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Bosque modelo: Integración por excelencia

Los bosques reciben las debidas atenciones culturales. Foto: Agustín Borrego
Los bosques reciben las debidas atenciones culturales. Foto: Agustín Borrego

 

El espacio  está abierto, es inmenso. Tiene una agradable mezcla de fragancias, trinos y verdores que muchos se empeñan en preservar. Allí lo mismo encuentras montes centenarios, árboles recién sembrados, ríos, especies autóctonas de la flora, una fábrica de cervezas, un centro de investigaciones, comunidades, que hombres trabajando y niños aprendiendo a combatir el fuego.

El Bosque Modelo Sabanas de Manacas, el único que existe en Cuba, abarca 171 mil hectáreas de los municipios villaclareños de Santo Domingo y Corralillo, y se integra en un proceso de gestión participativa a escala de paisaje en pro del desarrollo sustentable y el uso adecuado de los recursos naturales.

Dicho así pudiera parecer abstracto, mas se trata de la incorporación de todos los actores locales en aras de lograr beneficios desde y del bosque: conservar las plantaciones, ampliar el área de cobertura del 19 al 32 %, emplear adecuadamente los recursos madereros y acuíferos, así como fomentar la actividad económica y social de los más de 81 mil habitantes que viven en sus 71 asentamientos.

Dentro del bosque modelo se hallan los macizos forestales más importantes de Villa Clara: Motembo, Punta Felipe, Espinal, la zona de desarrollo de Gavilanes, y Monte Ramonal, una isla ecológica cuya mezcla de especies vegetales hace pensar que persisten desde antes de la conquista española.

 Sumarse a una iniciativa internacional

En el año 2003 Cuba hizo su propuesta de sumarse a la iniciativa —nació mucho antes a propuesta de Canadá— para crear este bosque modelo, y cuatro años después fue aceptada como miembro de la Red Iberoamericana y luego de la internacional.

Hoy en día existen 25 en operación con más de 19 millones de hectáreas de bosques nativos en cuatro continentes y 12 países, entre los que se cuentan Canadá, Chile, Argentina, Rusia, China, Tailandia, México, Japón y Filipinas. Su extensión varía entre las 86 mil 500 hectáreas para el más pequeño (Cuenca Ulot, en Filipinas) y 7 millones 600 mil para el más grande (Bosque Modelo McGregor, en Canadá). Seis naciones más han manifestado su interés de unirse a la Red Internacional.

La capacitación que un grupo de profesionales imparte a los pobladores de la zona ha permitido la integración productiva y social de los diferentes sectores, cuyos beneficios ya se expresan, digamos, en la reducción de los incendios forestales que se han eliminado en los dos últimos años, en una zona que había sido devastada por estos un tiempo atrás.

Como se ha elevado el sentido de pertenencia de los moradores, con solo ver humo o pequeñas llamas avisan a la brigada contra incendios, que en pocos minutos sofoca el fuego e investiga las causas de su surgimiento. Ningún caso queda sin procesar.

Por cada hectárea que se tala en el bosque modelo, se siembran 24, lo que permite aumentar el área. Foto: Agustín Borrego

 

Ahora los agricultores se ocupan de sembrar maderas preciosas en las cuencas de los ríos y embalses que están en su demarcación; así lo aseveran los hermanos Jorge Luis y Osiri Vázquez Bauta, quienes han convertido a la finca La Luisa en un ejemplo de cómo integrar los frutales con los cultivos varios, la minindustria y la forestal.

“Nos hemos nutrido de los conocimientos de otros productores, y con la entrega de tierras en usufructo ya juntamos 27 hectáreas que están bien aprovechadas y muy diversificadas”, dijo Jorge Luis, quien se refirió además a nuevos proyectos de continuar creciendo y hasta de emplear los excedentes de las cosechas: “Hemos sembrado acacia en las márgenes del río y otras especies en los linderos, para aprovecharlos como cortinas rompevientos”.

“Hoy hay una percepción distinta a la que había en la comunidad y se ha ido ganando en un grupo de áreas, muchas de las cuales estaban infestadas de marabú, plantas que se controlan y cuando estan bien crecidas se cortan para hacer carbón”, explicó Conrado Martínez Rodríguez, director de la Empresa Agroforestal de Villa Clara.

Del carbón y las posturas

Cuando va cayendo la tarde, el olor y el humo descubren los hornos de carbón. Al acercarse se ven los hombres cubiertos de tizne que durante toda la noche velarán las pilas que arden sin que apenas pueda vérseles una chispita.

“No es una labor difícil, lo que sí lleva es consagración porque después que prendes el horno tienes que cuidarlo por varios días hasta el final. Luego hay que sacarlo y ensacarlo, para lograr una remuneración decorosa”, afirmó Geily Bacallao Espinosa, un joven que ocho meses atrás llegó al bosque en busca de trabajo.

Muy cerca de allí, solo al cruzar la carretera, un grupo de mujeres con pamelas, maquillajes y uñas pintadas dan un toque diferente al campo. Con el bosque modelo llegó también la tecnología de los tubetes al vivero de la unidad empresarial de base silvícola Santo Domingo, “y mejoraron las condiciones, ya no andamos arrastrándonos entre los canteros, ahora son elevados y ponemos unas banqueticas para sentarnos y estar más cómodas. Hoy logramos salarios de más de 700 pesos y hasta 22 CUC de estímulo”, destacó Mayra Hernández, una de las obreras de ese centro.

 Los niños, agrupados en círculos de interés, aprenden del bosque y a combatir los incendios forestales. Foto: Agustín Borrego

 

Meira Morejón, la directora de la UEB, comentó que con esa técnica se obtienen posturas de más calidad y por tanto la supervivencia en el campo es mayor. Habló además de la integración de los factores del municipio al bosque modelo, lo cual eleva la responsabilidad pero da la posibilidad de interactuar y aprender cada día más las ventajas de vivir en ese entorno.

Sin embargo, Noel Vidal, coordinador del proyecto, está insatisfecho aún porque no han logrado incorporar plenamente a todas las comunidades ni a los ganaderos; algo que les llevará tiempo, pues depende de ir demostrando que los resultados son superiores con este tipo de integración.

Mucho se ha logrado ya en cuanto al incremento de las áreas y la silvicultura en las plantaciones, explicó la ingeniera Bernarda Portela, directora de la UEB Corralillo, “lo mejor ha sido comprobar cómo la gente va aprendiendo a vivir en armonía con el bosque”.

Las plantaciones de acacia, una especie introducida en Cuba hace una década, es custodiada por los guardabosques. Foto: Agustín Borrego
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