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Puro Arte, pasión por la artesanía Tribulaciones de un inconsistente salón

Vista del salón dedicado a las artes plásticas.  Foto: Jorge Rivas
Vista del salón dedicado a las artes plásticas. Foto: Jorge Rivas

 

Me atrevería a afirmar que no existe en todo el país una filial provincial de la Asociación Cubana de Artesanos  Artistas (Acaa) que pueda  exhibir una programación  artística y cultural tan sistemática y sostenida como la  de Matanzas, tanto en la sede  matriz como en Cárdenas,  casa que agrupa a otro importante número de creadores.  En esta ocasión voy a referirme a la primera de ellas, patrocinadora de distintos festivales, ferias y concursos de  carácter nacional, entre ellos  Puro Arte, un encuentro concebido por esta institución en  torno a la cultura del tabaco,  ilustrada en disímiles formas  plástico-artesanales.

Puro Arte concierta alrededor de sí un portentoso movimiento de ideas, cuyos principales protagonistas son los  miembros de la Acaa, quienes  ponen a consideración de un  prestigioso tribunal sus obras  en diversos estilos y técnicas,  que van desde la realización  de humidores hasta labores  en diferentes manifestaciones, en metales, pieles, textiles —vestuarios—, cerámicas,  pinturas, dibujos, esculturas  e instalaciones. Todo ello concebido en un variopinto lenguaje que lógicamente incluye  excelentes trabajos, otros más  pobres y algunos indiscutiblemente inaceptables.

Bajo tales premisas, el jurado de este festival en el que  participan artífices de varias  regiones del país, seleccionó  los premios, menciones y las  piezas que, según consideró,  debían de incluirse en el salón  del evento. Tales condiciones,   aceptadas como norma inconcebible desde hace años en todas las ediciones de Puro Arte  y de otros certámenes organizados por la Acaa matancera,   no solo obstaculizan la curaduría de la muestra, sino que  además  obligan a reunir un conjunto de obras que abarcan tanto a las premiadas —también los lauros de otras entidades— como a buena parte  de las que no poseen suficiente calidad artística, ajiaco que  en última instancia atenta  contra la eficacia y mejor disposición del salón y es el curador quien debe de dar la cara  ante los resultados positivos o negativos de la muestra.

Valdría la pena que los organizadores de Puro Arte tuvieran en cuenta que a los jurados, por lo general, les corresponde premiar; es decir, comprometer su autoridad  profesional al valorar como  distintivas las propuestas artísticas que seleccionan, en relación con las bases de la  convocatoria. Es más fácil  “quedar bien” con amigos y   colegas, admitiendo sus pésimos trabajos para que sean  enseñados, que verse en la  disyuntiva, muchas veces de  índole emocional, de rechazarlos.  No pocos concursos  de este tipo, para evitar tan  perjudiciales aptitudes, se valen de jueces provenientes de  otros lugares, sin compromisos con los concursantes.

En el oficio de curar radica la preservación del prestigio de los artífices y de las  galerías, dos aspectos evidentemente situados en tela  de juicio ante el irrefutable  desnivel artístico de dicho  salón, el cual —a pesar de los  proyectos iconográficos de  admirable factura incluidos  en él— no puede calificarse  de riguroso resumen del Puro  Arte 2016, sino más bien de un  apretado surtido de manufacturas.

Cuando se trata de proyectos colectivos como el que  ocupa la décima edición del  evento en los tres espacios  expositivos de la Acaa, la calidad de lo representado es esencial. Esa no fue la experiencia vivida en la curaduría  de este acontecimiento de las artes visuales con carácter nacional, en el que tampoco hubo eficaz cumplimiento de los deberes asignados a señalados miembros del comité organizador.

