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Historia, realidades y leyendas

| foto: Tomada de www.arquitecturahabana.org
| foto: Tomada de www.arquitecturahabana.org

Enclavado en una zona aledaña a la Avenida del Puerto, en La Habana Vieja radica una institución cuya labor está estrechamente relacionada con el desarrollo y promoción de la cultura en el país. Me refiero al Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño (CPAPD), que desde el año 1981 funciona en una casona colonial situada en la calle Oficios número 362, esquina a Luz, sometida a proceso de reparación capital durante un largo período de tiempo la cual no ha cerrado sus puertas para sostenerse como importante lugar dentro del circuito expositivo de la capital, así como obligado referente dentro del arte cubano contemporáneo.

El CPAPD arriba este 23 de julio a su aniversario 35. Creado por la Dirección Provincial de Cultura de la entonces provincia de Ciudad de La Habana, desde su fundación se integró a la mayoría de los eventos culturales más importantes celebrados en Cuba, como las Bienales de La Habana, los Salones de la Ciudad —que en las últimas ediciones alternan con el Premio de Curaduría—, y también es sede de numerosas exposiciones de artistas nacionales y extranjeros, consagradas firmas, emergentes, pintores naif y los que se identifican con el art brut, entre otros.

Vale señalar que cada convocatoria al Salón de la Ciudad posee un tema diferente acorde con los intereses del centro. En esos encuentros se han realizado muestras de fotografía, dibujo, pintura, grabado, instalación, entre otras manifestaciones, cuyos temas desde hace varios años están vinculados a las problemáticas socioculturales y conceptuales en su relación y expresión a través de las artes plásticas.

Esta entidad tiene también la función de asesoramiento metodológico a los espacios para la promoción artística existentes en la ciudad, es decir, a la red de galerías diseminadas por toda la capital, gestión en la que participan profesionales y especialistas de reconocida formación, encargados de incentivar, en su conjunto, la vida cultural, poniendo especial énfasis en los eventos que se hacen extensivos a cada uno de esos territorios, como los Encuentros de Grabados, las Bienales de La Habana, los Salones de Arte Cubano Contemporáneo, los festejos por el aniversario de la fundación de la Villa de San Cristóbal de La Habana, además de los acontecimientos y salones que se originan en cada uno de sus municipios, amén del análisis, aprobación y curaduría de los proyectos presentados por artistas e instituciones.

Especial interés mantiene esta institución en la atención a los artistas de la plástica de La Habana y de todo el país, así como a los extranjeros que prefieren este lugar para realizar sus exposiciones personales y colectivas. Vale apuntar que cada año en las diferentes áreas del CPAPD se efectúa un promedio de 20 muestras con un adecuado balance en lo que se refiere a calidad y manifestación. Allí se programan coloquios, ciclos lectivos y conferencias, y otras acciones encaminadas al trabajo comunitario, a las que se incluyen la presentación de grupos de teatro para niños, orquestas y otras expresiones artísticas que generalmente se ejecutan en el patio de la vetusta casona con una nutrida asistencia de vecinos de las barriadas cercanas.

Muchas de las actividades que en ese lugar se efectúan han sido posibles gracias a la labor conjunta del CPAPD con el Consejo Nacional de las Artes Plásticas, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, la Asociación Cubana de Artesanos Artistas y la Asociación Hermanos Saíz, igualmente comprometidas con el perfeccionamiento de las estrategias promocionales a través de los diferentes medios y las nuevas tecnologías.

Significativo también es el trabajo de atención y homenajes a creadores e intelectuales, la conservación y promoción del patrimonio de la plástica cubana, el diálogo con las instituciones turísticas según establecen los convenios de cultura-turismo, el desarrollo e implementación de investigaciones en torno a las artes plásticas, la atención a las escuelas de arte y los proyectos priorizados por la Revolución, sobre todo los estrechamente vinculados al trabajo comunitario, el impulso de las estrategias de superación y la atención de los recursos humanos, así como lo establecido en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y demás objetivos contenidos en el área de gestión institucional.

Esa edificación estilo mudéjar obtuvo en 1786 el título de Casa de los Condes Barreto. Fue construida por el Regidor y Alcalde Mayor Provincial de la Santa Hermandad, Jacinto Tomás Barreto y Pedroso (La Habana, 1718-1791), quien mostraba rasgos caritativos pero en realidad era un personaje fiero y cruel, y al final de su existencia recibió un “castigo divino”: Murió en medio de uno de los huracanes más devastadores de la época en la también señorial propiedad que poseía como paraje de descanso a orillas del Almendares y del camino a Vueltabajo, en la Quinta de Puentes Grandes —a un costado de la hoy Papelera cubana, en un área que formaba parte del aún conocido Monte Barreto, en la actual barriada de Miramar.

Cuenta la leyenda que su cadáver era velado por los criados cuando se produjo una fuerte avalancha proveniente del desbordado río que invadió toda la zona arrasando, en un torbellino de aguas enturbiadas, palos, ramas y desechos, todo lo que se imponía a su paso, entre lo cual estuvo el famoso fallecido y muchos de los bienes existentes en su colosal morada. Barreto emprendió un largo camino que tal vez concluyó en el mar. Su cuerpo jamás fue encontrado.

Ojalá que prontamente concluyan las reparaciones iniciadas hace ya varios años en el palacio edificado por órdenes del célebre Regidor, hoy sede del CPAPD, y que tan preciado inmueble no corra la misma suerte que Barreto, es decir que no desaparezca por el paso de un huracán peor que aquel: el implacable tiempo.

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