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Cuando el amor sí (y no) alcanza

A los niños enfermos les llega el sentimiento solidario junto con juguetes, útiles escolares, golosinas. Foto: Juan Carlos Dorado
A los niños enfermos les llega el sentimiento solidario junto con juguetes, útiles escolares, golosinas. Foto: Juan Carlos Dorado

 

No por repetida la acción deja de estremecer el alma. La sensibilidad se pone a flor de piel con solo llegar a la sala donde están ingresados los niños. Y cuando se les ve sonreír o decir en voz baja: “Gracias”, resulta imposible retener las lágrimas que salen y corren por las mejillas aunque se trate de impedirlas.

En las manos de trabajadores simples les llegan juguetes, útiles escolares, golosinas… Y los infantes que padecen enfermedades oncológicas o hematológicas miran con cierto asombro, quizás preguntándose: “Estos quiénes son y por qué nos regalan”.

Entonces alguien les explica que pertenecen al sector del turismo (fueron los que más recientemente acudieron a la sala de onco-hematología del hospital pediátrico provincial Paquito González Cueto, de Cienfuegos), que de las estimulaciones y divisas que reciben por su labor compraron esos regalitos para ellos.

Y uno piensa entonces que el amor sí alcanza, porque a esas personas el salario también les resulta inalcanzable, pero sienten el deber solidario de estimular a los niños enfermos y eso enaltece el espíritu, aunque se resienta la mesa familiar o no pueda comprarse algo necesario. Mucho más motiva la sonrisa de los pequeños y el agradecimiento de quienes les acompañan.

Y se piensa también en la atención gratuita que se les garantiza, a pesar de los altos costos de los medicamentos, y en Noemí Bernardez Navarro, la niña cienfueguera cuyo nombre se escuchó en la sala de la Asamblea General de la ONU, cuando poco antes de la votación, el embajador de Bolivia ante ese organismo, Sacha Llorenti, mencionó su caso para mostrar el tremendo daño humano que provoca el bloqueo estadounidense contra Cuba.

Ella, como otros niños, necesitan la Temozolomida (se utiliza para tratar ciertos tipos de tumores cerebrales), pero resulta imposible adquirir ese medicamento de manera directa y hay que hacerlo a través de terceros países, con los inconvenientes que ese proceder significa.

Mientras a unos con pocos recursos financieros el amor sí les alcanza, a otros muy poderosos, se les pierde ese sentimiento en el entramado de una política absurda y obsoleta.

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