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Darle like a la wifi

La falta de infraestructura que garantice la comodidad y resguardo de los usuarios incide en que la mayoría de los entrevistados prefieran conectarse en horarios nocturnos. Mientras que los hombres prefieren la noche, las mujeres declaran que casi nunca van a esa hora, al menos que vayan acompañadas. Foto: Joaquín Hernández Mena
La falta de infraestructura que garantice la comodidad y resguardo de los usuarios incide en que la mayoría de los entrevistados prefieran conectarse en horarios nocturnos. Mientras que los hombres prefieren la noche, las mujeres declaran que casi nunca van a esa hora, al menos que vayan acompañadas. Foto: Joaquín Hernández Mena

 

“8:00 pm y el Parque de 51 comienza a recibir a sus visitantes habituales. Luego del trabajo, el estudio y las labores del hogar, mientras algunos se disponen a ver la telenovela, desde sus casas, otros se dirigen allí. Van a conectarse con el mundo, el que empieza con la contraseña del Nauta y el que sucede en los entornos del parque. Los dos juntos son su nueva comunidad”.

Así comienza uno de los capítulos de Buscando señal, la tesis con la que hace solo unos días Silvia Oramas Pérez obtuvo su título de Licenciatura en Periodismo —con cinco puntos y felicitaciones— en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana.

La joven dedicó su trabajo de diploma a investigar los usos sociales que dan a la red inalámbrica conocida como WIFI_ETECSA, quienes acceden a Internet desde el Parque de 51, en el municipio habanero de La Lisa, uno de los primeros 35 puntos de ese tipo que empezó a funcionar el 1 de julio de 2015, hace exactamente un año, y que hoy suman más de 80 en el país.

Mediante el método etnográfico de la observación, más encuestas y entrevistas, esta investigación cualitativa intenta captar el punto de vista, el sentido, las motivaciones, intenciones y expectativas de las personas que protagonizan una nueva aventura en el camino hacia la utilización más intensiva de las tecnologías de la información y la comunicación en Cuba. Los resultados fueron sorprendentes.

La hermandad de la red

Aunque una mirada superficial podría hacernos creer que quienes navegan por internet desde las zonas wifi lo hacen solo en compañía de algunos familiares o muy individualmente, Oramas Pérez demostró que este servicio ya constituye hoy un espacio y una práctica cultural relevante en la vida social del país.

De las cerca de 200 mil personas que en la actualidad emplean esta vía a diario en todo el país, según estimados de Etecsa, muchas hallaron allí su primer contacto directo o sistemático con Internet. En este tiempo no pocas han incorporado habilidades que “en un inicio eran prácticamente nulas”, precisó la novel investigadora.

La demostración de sentimientos como la tristeza y la alegría ante las miradas de las demás personas incomoda a no pocos usuarios; sin embargo, afirman acostumbrarse a medida que pasa el tiempo, a “ventilar los asuntos personales en público”. Foto: Joaquín Hernández Mena

 

Las características de las zonas wifi como espacios abiertos y de concentración de personas suplen en ocasiones, con prácticas de cooperación y ayuda, el desarrollo de las competencias básicas para acceder a la red, confirmó el estudio.

En el Parque de 51, por ejemplo, una mayoría de usuarios que nunca antes se había conectado mediante la wifi, aprendió a utilizarla a través de quienes acudían allí con regularidad.

Otra de las condicionantes que incide en el uso de esta red, apuntó la tesis, está asociada  con su vínculo a otras vías de acceso a Internet, lo que supone destrezas ya incorporadas y un uso diferenciado para aprovechar posibilidades que brinda este tipo de navegación, como descargas de audiovisuales y videollamadas.

¿El tiempo que sea necesario?

El costo de las tarifas de navegación tuvo una sustancial rebaja de 4,50 a dos pesos convertibles al comenzar este servicio hace un año, pero todavía es elevado para la mayor parte de la población.

No obstante, Oramas Pérez identificó que existen otras brechas para un mayor acceso, no solo entre personas que puedan conectarse o no por su capacidad económica, o quienes pueden estar más horas o menos, sino también por las competencias individuales o por poseer dispositivos de alta gama y de prestaciones avanzadas que consiguen navegar con más facilidad y realizar tareas imposibles con los teléfonos más sencillos.

Las zonas wifi se consolidan como espacios para el entretenimiento, la creación y mantenimiento de redes de relaciones dentro y fuera del espacio virtual, la socialización de habilidades tecnológicas y comunicativas así como para el acceso a la información y al conocimiento, concluyó estudio.Foto: Joaquín Hernández Mena

 

“Los usuarios declaran sentirse presionados a la hora de navegar por Internet y refieren que la inestabilidad de la conexión propicia que se pierda tiempo, por tanto, el dinero invertido”, apuntó.

