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Las tribulaciones de Benjamín Netanyahu

Foto: Tomada de Google
Foto: Tomada de Google

 

La autocracia, la prepotencia y la terquedad continúan presidiendo las acciones gubernamentales del ultraderechista primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, rodeado hoy de grandes conflictos políticos y socio económicos, a los que se unen, en lo personal, los reiterados escándalos de su esposa Sarah, denunciada por maltratos a la empleomanía, alteraciones del orden público y acusada de malversación de recursos oficiales.

Las consecuencias de su forma de Gobierno, los rasgos de carácter y la personalidad del premier sionista, agravan el panorama político interno y aumentan su falta de credibilidad internacional, factores que han ido debilitando su imagen y el respaldo a su Administración, objeto de crecientes y severas críticas por sus partidarios y adversarios dentro de Israel.

Un duro golpe a la cohesión del régimen ha significado la reciente renuncia del Ministro de Defensa hebreo, Moshe Yalón, quien a pesar de haber apoyado con anterioridad la política belicista de Netanyahu, presentó también su dimisión  como Diputado del Knesset (Parlamento), afirmando haber luchado con todas sus fuerzas contra las manifestaciones de extremismo, violencia y racismo en la sociedad israelí. Días antes su jefe de personal adjunto, el comandante general Fair Golan, comparó al Israel moderno con las tendencias nauseabundas de la Alemania nazi.

La iracunda respuesta del Jefe de Estado israelí, fue ofrecer el cargo al ultrarreacionario Ministro de Relaciones Exteriores, Avidor Lieberman, con una escasa experiencia militar y una larga historia de político de mano dura, a quien se debe la frase “hay que ahogar a los palestinos en el Mar Muerto”..

Lieberman, nacido en el año 1958 en Moldavia, ex República Soviética, emigró a Israel a los 20 años de edad, y se le recuerda como un joven extremista, pendenciero y con un pensamiento racista.

La nómina de los graves conflictos que afronta el iracundo Benjamín, la encabezan su falta de voluntad política para dar solución a la crisis con Palestina, la brutal represión del ejército sionista a la población civil en los usurpados territorios y la negativa a reconocer el derecho al Estado palestino independiente, con Jerusalén Oriental como capital y dentro de las fronteras del 4 de junio de 1967.

Además de mantener en las cárceles a miles de  presos políticos palestinos y oponerse al retorno de sus millones de refugiados, Netanyahu obstaculiza todas las conversaciones con la Autoridad Nacional Palestina, ampliando las colonias judías en Cisjordania, atacando y manteniendo el bloqueo a la Franja de Gaza e ignorando  las Resoluciones del Consejo de Seguridad y la Asamblea General Naciones Unidas, contrarias a Israel.

Para exacerbar más la crisis israelo-palestino, el Ministerio de Turismo de Tel Aviv, acaba de publicar un mapa de la Ciudad Vieja de Al-Quds (Jerusalén) en el que borró los importantes sitios sagrados musulmanes y cristianos, incluyendo la Mezquita Al-Aqsa, el tercer sitio más sagrado en la jerarquía del Islam y las Iglesias Católica de Santa Ana, de la Flagelación y de la Condena.

En política exterior, Netanyahu ha alienado las relaciones entre su más fiel aliado Estados Unidos e Israel, gendarme de Washington en el Oriente Medio y unido a este por el cordón umbilical de una ayuda y militar que rebasa los 3 mil 500 millones de dólares anuales, considerada insuficiente por Tel Aviv, que solicita se  eleve a 5 mil millones de dólares.

Las diferencias con el presidente norteamericano, Barack Obama, se han hicieron más evidentes en la oposición del Gobierno de líder sionista al acuerdo nuclear de las grandes potencias con Irán; su negativa al levantamiento de las sanciones económicas a Teherán, y en su empecinamiento en el no reconocimiento de los derechos del pueblo palestino.

Por otra parte, la economía del país se ha estancado desde el año 2011.El pasado 2015  se mantuvo en torno al 2,5 % y el índice de inflación es un lastre que impide su mayor desarrollo, situación que genera severas críticas al Gobierno e insatisfacciones y movilizaciones de la ciudadanía en demanda de mejores condiciones de vida y disminuir el desempleo, que afecta al 5,3 %  de la población laboral activa y las desigualdades sociales.

En el entorno familiar, el jefe de Gobierno se ve asediado por los escándalos de su cónyuge, denunciada por abuso de poder, maltratos de obra y humillaciones al personal doméstico de la residencia oficial, y acusada  de asuntos más graves como el uso de fondos públicos y alteración de gastos con fines privados. .Recientemente, la policía del régimen pidió llevar a Sarah ante la justicia por “irregularidades” en la gestión administrativa  de las residencias oficiales del premier ministro.

Es evidente que el cúmulo de problemas internos y externos que agobian a Benjamín Netanyahu, están erosionando la carrera política del líder israelí y deteriorando cada vez más su imagen, objeto de grandes críticas y  antipatías en el ámbito internacional.

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