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La bendición a la ciudad de Santiago de Cuba en los 500 años de fundada como Villa, y el diálogo espontáneo y franco con familias de todo el país, reunidas en la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral matizó la última actividad del Papa Francisco en la Mayor de las Antillas.
“Gracias a ustedes, familias cubanas, gracias cubanos, por hacerme sentir todos estos días en familia, en casa” dijo el Sumo Pontífice, quien calificó al pueblo de esta tierra como “gente que sabe recibir, que sabe acoger”.
Reflexionó igualmente acerca del desafío que significa la formación de los hijos, y de los momentos en que, en el hogar, sus miembros comparten y dialogan.
También meditó acerca de los vacíos que se dan cuando faltan los lazos familiares, y catalogó a esa institución social como “escuela de humanidad”.
“No nos olvidemos de algo, por favor: las familias no son un problema, son principalmente, una oportunidad, son una bendición”, sentenció el Sucesor de San Pedro.
En un momento de muy alto significado y emoción popular el líder de la Iglesia Católica bendijo a todos y cada uno de los bebés que están en los vientres maternos y les deseó un nacimiento sano y feliz.
En nombre de la familia cubana se realizó una petición al Sumo Pontífice, como mensajero de la paz, el amor, y la misericordia: llevara a la familia cubana que vive fuera de la patria un símbolo de amor y bendición, y se le entregó una imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre.
Por unos minutos el Papa permaneció en oración delante de la imagen de Santiago Apóstol, Santo Patrón de la urbe, y de inmediato se dirigió al atrio de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral desde donde bendijo a la ciudad de Santiago de Cuba en sus 500 años de fundada como Villa.
Quiero decir unas palabras de esperanza, expresó finalmente el Papa Francisco, “no olvidar a los abuelos que son memoria viva, y no olvidar a los niños y los jóvenes que son el futuro”.
