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Más arte en las escuelas

La escuela es un espacio vital para la promoción del arte. Foto: Cubadebate
La escuela es un espacio vital para la promoción del arte. Foto: Cubadebate

 

Está claro que no todo el mundo puede ser artista, no tendría por qué serlo. La sensibilidad, el talento, las habilidades que hacen falta para el ejercicio creativo son privilegio de unos pocos. Además, el hecho de ser artista no hace a un individuo mejor ni peor que otro. Tan importante, tan digno como un pintor o un poeta es un médico, un maestro, un agricultor…

Ahora bien, lo que sí no debería ser privilegio de unos pocos es la posibilidad de disfrutar el arte. Todos y cada uno de nosotros tiene la capacidad de apreciar cualquier manifestación creativa, independientemente de nuestras particulares preferencias.

Algunos dicen: no entiendo el arte, me aburre, me agobia. Y se refugian en expresiones más populares, que tienen todo el valor del mundo, por cierto. Pero no habría que cerrarse las puertas a otras experiencias que, a primera vista, pueden parecer más arduas. Lo cierto es que el arte no hay que entenderlo, de la misma manera en que entendemos o no la química o la física. La relación con la cultura artística es por esencia mucho más democrática.

Eso sí, la escuela pudiera hacer mucho más en la formación de una actitud más plena y receptiva a todas las manifestaciones. Nos parece que los actuales planes de estudio, particularmente en las enseñanzas secundaria y media superior, no hacen todo el énfasis necesario en la difusión de conocimientos sobre el arte en general.

Tan importante como las matemáticas y la biología, eso lo tenemos muy claro, son la lengua, la literatura y la historia. Pero tan importante como la literatura, y eso sí no parece muy claro, son las artes plásticas, la música, la cultura audiovisual.

Ojo, no estamos hablando de enseñanza artística. Los alumnos con capacidades particulares pueden ingresar a las escuelas especializadas. Estamos hablando de un adiestramiento básico, que ofrezca al alumno herramientas para apreciar, con cierta vocación crítica, cualquier manifestación del arte.

En los tiempos que corren, es extraño que no exista ninguna asignatura dedicada a la apreciación del audiovisual. O sea, hay educación musical, artes plásticas, por lo menos en los primeros grados. Pero se descuida mucho la formación de un espectador entrenado para un mundo cada vez más signado por la preponderancia de la imagen.

La escuela cubana tiene ante sí ese reto.

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