos, sobre todo aquellos que están al cuidado del propio anciano. Ante tal situación, la labor profiláctica de los médicos es esencial”, destacó la experta.

Otro de los riesgos de salud es el no cuidado de la boca. Muchas veces se subvalora la atención a los dientes, se descuida o abandona la limpieza; de ahí que se pierden muchas piezas.

La edad no justifica este problema estético. “Muchas enfermedades tienen su puerta de entrada en esta área del cuerpo; además de la función fisiológica y la importancia de los dientes para la masticación y el mejor uso y aprovechamiento de los alimentos”, expresó la entrevistada.

Avanzar con calidad

Los ancianos deben ser asumidos por la sociedad como lo que son, seres humanos que han tenido la dicha, la satisfacción y la oportunidad de disfrutar una larga existencia.

La doctora González Moro destacó que este proceso debe verse como una etapa de la vida en la cual, aunque ocurren cambios y se sufren pérdidas importantes, se puede continuar creciendo como seres humanos. “Llegar a la tercera edad es un orgullo y no un infortunio.

“No debe verse como un tiempo neutro, cuando muchos de nuestros abuelos resultan ser la piedra angular de los hogares y base de los valores compartidos en la familia”.

Contrario a lo que podría pensarse, buena par te de estas personas mantienen una vida social activa y prefieren el trabajo o la compañía de coetáneos. Con el propósito de elevar la calidad de vida y el bienestar general de este grupo etario, Cuba desarrolla políticas públicas desde diversos ámbitos que potencian su atención.

“Hay que evitarle dificultades al anciano, tenemos que ocuparnos de ellos, de sus enfermedades y de su prevención.

“Se debe tratar de que las personas envejezcan con sus capacidades al máximo, y para ello la familia y la sociedad se tienen que preparar”, precisó la geriatra.

Entonces queda interiorizar que son personas a las cuales les cuesta asumir el paso del tiempo. Olvidan dónde dejaron las llaves, pierden a su compañero o compañera de toda la vida o simplemente no tienen toda su capacidad física motora. Y así es como nuestros familiares se percatan de que no tienen la misma fuerza de siempre. ¿Qué nos queda por hacer?, ¿les damos todo el amor y consideración que merecen? Se trata de trabajar por una sociedad integradora y justa para el adulto mayor.

Deviene entonces una necesidad consolidar su rol social, redescubrir sus capacidades y habilidades, enriquecer su autoestima al ser protagonistas activos de la comunidad.

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