Con el agua al cuello por la sequía

Con el agua al cuello por la sequía

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Argelio, Gabriel y Edilberto, en ese orden, valoran en el terreno las tácticas de la estrategia prevista. fotos: Jorge Pérez Cruz
Argelio, Gabriel y Edilberto, en ese orden, valoran en el terreno las tácticas de la estrategia prevista. fotos: Jorge Pérez Cruz

No es una maldición gitana, ni otro maleficio, la razón por la que la provincia de Las Tunas padece, reiteradamente, largos períodos de sequía que ponen en tensión a las autoridades, a los trabajadores y a la población en sentido general.

Aunque los estudios actualizados no se remontan a los tiempos fundacionales, los cronistas de la época reseñan la alocución voy a la tierra de Las Tunas, lo que nos remite a una planta que precisa de poca cantidad de agua para sobrevivir.

Su abundante presencia, que ha llegado hasta nuestros días, es quizás señal del escaso régimen de lluvia predominante desde entonces en este territorio oriental, cuya situación se ha ido agravando como consecuencia del cambio climático.

Oídos a la ciencia

“Las condiciones climáticas de esta región tienen la influencia de su extensión superficial con marcados rasgos de continentalidad, y un sistema de brisas desarrollado, poco favorable a la ocurrencia de precipitaciones, situación que empeora en la zona del norte”, explica el máster Yusniel Núñez Acosta, jefe del Grupo Científico del Centro Meteorológico de la provincia.

Abunda que aquí destacan dos estaciones bien definidas: un período lluvioso, de mayo a octubre; y uno menos lluvioso de noviembre a abril, cuyo promedio histórico anual es de mil 38 milímetros, la más baja del país, y con  una distribución territorial no homogénea de las precipitaciones, las cuales disminuyen de sur a norte.

Con rumbo al norte

Y pusimos rumbo norte en nuestras indagaciones, para corroborar in situ, el impacto de la sequía a dos sensibles escenarios de la batalla económica que libra el país por la soberanía alimentaria: la agricultura y la ganadería.

“Aunque la afectación es en toda la provincia, aquí se pueden aquilatar los daños y los esfuerzos que hacemos para mitigarlos, porque estamos con el agua al cuello por la sequía”, para ilustrar enarbola la socorrida metáfora el médico veterinario Edilberto Pérez Infantes, jefe de Departamento de Agrotecnia y Alimentación en la Delegación de la Agricultura en Las Tunas, que nos sirve de guía en el periplo.

Ahora mismo está seco el canal por el que tradicionalmente llega el agua a las reses.
Ahora mismo está seco el canal por el que tradicionalmente llega el agua a las reses.

Junto a Gabriel Vega Pérez, subdirector de Ganadería del municipio de Manatí, nos adentramos en los campos de San Martín, de la Empresa Agropecuaria Argelia Libre.

Ya en los límites con tierras agramontinas, exactamente en el centro de cría El Tropezón, de la Unidad Empresarial de Base Sabino Pupo Millán, diseñado como espacio para la recuperación de la masa ante esta contingencia, donde nos recibe Argelio León Ramírez, su director.

Las reses braman de sed

“En estos potreros cuidamos la salud de las reses”, enfatiza Argelio, “pues les aseguramos agua y comida, a pesar de las limitaciones con recursos y medios, y de las grandes distancias a recorrer, esas dificultades las vencen el espíritu de sacrificio de los trabajadores”, remarca.

“Pero, alerta, la carga se está poniendo pesada. Ahora mismo tenemos 186 cabezas, y la capacidad total del centro es de 276,  cifra a la que nos estamos acercando peligrosamente y si las condiciones del tiempo no cambian esto se va a poner muy difícil.

El agua la pone el hombre.
El agua la pone el hombre.

“Con esta pipa nosotros damos cerca de ocho viajes diariamente, de una fuente casi agotada que está a unos 25 kilómetros de la unidad, que satisfacen más o menos las necesidades de agua del ganado”, dice Eduardo González, operador del tractor.

Tanto él como Ramiro Rivero, su ayudante, borran las huellas de la fatigosa tarea cuando ven llegar, avisadas por el instinto de supervivencia, a las reses, empero lamentan la falta de gomas y cámaras, detalle que obstaculiza una mejor gestión.

La voluntad se impone

Por su parte Edilberto Pérez Infante reseña que las empresas agropecuarias Majibacoa, Tunas, Argelia Libre, Colombia, Antonio Guiteras y Amancio están muy afectadas, en las cuales reciben agua mediante pipas alrededor de 17 mil reses, porque se han agotado 793 fuentes tradicionales de abasto, de estas 563 pozos y 225 tranques y lagunas.

