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Huellas a flor de piel

Foto del autor
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Vivian Ramayo Ramos lleva a flor de piel las huellas del bloqueo económico contra Cuba, grandes cicatrices que pudieran haberse atenuado de contar a tiempo con todos los recursos requeridos para el tratamiento oportuno de sus quemaduras.

Esta holguinera, de 52 años de edad y vecina del barrio rural de El Yayal, sufrió un accidente hogareño el 30 de agosto último, que le ocasionó graves y profundas lesiones, de las cuales se recupera en la sala de quemados del hospital Lenin.

“Ese día, rememora, me levanté tempranito, a eso de las 5 y 30 de la mañana para hacer el café, encendí el fogón de petróleo sin darme cuenta que también la cortina cogió fuego, parece que todavía estaba medio dormida.

“Me puse muy nerviosa, solo atinaba a dar manotazos, el vestidito elastizado con que andaba también se incendió y se me pegó al cuerpo; aquello fue terrible, por mis gritos la gente de la casa se despertó y vinieron a ayudarme.

“Después me trajeron para el hospital Lenin, donde me atendieron rápidamente e ingresaron; estaba adolorida, pero no consciente de mi gravedad, tenía quemaduras en los muslos, el abdomen, los senos, el cuello; me veía horrible.

“En la sala de quemados, donde llevo más de mes y medio ingresada, he recibido muy buenas atenciones de médicos y enfermeras, siempre preocupados porque no me falte el antibiótico u otro medicamento apropiado, pues soy alérgica a la penicilina”.

Pero el mayor obstáculo en la recuperación de Vivian se produjo a la hora de someterla a la requerida cirugía reconstructiva, ya que en el servicio no disponen de dermatomo eléctrico para hacer las tomas de piel destinadas a los autoinjertos.

Ante esta limitante, ocasionada por las dificultades para adquirir los equipos producidos por firmas estadounidenses o subsidiarias, tuvieron que acudir a una variante de guerra, utilizar la navaja de Humby, un instrumento manual.

El doctor Guillermo Martínez Valdés, quemólogo y cirujano plástico, explicó que de forma manual resulta muy difícil lograr el grosor adecuado de la piel extraída para los injertos, que debe ser de 0,2 a 0,4 milímetros.

En el servicio, confirmó el especialista, tampoco cuentan con piel sintética, muy útil para restituir el manto cutáneo en el menor tiempo posible a pacientes con quemaduras profundas y evitar fatales infecciones por entrada de gérmenes patógenos.

El bloqueo económico obstaculiza no solo la adquisición de productos en el mercado internacional, sino también de materias primas para elaborar medicamentos imprescindibles, entre ellos la nitrofurazona, sulfadiazina y el factor de crecimiento epidérmico.

Son dificultades que Vivian Ramayo Ramos y otros pacientes más del servicio de quemados del hospital Lenin, de Holguín, sufren en carne propia y en ocasiones dejan cicatrices que marcan su existencia futura.

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