Sin embargo, en su encuesta a 71 clientes de la red inalámbrica del Parque de La Lisa, el 45 % declaró que accedía todos los días de la semana y 42 afirmaron que lo hacían “durante el tiempo que necesiten”, sobre todo quienes tienen cuentas permanentes de Nauta, opción que permite recargas desde fuera y dentro del país.

Por las características de limitación temporal y costos de la conexión, apreció el estudio, la mayoría de los internautas llega con un guion establecido para su uso que no suelen variar mientras navegan, aunque poco a poco incorporan otras acciones en la red.

Estoy en Facebook, luego existo

Algo muy curioso sucede con las motivaciones de la gente para ir a la wifi. Si bien todavía una amplia mayoría (55 personas de las 71 que encuestó Oramas Pérez) declara en primer lugar la comunicación con familiares y amistades en otras naciones —fundamentalmente mediante el programa IMO que permite hablar cara a cara a través de la pantalla del ordenador o el teléfono—, la observación permitió comprobar la realización frecuente de otras acciones distintas al contacto con parientes.

La obtención de información, el entretenimiento y también la posibilidad obtener ganancias son otros motivos para ir a la wifi.

Los especialistas hablan de que existe cierto desconocimiento de todos los posibles usos de Internet; pero para los entrevistados —sostiene la periodista— declarar esas prioridades “parece constituir una forma de dejar saber que utilizan la red para fines útiles”.

“Conectarse en público parece ser un acto social que les compete a todos y por todos debe ser evaluado. A su vez, esto puede tener que ver con justificar el tiempo y el dinero invertido”, observó.

También la zona wifi se ha convertido en un espacio de ocio. “El parque no funciona solo como un entorno-herramienta para proveer un servicio, sino también como un espacio lúdico de socialización”.

Para otras personas la red proporciona, además, una posibilidad de cubrir agendas informativas propias que no tienen por qué coincidir con las de la prensa tradicional. Con frecuencia no identifican a ningún medio en particular, pues utilizan buscadores como Google o llegan a través de lo que alguien publica en las redes sociales.

Entre ellas, Facebook se ha posicionado como el sitio por excelencia. De 71 encuestados, 48 declararon que esta red social es el primer lugar al que acceden cuando se conectan. Chatear, ver fotos de amistades, dar like (me gusta), compartir y publicar fotos son algunas de las acciones que más realizan.

Para la mayoría de estas personas —enfatizó la investigadora— “si no estás en Facebook, no estás en Internet”.

Mi trabajo es la wifi

Uno de los entrevistados para la tesis fue un artista plástico. El joven suele descargar imágenes de obras de arte, pinturas, decoraciones de interiores y esculturas. También busca imágenes que le inspiren sus propias obras.

Muchas personas emplean la WIFI_ETECSA para la búsqueda de información que les facilite realizar tareas profesionales o escolares, incluso cuando tienen acceso a Internet en centros labores o estudiantiles, a menudo con conexiones más lentas.

Parece que navegan por internet en compañía de algunos familiares o individualmente, pero este servicio constituye ya un espacio y una práctica cultural relevante de la vida social.Foto: Joaquín Hernández Mena

 

Como dato curioso, la investigación constató que muy pocos usuarios revisan su correo desde las zonas wifi, pues por sus condiciones técnicas y costo prefieren destinar ese tiempo a aplicaciones que permiten la inmediatez en la comunicación interpersonal, o a la descarga de programas informáticos.

La periodista describió igualmente las rutinas de quienes trabajan en las zonas wifi al margen de la legalidad. Sobresalen los revendedores de tarjetas temporales y de recargas para las cuentas permanentes de Nauta, así como los connectifiers, término que alude al Connectify, un programa de software libre utilizado por estos individuos para crear desde sus laptops pequeñas redes de usuarios, al precio de un peso convertible por hora de conexión.

También irrumpió en estos parques la figura de los “buquenques”, muchachos que no poseen equipamiento para armar su propio “negocio” y entonces les buscan clientes a los connectifiers, les ayudan a conectarlos y les avisan al acabárseles el tiempo.

La solución a tales fenómenos, por supuesto, no son las actuaciones de control administrativo o las medidas punitivas, por demás casi imposibles de desarrollar con efectividad absoluta y duradera en este escenario tan abierto e irregular en sus horarios.

Solo una mayor calidad en el servicio comercial por parte de la entidad proveedora y el abaratamiento progresivo de los costos de conexión, a partir de las utilidades que ya debe aportar este servicio, podrían conseguir quizás la erradicación de algunos de estos inventos alrededor de la wifi, una opción a la que —definitivamente— la ciudadanía ya le ha dado like.

 

Solo una mayor calidad en el servicio comercial por parte de la entidad proveedora y el abaratamiento progresivo de los costos de conexión podrían conseguir quizás la erradicación de algunos “inventos” alrededor de la wifi, como los sujetos que revenden tarjetas Nauta o conectan personas para cobrarles. Foto: Joaquín Hernández Mena

 

Silvia Oramas Pérez discutió su tesis de licenciatura sobre la wifi. Foto: Vladimir Molina Espada
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