Icono del sitio Trabajadores

El lado oscuro de Sudán del Sur

Foto: ACNUR
Foto: ACNUR

 

Desde la  proclamación de  su independencia, el 11 de julio del 2011, la República de Sudán del Sur se ha visto impedida de disfrutar de un clima de paz, sosiego, seguridad ciudadana, de un normal  y estable desarrollo económico y demás posibilidades que se  derivan de su condición de ser el estado más joven del mundo.

Los nuevos enfrentamientos armados en Juba, la capital, Wau y Bentiu, entre las tropas del Gobierno del presidente Salva Kiir, de la etnia dinka,  y las del los insurgentes leales al primer vicepresidente Riek Marchar, de la nuer, con un saldo de 300 muertos, acrecientan la inestabilidad política y los temores del estallido de otra guerra civil en la nación africana.

Los combates, rivalidades y pugnas actuales reeditan los sangrientos sucesos  desatados a finales del año 2013 entre Kiir, y su entonces exvicepresidente Marchar, separado del cargo al ser acusado de fraguar un golpe de Estado, que costaron  miles de víctimas y dos millones 500 mil refugiados, de cuyas trágicas secuelas el país no se ha recuperado aún.

El retorno al uso de las armas evidencia la fragilidad del acuerdo de paz firmado en agosto pasado entre las partes beligerantes, y la del Gobierno de unidad nacional constituido en abril del 2016 entre el Presidente sursudanés y la oposición encabezada por Marchar.

Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios  de la ONU en Sudán del Sur, los combates en la capital forzaron a más de 10 mil civiles a buscar refugio en los alrededores, aumentando la crisis humanitaria que padecen los desplazados, carentes de las necesidades básicas para su subsistencia.

No obstante el anuncio oficial de que tras los choques armados Juba se encuentra bajo su control, hay zonas de la capital  dominadas aún por el opositor Movimiento de Liberación Popular de Sudán del Sur.

A solicitud del actual Gobierno, desde el año 2011 se encuentran desplegados en Sudán del Sur 12 mil efectivos de la Misión de Asistencia de Naciones Unidas (Unmiss) y fuerzas de seguridad de la Unión Africana (UA), con el objetivo de proteger, de conjunto con las fuerzas locales, a la población civil, que en gran parte ha huido de las zonas de guerra. Ímproba tarea por su dispersión  en diversas regiones.

Según estimados del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) los refugiados superan 1 millón y medio carentes de agua, alimentos y medicamentos, mientras que hay otros 450 mil en Etiopia, Uganda, Sudán y Kenia, que convierten a la nación africana con los más altos índice de desplazados o refugiados en un país vecino, entre ellos un alto número de niños…

Cinco años después de su independencia de Sudán, lograda mediante un referéndum celebrado en el 2011, en la Kiir ocupó la  presidencia y Machar la vicepresidencia, el pueblo sursudanés no ha podido disfrutar de una paz plena, ni conmemorar con júbilo el histórico aniversario por el resurgimiento de la violencia, que según los analistas no se deben a razones étnicas o confesionales, sino a causas políticas y económicas, producidas por las rivalidades entre sus dirigentes. .

A este panorama de luchas intestinas e inseguridad, se une la situación económica por la que atraviesa el país, dependiente en un 98 % del petróleo, cuyos yacimientos se encuentran en regiones del norte involucradas en el conflicto y leales a Marchar.

La producción del crudo o los ricos en yacimientos de hierro, cobre, cromo, zinc, volframio, mica, oro, plata y diamantes que posee el país, no han reportado hasta el presente los beneficios esperados por su

población de 11,1 millones de habitantes, que carece en gran parte de agua potable, servicios sanitarios y padece de altos índices de desnutrición, que en estimados de la Organización de Alimentos de la ONU (FA0) abarcan a cerca de 4,6 millones de personas.

No obstante la tensa calma prevaleciente en la capital tras los últimos enfrentamientos armados, y ante los riegos de una generalización del conflicto armado, el secretario general de la ONU, Bank Ki moon,  la UA y diversas organizaciones internacionales han llamado a las partes al cese el fuego y a la mesura, para evitar el agravamiento de la crisis humanitaria en que está  sumergido el país.

En otra vertiente, el presidente, Barack Obama determinó el despliegue en Sudán del Sur de medio centenar de soldados norteamericanos, equipados para el combate, con el objetivo de “proteger a sus ciudadanos y al personal diplomático de la embajada de Estados Unidos en Juba”. .

La posibilidad de nuevos choques armados; la presencia  de miles de cascos azules de la misión de asistencia de la ONU en el estado sursudanés, integrada por 11 naciones, a la que puedan sumarse nuevos soldados de la Unidad Africana, más los desplegados por Estados Unidos, mantiene la incertidumbre de que se desborden los cauces de una guerra civil y se internacionalice un conflicto, que solo traerá mayores sufrimientos a la población de la nación más joven de la tierra.

Compartir...
Salir de la versión móvil