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Concurso de Danza del Atlántico Norte: más que concursar

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Inés María Preval y Yoel González, de la joven agrupación guantanamera Médula, obtuvieron varios premios en el concurso. | foto: Del autor
Inés María Preval y Yoel González, de la joven agrupación guantanamera
Médula, obtuvieron varios premios en el concurso. | foto: Del autor

Todo el que se presenta a un concurso quiere ganar. “Pero también tiene que saber que se puede perder”, dice Lisandra Gómez, primera bailarina del Ballet Contemporáneo Endedans, ganadora junto a su compañero Jesús Arias, del Premio del Público del recién finalizado Concurso de Danza del Atlántico Norte Grand Prix Vladimir Malakhov, que tuvo lugar en la oriental ciudad de Holguín.

En arte, pocas veces las decisiones de un jurado complacen a la totalidad. Es un ámbito muy subjetivo y cuando hay que determinar entre competidores de alto estándar, como es el caso, las opiniones pueden ser disímiles.

“Por eso para nosotros lo más importante es participar, mostrar nuestro trabajo, ver lo que hacen otros bailarines y coreógrafos de todo el país, tomar clases magistrales… Ese es el principal valor de este encuentro. Creo que más que un concurso es ya un festival; el festival nacional de la danza que estamos necesitando hace un buen rato”, —concluye Gómez.

Su opinión parece ser la de buena parte de los asistentes a la cita, premiados o no. Por el empeño de la compañía Codanza y su directora Marisel Godoy, la ciudad de Holguín es ya desde hace un buen rato uno de los centros de referencia del arte danzario en Cuba.

Gracias al apoyo del célebre bailarín ucraniano Vladimir Malakhov y su agente Paul Seaquist han comenzado a mirar más allá, aunque todavía algunos conjuntos de relevancia nacional no participen. Pero para muchas agrupaciones y artistas del país es una oportunidad única.

La compañía matancera Danza Espiral, dirigida por la maestra y coreógrafa Liliam Padrón, acude habitualmente. “En momentos en que se hace tan difícil organizar giras nacionales, este es un espacio para vernos las caras —afirma Padrón—; el público de Holguín es único, muy conocedor y entusiasta, y los bailarines necesitan esa interacción.

“Además, en Cuba faltan encuentros para la danza, falta un sistema de concursos que les permita a los artistas ir conformando un currículum”.

Liliam Padrón sabe de lo que habla, organiza hace décadas el Concurso Danzan Dos, que ha acogido a parejas de casi todas las compañías del país.

“Será ahorita mismo, desde el 19 de octubre, y ya tenemos muchísimas inscripciones. O sea, puede que mucha gente no crea en la competencia, puede que otros se molesten con las decisiones de un jurado, pero lo que nadie podrá negar es que los concursos convocan. Hay que aprovechar ese impulso para seguir haciendo danza, para ganar cada vez más visibilidad”.

Por si fuera poco, el hecho de que el evento tenga lugar a más de 800 kilómetros de La Habana es una posibilidad para un público que no siempre puede estar al tanto de lo nuevo y bueno que se produce en la danza contemporánea. Y también, facilita la participación del movimiento danzario del oriente del país, tan afectado por el éxodo de bailarines en busca de nuevas oportunidades.

Otro concursante habitual (y multipremiado) de estas lides, el coreógrafo guantanamero Yoel González siempre regresa a su tierra “con las pilas cargadas”. Su grupo Médula (y particularmente la primera bailarina Inés María Preval) alcanzaron varios galardones. Él se va con un encargo: crear una coreografía para Malakhov. “Te puedes imaginar: eso ya es un escalón superior. ¡Tremendo reto!”

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