En el principal recinto expositivo se exhiben los humidores. Foto: Jorge Rivas

 

Males a un lado, hay que apuntar que gran parte del éxito final del encuentro recayó en el extraordinario  sentido de pertenencia del  emprendedor grupo que allí  labora: secretarias, oficinistas, especialistas, gastronómicos, cocineras, auxiliares  de limpieza, administrativos  y las jóvenes y apuestas veladoras, entre otros, lidereados por su presidente Antonio  Pérez Marrero, Tony, quien,  apoyado en su junta directiva  debiera de estudiar mejor las  cualidades y características  personales y profesionales de  algunas de las personas seleccionadas para integrar el  comité organizador de Puro  Arte y luego exigir por el  efectivo cumplimiento de sus  compromisos.

La popular festividad que se extendió e impactó en la comunidad durante casi una semana,  incluyó, además, una feria de artesanías en la cuadra donde radica la Acaa —la  calle del Medio—, un elegan-te concierto de apertura en la remozada Sala White con figuras del Centro Provincial de la Música; visitas al taller del grupo De Cuba, en la Finca de Alejandro Robaina, en  Pinar del Río; un evento teórico con conferencias y charlas; una reunión del Club de  fumadores y la exhibición de  habilidades de maestros torcedores.

Asimismo se efectuó una exposición de coleccionismo vinculado a los sellos y marcas del tabaco en el Museo Palacio de Junco, y una noche dedicada a la moda con la presentación de vestuarios de los reconocidos diseñadores Mariela  Alemán Orozco, Juan Carlos  Jiménez, Jorge Luis Cristo y Zuleika Peralta, la cual tuvo  como colofón la siempre ovacionada actuación del distinguido grupo Danza Espiral,  que dirige Lilia Padrón, con  la obra Olokun.

Durante la clausura, efectuada el pasado jueves, fueron  dadas a conocer las obras premiadas, ocasión en que se presentó la tan esperada y ovacionada pasarela Colección  Fantasía 2016, con vestuarios  de más de diez creadores.

Premios de la X edición de Puro Arte

En artesanías artísticas: Gran Premio y Premio de la popularidad: Ciudad maravilla, de  Humidores Habana (humidor)./ Primer premio compartido: Ciudad maravilla;  Veguero, de Marlene Silvera Segura (utilitario); y Travesuras del Habano, de Jorge Duménigo  del Castillo (decorativo).

Hermosa decoración de un plato con alimentos, recreada en una casa de tabaco, realizada de forma espontánea por María Josefa Peñate, Fefita, la diestra y amable cocinera de la Acaa, símbolo del extraordinario sentido de pertenencia del colectivo que allí labora. Foto: Jorge Rivas

 

 Segundo premio compartido: Casa colonial, de Humidores Habana; Floreciente  aroma, de Dagoberto Ávila de la Cal e Idalis  Fernández Velunza (utilitario); y Lecciones  de equilibrio para una dama, de Alexis Plasencia García (decorativo). Tercer premio compartido: Casa colonial II, de Neurys Santana (humidor) y Reciclarte, de Leonel Tirce Romero (decorativo).

Menciones a las obras de: Jorge L. Hernández, Lázaro Baró, Rosalis E. Castillo,  Jorge J. Cordero, Andrés Ciesielski, Carlos E. Zamora, Heriberto Montes de Oca y José A. González.

En artes plásticas: Primer premio compartido: Mi abuelo  un día (instalación), de Dariel Lozano Pérez, y Solo café y tabaco (pintura), de Luis Ponce Cortés. Segundo premio: Cuestión de tiempo, pintura (cerámica y metal).

Según el informe realizado por Marisela  Laguardia Chávez, técnica en procesamiento de obras artesanales y una de las principales colaboradoras del trabajo curatorial, en Puro Arte   fueron presentados 85 trabajos de 78 artistas de  diferentes provincias, de las cuales 60 se admitieron para concursar (41 artesanías y 19 de las  artes plásticas). Además de dos piezas invitadas  y una muestra colateral del creador José Ernesto Aguilera, de Humidores Habana.

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