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La Intifada de los cuchillos

Foto: REUTERS
Foto: REUTERS

 

Esgrimiendo pequeñas armas blancas y hondas con piedras, los jóvenes palestinos enfrentan, en una heroica tercera Intifada, la más reciente escalada de asesinatos y represión desatada por el ejército israelí en los territorios ocupados.

Las imágenes de estos enfrentamientos en las ciudades de Hebrón Ramallah y Jerusalén oriental, en Cisjordania, reeditan las que muestran a adolescentes tratando de impedir a pedradas el avance de tanques sionistas en la Franja de Gaza. Estremecedoras escenas conocidas mundialmente.

La nueva oleada de violencia ha dejado hasta ahora un saldo de más de 150 muertos palestinos, 25 por la parte israelí y un gran número de heridos.

El exterminio de la población autóctona árabe ha sido un objetivo permanente del Estado de Israel, y alcanzó carácter de limpieza étnica y genocidio, aún antes de su constitución en 1948 por la arbitraria Resolución 181 de la Organización de Naciones Unidas, que partió en dos a Palestina.

Después de sesenta y ocho años, los bombardeos y las balas asesinas de la aviación, los tanques y el ejército sionista continúan cobrando diariamente en la Franja de Gaza y Cisjordania una alta cuota de vidas. Numerosos niños y jóvenes sucumben, víctimas de esas acciones.

Un informe de la Organización Internacional Palestina por la Defensa de los Niños muestra que las fuerzas israelíes han asesinado   aproximadamente a 2 mil menores en 15 años. Según el documento, las atrocidades del régimen de Tel Aviv han causado la muerte a mil  996 infantes desde el estallido de la Segunda Intifada, que tuvo lugar en septiembre del año 2000.

“Desde esa fecha, al menos mil han sido asesinados, entre ellos 551 en  el año 2014, la mayoría durante las ofensivas militares israelíes contra la Franja de Gaza», agrega el informe.

Estadísticas del Ministerio de Salud árabe indican que desde el 1º  de octubre del 2015 más de 170 palestinos han perdido la vida y miles más han resultado heridos en Cisjordania por las armas de fuego israelíes.

La actual rebelión contra estos actos del agresor ha sido calificada como la tercera Intifada, por semejanza a la de 1987 a 1993, la cual terminó con los Acuerdos de Oslo; y a la segunda, del 2000 al 2005, conocida como la Intifada de Al Aqsa.

Esta espiral de violencia es consecuencia directa de los incidentes provocados desde junio pasado por colonos, extremistas judíos y soldados israelíes en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, que alberga a la de Al Aqsa, el tercer sitio más sagrado para los musulmanes después de las ciudades de La Meca y Medina, en Arabia Saudita.

Fuentes palestinas denunciaron la destrucción el pasado año de 478 edificaciones en Cisjordania y Jerusalén oriental, y el robo de 500 mil m2 de tierras cisjordanas.

Las agresiones no se limitan solo a estos dos lugares. La Franja de Gaza, bloqueada por Israel desde la guerra, se mantiene bajo un constante asedio. Los cortes de energía afectan viviendas, hospitales y centros vitales de subsistencia, mientras el cierre del puerto deja a miles de pescadores sin empleo, aumentando las penurias alimentarias de sus habitantes. Actos violatorios de los derechos humanos que Israel comete con toda impunidad ante la comunidad internacional y la pasividad de Naciones Unidas.

A ellos se añade que, como represalia, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ha amenazado con revocar la residencia a miles de palestinos. La decisión afectaría a alrededor de 230 mil, que tienen permiso para radicar en el territorio de Jerusalén y habitan en el campamento de refugiados de Shufat. En Jerusalén oriental habitan 350 mil palestinos y cerca de 200 mil ciudadanos israelíes.

Ante la arreciada ofensiva, y negados a vivir sin libertad, decididos a luchar por ella y por el derecho a la constitución de un Estado independiente, la nueva y heroica generación de jóvenes palestinos enfrenta hoy en desigual combate al ejército de ocupación, utilizando tan solo como armas de defensa, sus pechos, las  piedras, los cuchillos y otros medios rudimentarios.

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