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Cuando la muerte perdió en Georgetown

Vista exterior del Georgetown Public Hospital.
Vista exterior del Georgetown Public Hospital.

Hace muy poco la muerte enfrentó a la vida en el frágil cuerpo de Junior Ravendra, un niño guyanés de solo 14 años, residente en la isla Leguán, en el delta del río Esequibo, al norte de Sudamérica.

En estado sumamente grave fue trasladado hasta el Georgetown Public Hospital, en la capital de esa nación, administrado por el gobierno y con capacidad para 600 pacientes ingresados.

En ese centro asistencial le diagnosticaron el Síndrome de Guillain Barré, enfermedad que aparece en respuesta inmunológica a determinadas infecciones, y que en ese país —se sospecha— es secundaria al virus del Zica.

Lo recibió un equipo de médicos encabezado por la doctora Mayra Izquierdo Dueñas, integrante de la brigada de colaboradores cubanos, especialista en Medicina Interna desde hace 19 años, quien en Cuba labora en el área de salud de Puerto Esperanza, en el municipio pinareño de Viñales. Cumplió misión internacionalista en Haití y desde hace tres años y medio está en Guyana.

Por una breve información que ella colocó en Internet conocimos del caso del pequeño Junior, y a través de esa misma red la contactamos de inmediato.

“Como este es un hospital terminal, en el cual finaliza la cadena de remisiones y está radicado en Georgetown, la capital, recibimos a personas de todo el país en situaciones críticas. Este caso es uno de los muchos que he atendido, pero por ser un niño que en verdad luchó muy fuerte todo el tiempo por su vida, me tocó tan hondo en el corazón que llegué a sufrir a la par de sus padres. También me recordaba a mi único hijo que tiene 12 años.

La doctora Mayra Izquierdo Dueñas junto con su paciente Junior Ravendra, en una de las salas del centro asistencial guyanés. | fotos: Cortesía de la entrevistada.

“Llegó muy grave y para colmo no contábamos con el medicamento (Inmunoglobulina humana) para el tratamiento específico, quizás por el aumento que ha tenido la presencia de ese síndrome entre los guyaneses. Al ser su familia muy pobre no dispone de los recursos financieros para comprarla fuera del país, la que además, tiene un costo muy elevado. Ante esa situación me di a la tarea, junto con un médico cubano intensivista, quien también lo atendió, de buscar en todos los refrigeradores de las salas del hospital algún frasco con remanente y así logramos conseguir para cuatro días. Gracias a eso mejoró. Pero debido a que tuvimos que aplicarle respiración mecánica, hizo una infección nosocomial del tipo MRSA, con una artritis secundaria.

“Las siglas se traducen en Estafilococo Dorado Meticillin Resistente (en inglés: Meticilin Resistente Stafiloccos Aureos). Es una enfermedad en aumento y que adquieren los pacientes ingresados en hospitales, sobre todo en unidades cerradas, como las de cuidados intensivos. Se hace resistente al antibiótico habitual. A Junior le pusimos un tratamiento alternativo con Clindamicina y respondió satisfactoriamente”.

¿Qué tiempo estuvo internado?

Fue un batallar muy duro durante todo un mes. El niño estuvo exactamente 14 días intubado y con ventilación mecánica, pues desde que llegó tenía dificultad para respirar porque se le habían afectados sus músculos respiratorios. La enfermedad ya llevaba algún tiempo de evolución, porque Junior y su familia viven muy lejos y en un lugar poco accesible, por lo necesitaron un bote para llegar hasta el hospital y eso hizo que se demoraran. Presentaba además, problemas para tragar y caminar. Estuvo en la sala de cuidados intensivos desde el 18 de abril hasta el 3 de mayo. Ese día lo trasladamos a otra sala de cuidados intermedios, donde permaneció hasta que le dimos alta médica, el 17 de mayo. Nos sentimos muy felices por haber salvado su vida.

¿Cuál fue la reacción de su familia?

Me sensibilicé mucho también con sus familiares, porque a pesar de que viven muy lejos de la capital, venían todos los días el padre, la madre y una hermana en un bote a verlo, traerle alimentos y darle apoyo emocional. Cuando le informamos que ya estaba de alta, lloraron desconsoladamente y le agradecían a Dios por haberme enviado a este país.

Gracias a la labor, la entrega y la pasión de la doctora Mayra y otros especialistas, la vida venció a la muerte en un viejo hospital de Georgetown, y el pequeño Junior vuelve a corretear feliz en la isla Leguán, justo en el delta del largo y caudaloso Esequibo.

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