Pérez Infantes recuerda que el año pasado por esa causa se malograron más de dos mil hectáreas plantadas de caña y de king    grass destinadas a la alimentación animal; así como las áreas forrajeras que son suplementos han mermado su rendimiento, y más del 40% de lo sembrado con este fin se ha perdido.

La tierra y las máquinas está listas, pero el agua no llega.
La tierra y las máquinas está listas, pero el agua no llega.

El directivo explica que no ha faltado voluntad para encarar la urgencia, tangible en la creación de 24 centros de recuperación, donde refugian a los animales con algún grado de deterioro, y les llevan agua y alimentos, fundamentalmente de los elaborados por Azcuba, pero la carencia de medios de transporte y de piezas y agregados, unido a la lejanía de estas fábricas, hacen muy tensa la situación.

Tierra con sed

La producción de alimentos para las personas sufre similares contratiempos: “Las afectaciones vienen del 2015”, enfatiza Guillermo Fernández Silva, subdelegado general de la Agricultura en la provincia, y recuerda que en ese calendario los planes de siembra de arroz y de frijol disminuyeron en más de un 50%.

Agrega, como ejemplo, que el polo viandero del municipio de Jesús Menéndez, uno de los más productivos de la provincia, hace casi seis meses que no recibe agua, pues la presa Juan Sáez, la fuente de abasto, solo acumula el 15% de su capacidad total.

“Como paliativo hemos buscado nuevas áreas con cierta disponibilidad de agua, que no estaban en el balance con el consiguiente gasto económico en la preparación de esas tierras”, comenta Guillermo.

El directivo significa que en los municipios de Jobabo (sur) y Manatí hay ocho modernas máquinas de riego que están subutilizadas o con muy poco valor de uso por este motivo.

Las causas las refiere Mirtha García Rojas, delegada provincial del INRH: “En Las Tunas la sequía está presente en sus tres categorías: meteorológica, hidrológica y agrícola. Y no podemos olvidar, añade, que las lluvias son el principal suministro para los 23 embalses que administramos y de recuperación de las fuentes subterráneas, también muy deprimidas hoy”.

Las reses aprovechan cualquier vestigio para calmar la sed.
Las reses aprovechan cualquier vestigio para calmar la sed.

Mirtha alega que de la demanda hecha por la Agricultura para la siembra de arroz no pudieron satisfacer lo solicitado en 377,18 hectáreas y otras 51,7 de plátano.

“Es cierto que de enero hasta el 25 de marzo había precipitado el 77% del promedio histórico, afirma, pero las lluvias son muy locales y no alcanzan toda la extensión de las cuencas hidrográficas, lo que dificulta la recuperación de un proceso que en nuestro caso es acumulativo por los déficits anuales registrados”.

En las comunidades

Silvia sufre cuando falta el agua para solventar hasta las primeras necesidades del hogar y su estado de ánimo no mejora cuando llega la pipa, porque carece de vasijas donde almacenar el preciado líquido.

“Es cierto que el Estado y los cuentapropistas venden tanques, pero   sus precios no son asequibles a la familia común”, es una expresión cotidiana entre los casi 160 mil tuneros que son abastecidos a través de esos medios en 482 comunidades de toda su extensión territorial.

“La gente no está preparada, principalmente en los barrios, donde no enfrentaban este problema hace tiempo o en los que se incorporan ahora”, refuta Yosvani Comendador Cuisman, subdirector de Abastecimiento y Transporte en la Dirección Provincial de Comunales.

“Esa problemática trastorna nuestros servicios y alarga los ciclos de distribución, porque hay quienes echan el agua hasta en pequeños pomos y se pierde mucho tiempo”, declara Comendador.

Adaptarse al cambio climático

Según las últimas predicciones, los científicos estiman que para el 2035 más de mil millones de personas padecerán la escasez de agua potable, y el tiempo corre vertiginosamente. Ese año se encuentra casi al doblar de la esquina.

Mientras tanto el eslogan “Tenemos que aprender a vivir con la sequía” es una frase hecha que trasciende muy poco la teoría, porque queda claro que el cambio climático parece ya un proceso irreversible y las sequías extremas son parte de su agenda.

Materializar ese reclamo no requiere solo de voluntad política, que existe, sino de exigencias que animen, más allá de carencias materiales, intervenciones multisectoriales que vayan atendiendo necesidades inmediatas e implementando programas a corto, mediano y largo plazos que contribuyan a mitigar los efectos de un mal que se acrecienta y avecina globalmente.

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Un comentario en Con el agua al cuello por la sequía

  1. Buen trabajo sobre la sequía en Las Tunas. Lástima que aún en esas condiciones meteorológicas o ambientales hayan organismos que no tengan en cuenta los variados servicios que presta el Centro Meteorológico Provincial sobre el comportamiento del clima en actividades fundamentales como la producción de alimentos agrícolas, la ganadería, apicultura ect.

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