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En el trabajo está mi vida

Desde hace cuatro años Alfredo es reconocido como uno de los mejores trabajadores a nivel regional. En el fondo se encuentra la nave donde laboral. Foto: Lianet Suárez Sánchez
Desde hace cuatro años Alfredo es reconocido como uno de los mejores trabajadores a nivel regional. En el fondo se encuentra la nave donde laboral. Foto: Lianet Suárez Sánchez

 

Se pudiera pensar que está ‘mal de la cabeza’ cuando lo encontramos hablando con las gallinas. En eso pasa las horas de su trabajo; sin embargo es parte de este.

Alfredo Benítez Zamora es un joven operario agropecuario que labora en una nave de gallinas ponedoras: “Lo que hago es atenderlas, recoger los huevos y abastecerlas de comida y agua. Dicho así parece algo fácil, pero hay que desarrollar habilidades.

“El proceso de selección es el más difícil, se precisa de ‘ojo clínico’ para darse cuenta cuando no tienen buen estado de salud, lo cual provoca que bajen el rendimiento y es ahí cuando necesitan una atención especial. Eso lo sabemos por la coloración de la cresta.

“Las gallinas ante determinadas situaciones se estresan y disminuyen la producción de huevos. Puedo decir que logro los mejores resultados porque me comunico con ellas: les hablo, las acaricio y pocas veces permito que alguien más las atienda porque también se acostumbran a uno. Es por esa razón que trabajo todos los días, incluso cuando no me corresponde.”

El oficio de navero, como también se le conoce a este proceder, lo aprendió Alfredo desde la etapa de adolescencia temprana cuando realizó las prácticas laborales en la propia Granja Avícola Antonio Maceo, en comunidad de El Dátil perteneciente al municipio Bayamo.

“Y aquí me quedé porque me fascinó este trabajo. Con el tiempo le fui cogiendo el ritmo y actualmente ostento los mejores por cientos de recogida de huevos. Siento que mi aporte es importante, además, es muy bonito saber que tienes el reconocimiento de tus compañeros, incluso de personas de otras provincias a donde he ido a compartir mis experiencias.”

Según Raudy Valdez Moreno, Jefe de colectivo de la granja, Alfredo siempre ha tenido buenos resultados debido al interés que le dedica a su labor, “Cumple con los parámetros de huevos por ave, viabilidad y conversión, aspectos que determinan la eficiencia. El salario que devenga cada mes es de unos 4 mil pesos lo cual es también un estímulo.”

Para corroborar sus palabras Valdez Moreno explica que su subordinado, del cual siente mucho orgullo, supera cada mes, con cifras extraordinarias, el plan de recogida de huevos.

Lo cierto es que en no pocas ocasiones el trabajo, además de deber, se convierte en el epicentro de muchas vidas. La magnitud del oficio depende de la propia importancia que el hombre le dé.

“Este no es solo mi medio de subsistencia, aclara Alfredo, sino que es algo ya imprescindible en mi vida personal. Es mi primera experiencia laboral y aspiro a quedarme para contribuir a que esta siga siendo la mejor granja de la Empresa Avícola Granma. De ello depende también la alimentación del pueblo.”

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