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Sin la participación de los jóvenes no tendría futuro nuestro sistema democrático

Yolanda Ferrer interviene

Señor Presidente
Quiero expresar en primer lugar, con mucho cariño, el saludo del pueblo de Cuba al hermano pueblo de Zambia y nuestro agradecimiento a la Asamblea Nacional por la hospitalidad con que nos han recibido y por las magníficas condiciones creadas para esta 134 Asamblea.

Desde 1959, año en que triunfó la Revolución, comenzamos en Cuba a hacer valer la democracia verdadera en un proceso liderado por jóvenes en el que se comprometieron y empeñaron todas las generaciones de cubanos.

Nuestro sistema político no ha sido un paradigma importado; nunca fue una copia.  Por caminos enteramente nuevos se han  puesto en práctica diversas formas, que han permitido contar con la opinión de la  población en las decisiones fundamentales, de manera que las mayorías sociales  logran expresarse como mayorías políticas.

Las primeras seis décadas del siglo XX nos demostraron  que el pluripartidismo jamás resolvió el problema de la democracia y la justicia social en Cuba; sino todo lo contrario, con esa doctrina universalmente aceptada, nuestro país fue más dependiente de los Estados Unidos y predominaron la corrupción, el robo, la frustración y la violación de los más elementales derechos humanos de la inmensa mayoría de la  población.

Con el proceso revolucionario,  las mayorías ejercieron de manera efectiva el poder, asumiendo conscientemente su papel en las transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales.

Hoy en día, como ha dicho el compañero Fidel Castro, líder histórico de la Revolución cubana, aplicamos “un concepto muy revolucionario en materia de democracia: es el pueblo quien  postula y elige”.

Si en otros lugares del mundo  son los partidos los que postulan, en nuestro país cualquier ciudadano cubano, mayor de edad puede proponer para que se postule a cualquier otro ciudadano, cuando cada dos años y medio se convoca a elecciones parciales y cada cinco años a elecciones generales.

La postulación de los candidatos se hace  directamente en las comunidades, en reuniones públicas,  primero para nominar y después para elegir por el voto directo y secreto a los delegados de circunscripciones (concejales), en más de 12 500 circunscripciones electorales, Son ellos quienes conformarán las Asambleas municipales de gobierno local y quienes  integrarán después hasta la mitad del Parlamento.

De igual modo son las organizaciones sociales y de masas, quienes proponen y presentan las listas de candidatos a diputados.
El Partido Comunista de Cuba no es un partido electoral, es el Partido que siguiendo la tradición y el pensamiento de nuestro Héroe Nacional José Martí, representa la unidad de la nación, su garantía de libertad, independencia y soberanía.  Hemos logrado conciliar el concepto de un solo Partido con la más amplia democracia.

El arraigo constitucional de nuestro  sistema político se evidencia además en la participación de la población en las diferentes instancias de dirección del país; en los constantes debates de los asuntos de interés público, desde los locales hasta los de trascendencia nacional; y en la elaboración control y fiscalización de las políticas públicas.

Por solo citar un ejemplo, los Lineamientos de la Política Económica y Social, que constituyen la base de la actualización del modelo cubano, emprendida en el 2011, fueron sometidos a consideración de la población en reuniones en las comunidades, los centros de trabajo y estudiantiles, las asociaciones campesinas y organizaciones barriales y de mujeres. Se hicieron más de 3 millones de planteamientos y 400,000 propuestas que transformaron el 67 % del proyecto original.

En nuestro sistema, hay principios que aseguran la participación popular: la inscripción universal, automática y gratuita de todos los ciudadanos con derecho al voto, a partir de los 16 años de edad; la vinculación con la población de los elegidos a todas las instancias; la rendición de cuentas periódica de los elegidos a sus electores; y la revocación del mandato, si los diputados y delegados pierden las condiciones que les hicieron merecer el honor de ser representantes del pueblo.

En las elecciones cubanas,  en las que vota más del 90 % de la población, se exige que todos los electos deban obtener más del 50 por ciento de los votos válidos emitidos.

El voto es libre, igual y secreto. Al cumplir los 16 años, cualquier persona tiene derecho a ser electa como delegado (concejal), mientras que para diputado debe haber cumplido los 18 años de edad.

Un rasgo característico de la participación popular en Cuba ha sido siempre el fuerte protagonismo juvenil en los procesos sociales y políticos.  Ello constituye un aporte imprescindible a la edificación del socialismo próspero y sostenible a que aspiramos; que requiere imprescindiblemente de la presencia e interacción de las nuevas generaciones.

Tenemos la voluntad política de implicar, cada día más a la juventud, por lo que representa la inyección permanente de esa savia  nueva en los cargos políticos y públicos del país.

Tras renovarse el Parlamento en un 67 por ciento en el 2013, fueron electos 52 jóvenes menores de 35 años; el promedio de edad de nuestros diputados es de 48 años; el 48,86 por ciento son mujeres y el 37 por ciento son negros o mestizos. El 83 por ciento de los parlamentarios tienen estudios superiores.

La participación es un derecho y un deber que todos los jóvenes cubanos tienen refrendado jurídicamente en nuestra Constitución de la República, pero no siempre son tomados en consideración por los electores al alegar falta de experiencia ciudadana, su exigua biografía política y/o el poco o casi ningún conocimiento que de ellos tienen los vecinos en las comunidades.

No obstante, en las elecciones municipales de 2015, el 15 por ciento de los 12 589 delegados electos (concejales)  son jóvenes de edades comprendidas entre 16 y 30 años.

En manos de la juventud está el futuro de la Patria y en ella confiamos.

Muchas gracias

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