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Rolling Stones; La Habana tuvo su Satisfaction

Foto: Heriberto González Brito

Foto: Heriberto González Brito
Foto: Heriberto González Brito

¿Cómo escribir o describir el superconcierto de los Rolling Stones este viernes 25 de marzo sin dejar nada en el tintero de la memoria?.

¿Momento histórico?. ¿Hecho trascendental?. ¿Un privilegio?. ¿Un gran honor o lo nunca visto en Cuba?.

Cualquiera de estas u otras frases o calificativos que por estos días vaticinaban las expectativas sobre el  esperado recital adquieren dimensión real para evocar la actuación de la influyente banda británica en los terrenos de la Ciudad Deportiva.

Como si no les hubiera bastado haber desandado los escenarios de medio mundo – y recientemente durante el Olé Tour por siete países de Latinoamérica-  la Mayor de las Antillas también estuvo en el itinerario de la gira como punto final que no por último fue menos colosal.

No necesitaron “calentar motores” para expandir rock a todo vapor ypara mostrar un estilo que goza de excelente salud y deleitó a cubanos y cubanas cuando  hace medio siglo eran adolescentes y jóvenes que los escuchaban,  no importa cómo, en fiestas y reuniones de amigos, primero, y en programas musicales de la radio, después.

Jumpin’ Jack Flash  inició la cadena de casi una veintena de canciones hasta concluir con I can´t get no (Satsifaction), una de sus principales cartas de triunfo.

Foto: Heriberto González Brito

Casi hiperquinético en el tablado, Mick Jagger, todo un “show man”, desplegó sus energías porque bulle ritmo. Y qué decir de sus palabras hacia el público –con muy marcada presencia de jóvenes-  cuando expresó en español frases del argot criollo como “ustedes están en escapados” o  expresó “gracias Cuba por toda la música que han regalado al mundo”.

Palabras aparte para Keith Richard y Ronnie Wood en el manejo de sus guitarras; Charlie Watts, impertubable en la batería y el alto nivel cualitativo del resto de los integrantes del grupo

Así lo vi desde mi sitio como espectador en algo más de 2 horas y en una noche en la que, al decir de un amigo, “nosotros esperábamos por ellos y ellos por nosotros”.

La espera para aquellos que en las calles colindantes o en los terrenos de la Ciudad Deportiva aguardaron desde horas bien tempranas tuvo su recompensa.

El concierto devino buen pretexto para reunir a amigos y amigas “de la vieja guardia”,   vecinos del barrio o a quienes estuvieron juntos en las aulas y en diferentes momentos de la vida. La cita también sirvió para la añoranza alguna remembranza al conjuro de la nostalgia sonora.

No dudo que de haberse efectuado en Cuba un espectáculo con los Rolling en los años 60 o 70 del pasado siglo hubiera congregado  tanta o más cantidad de asistentes.  Pero valga decir hoy “más vale tarde que nunca”,  como afirma un refrán.

Foto: Heriberto González Brito

Quizás para los jóvenes de hoy resulte insólito contemplar a estos septuagenarios a toda máquina sobre el escenario. La energía no ha abandonado tan excelentes y apasionados músicos que desde sus orígenes no necesitaron del maquillaje de la mercadotecnia para conquistar a toda una generación y seguir inspirando.

Por  muchos años perdurará el eco de los Stones en La Habana.  Tantos como lo que seamos capaces de trasmitirles las generaciones actuales y éstas a sus hijos y nietos.

Habrá que decir que fue la noche de un día soñado. Y realizado.

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