Icono del sitio Trabajadores

Julio Arturo, un psicólogo feliz

psicologo

Joel García, enviado especial

Río de Janeiro.— Julio Arturo es hoy una de las personas más felices de la delegación cubana en estos Juegos. No tiene el protagonismo de un entrenador, ni el reconocimiento público del deportista, pero guarda con orgullo su granito de arena en cada oro y medalla conquistada por la selección nacional de boxeo, en la que se desempeña como psicólogo hace seis años.

Durante su segunda experiencia en citas cuatrienales recuerda que para esta labor se requiere estar lo más informado, actualizado y calificado posible, pues además de sus pugilistas, tuvo que prestar atención psicológica al resto de las disciplinas de combate.

“Cuando uno llega a la competencia, el atleta ha obtenido una forma técnica, física y táctica y nuestro trabajo busca que él pueda mostrar el máximo potencial en ese momento. Ahí cobran gran importancia aspectos como el control emocional, las funciones ejecutivas y la dirección de la atención, la toma de decisiones, entre otros”, comenta.

Dos temas bien polémicos en este campo: cómo enfrentar el prearranque y la discusión de las finales mueven la conversación. “Sobre el primero está demostrado que tiene un valor diagnóstico, pero no una influencia directa. Cuando empieza el evento eso es historia pasada y lo que comienza a funcionar son los estados psicológicos, sobre todo el control emocional, que sí juega un papel determinante. Por eso hicimos énfasis en eso durante la preparación hacia Río, a partir de los antecedentes que teníamos”.

A Julio Arturo lo vimos todo el tiempo en las gradas de las instalaciones observando, anotando y alentando a quienes antes había enseñado algunas cualidades y procedimientos psicológicos “que son posibles entrenar a partir de planes individuales con cada uno, para ayudarlos a resolver situaciones de presión máxima”.

Muchas anécdotas y experiencia ha tenido en esta labor, pero cuando se le pide contar una prefiere volver a la del primer título de Robeisy Ramírez en la capital británica. “Él es un boxeador preparado casi de manera natural para este tipo de evento, porque logra su mejor momento psicológico cuando es más tensa y comprometedora la situación. Todos no tienen esa capacidad.

“En aquella final él salió observando al público y se reía. Mostró mucho control y asumió la responsabilidad de aportar la última medalla de la cita para Cuba con una entereza total. Por eso siempre tenemos confianza en él y ahora hizo casi lo mismo”, concluyó.

Compartir...
Salir de la versión móvil