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“Construir es desarrollar el país”

“Este Premio no es mío solamente”, Olivero Garrido. Foto: Manuel Paz
“Este Premio no es mío solamente”, Olivero Garrido. Foto: Manuel Paz

Con su callada pero sostenida y creativa labor Olivero Elbert Garrido Catalá se hizo merecedor de uno de los máximos lauros de la ingeniería continental, el Premio Copimera 2015, que se le otorgó en el XXV Congreso de la Confederación Panamericana, efectuado en Tegucigalpa, Honduras, en octubre último.

De esta manera el experimentado constructor holguinero, nacido en Gibara hace 73 años, se convierte en el segundo cubano en obtener el preciado galardón con el cual la referida organización, integrada por 25 países, distingue a ingenieros de relevante y larga trayectoria.

La selección se produjo en atención a “su extraordinario desarrollo profesional, relevantes valores humanos y académicos, prominente aporte en beneficio de la ingeniería nacional y del continente y contribución a mejorar la calidad de vida de sus conciudadanos”.

Vanguardia Nacional de la Anir en 10 ocasiones y Premio Nacional a la Vida y Obra del año 2000, se siente orgulloso de este nuevo reconocimiento, que “no es mío solamente, sino también de mis compañeros de labor”.

Sus andares por la compleja profesión comenzaron desde antes de graduarse de ingeniero mecánico en la Universidad de Oriente en 1969, cuando parte de la alta casa de estudios se trasladó a los centrales para apoyar los preparativos de la zafra del 70.

“Aquellos fueron tiempos difíciles, recuerda, pero bonitos, a mi enviaron para el central Antonio Guiteras, de Las Tunas, donde sin aún graduarme hice mi primer aporte a la ingeniería, la rectificación del proceso de desmontaje de un tándem.

“Resulta que la metodología para el desarme de esa planta moledora la habían hecho en el mismo orden del montaje y me di cuenta que eso imposible por el enorme tamaño de sus componentes, que era necesario hacerlo en orden inverso, es decir, empezar por atrás”.

Los aciertos de Olivero se sucedieron en lo adelante en numerosas y complejas obras acometidas como las fábricas de fertilizantes y de cemento y la central termoeléctrica, ubicadas todas en la ciudad industrial de Nuevitas.

“Luego, refiere, me mandaron para Camagüey, donde participé en los proyectos y montaje de la fábrica de cerámica roja, los combinados cárnico y lácteo y la potabilizadora de agua y más tarde para Las Tunas a apoyar la culminación de la fábrica de botellas.

Olivero fue el segundo cubano en obtener el Premio Continental de Ingeniería. Foto: Manuel Paz

“Cuando hizo falta me fui a respaldar el pujante desarrollo niquelífero e industrial del nordeste holguinero y trabajé en la plataforma de ensamblaje de una nueva planta de níquel en Las Camariocas y la central termoeléctrica de Felton.

“De ahí vine a laborar a Holguín, como especialista de organización y montaje de la Ecoi- 9 y participé en importantes proyectos turísticos como el del hotel Yuraguanal, hasta que llegó la edad de la jubilación, pero no del retiro porque continué dando mi aporte en la Canec, en la asesoría de las inversiones.

“Durante todos estos años me convertí en un ingeniero integral, especializado no sólo en la mecánica, sino también en la eléctrica, la civil y hasta en la arquitectura, con amplio dominio de la parte técnica, que es fundamental a la hora de ejecutar cualquier obra.

“Ahora estoy escribiendo sobre mis experiencias y conocimientos ingenieros, pues también fui profesor y pienso que pueden ser útiles para las futuras generaciones, aunque si me llaman estoy dispuesto a apoyar cualquier obra, no podemos olvidar que construir es desarrollar el país”, concluyó enfático.

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