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Atractivos diseños de Oslaysis

En el estrecho taller, de su antigua y preferida máquina Singer surgen la mayoría de los bellos y cubanísimos vestidos hechos por esta amigable y hermosa creadora. Foto: Jorge Rivas
En el estrecho taller, de su antigua y preferida máquina Singer surgen la mayoría de los bellos y cubanísimos vestidos hechos por esta amigable y hermosa creadora. Foto: Jorge Rivas

 

Dedicada al  cumpleaños 90 de Fidel Castro Ruz y a los 30 de la Asociación Hermanos Saíz (AHS), el pasado viernes comenzó en el capitalino Pabellón Cuba La Feria de la cultura  cubana, Arte en La Rampa, escenario de disímiles manifestaciones artísticas devenido  desde hace 12 años en una de las ofertas más  atractivas del verano, donde además de la exhibición y comercialización de artesanías de uso  utilitario y decorativo, se producen llamativos  espectáculos con selectos grupos de música,  danza, humor, teatro, entretenimientos para  niños, ventas de libros y muestras de artes  plásticas, entre otras distracciones.

Al Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC), su principal promotor y organizador, corresponde más de la mitad del área destinada a este encuentro, que se mantendrá abierto al  público hasta el 18 de septiembre venidero para  formar parte del programa general de la tercera  edición de Habanarte 2016. En ese espacio expositivo, que ocupa una zona importante de la  sede de la AHS en la céntrica calle 23 y N, en  el Vedado, están ubicados los artesanos artistas  de varias provincias, quienes muestran y negocian allí sus producciones, como zapatos, ropas,  bisuterías, orfebrería, cerámicas y otros muchos  artículos de uso personal y doméstico con significativos valores estéticos.

Pasión por la moda y el arte del vestir

Entre las confecciones femeninas que pueden adquirirse en el stand Estampa —a cargo de las experimentadas habaneras Lugarda Amador y sus  hijas Katia y Annia— se encuentran los diseños  de la joven creadora matancera Oslaysis González Martínez, artesana artista que se destaca por  sus singulares y atractivas cualidades como fémina criolla: mediana estatura, de piel trigueña  y ojos color café, pelo moderadamente largo, en  tanto alegre y vivaz. En su ejercicio como artífice  de la moda y del buen vestir se fusionan la disciplina, la tenacidad y la humildad, amén de su interés por la actualización de su labor en afinidad  con las corrientes modernas.

Apartada del bullicio de las grandes urbes, en su morada ubicada en el poblado rural denominado Guásimas, situado a varios kilómetros  de la mitad de la carretera entre el balneario de  Varadero y la ciudad de Cárdenas, querida y respetada por sus vecinos, Oslaysis trabaja fatigosamente con el amoroso apoyo de su esposo Tony y la alegría que le proporcionan su perrita Peque y otros dos canes de la calle tiernamente atendidos por ella. En el estrecho taller, situado en  una de las habitaciones, de su antigua máquina  Singer —junto a otras más modernas que allí posee— surgen la mayoría de los vestidos, blusas,  carteras y otros artículos hechos con dóciles telas escogidas por ella, de acuerdo con las particulares del cálido clima insular.

Sus laboriosas realizaciones textiles son conocidas por el público no solo asiduo a Arte en La  Rampa, sino también a otros eventos similares  organizados por el FCBC, como la Feria Internacional de Artesanía (Fiart) y Arte para Mamá.  De igual forma, en varias de las casas comercializadoras de esa entidad se ofertan sus sugestivas  indumentarias, las que han recibido elogios en  otras importantes ferias internacionales, como  las de Guadalajara y Monterrey, a las que ha sido  invitada en distintas oportunidades.

 De formación básicamente autodidacta, esta muchacha oriunda de Jatibonico ha realizado cursos de tejidos y bordados, técnicas que utiliza en sus trabajos, cuya sostenida calidad le permitió ingresar en la Asociación Cubana de Artesanos Artistas.

El éxito de sus producciones en buena parte radica en su agudeza para combinar estilos que ya existen, y así crear nuevas formas cuya estética refleje el gusto y el carácter de sus portadoras,  es decir, de las niñas, jóvenes y mujeres adultas,  para las que piensa en los colores y complementos que les vienen bien.

Oslaysis reflexiona sobre la finalidad de sus prendas y se las imagina puestas por quienes las adquieran.  Antes de salir del taller, no solo escudriña los vestidos en un relucientemente blanco  maniquí, sino además examina todos los detalles  de su confección,  con el exigente ánimo de que  “pudo ser mejor”.

Arte en La Rampa ofrece la oportunidad de disfrutar unido a las disímiles creaciones textiles de otros artesanos artistas, de las confecciones de esta artífice que  convierte una necesidad  básica en un experimento sobre la moda y el arte  del vestido femenino.

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