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¿Hacia dónde va Grecia?

Alexis-Tsipras
                                                                      Alexis-Tsipras. Foto tomada de internet

“Presento ante todos mi renuncia”, dijo el pasado 20 de agosto el primer ministro griego Alexis Tsipras, mirando de  frente a las cámaras de la  televisión  estatal. “Mi mandato del 25 de enero  ha vencido. Ahora el pueblo debe pronunciarse. Ustedes con su voto decidirán si negociamos bien o no. Ustedes  con su voto nos juzgarán”, afirmó.

 La debacle se veía venir, pues el político de 41 años había llegado al poder con la promesa de quitarse de encima la bota de los acreedores internacionales y su fardo de “austeridades”. Pero luego de varias batallas  accedió a nuevos y dolorosos recortes  del sector público, incluyendo profundas reformas al sistema de pensiones.

La ganancia fue un tercer “rescate” de ayuda económica que consta de unos 86 mil millones de euros  (alrededor de 93 mil 500 millones de  dólares) en tres años. Es el tercero en  cinco años, y si bien otorga un cierto  respiro financiero y la tranquilidad  de que, al menos por ahora, Grecia  no quedará fuera de la eurozona, ha  desatado la cólera de sus principales  aliados en Syriza, coalición de partidos con la que ganó las elecciones  parlamentarias en enero del 2015.

Entre los más fuertes críticos al “europaquete” estuvieron el exministro de Energía, Panaiotis Lafazanis,  un matemático que luego de renunciar y separarse de Syriza, ha fundado el Partido Unión Popular, con el  que pretende hacerle competencia a Tsipras  en las elecciones convocadas  para el venidero 20 de septiembre.

Pero quizás una de las primeras fichas en desmarcarse fue Yanis Varoufakis, quien se desempeñó hastahace unas semanas como ministro de Finanzas.

Ambos, Lafazanis y Varoufakis, aseguran que existían alternativas a la humillación que representa haber aceptado el paquete europeo. Una de ellas fue ideada por Varoufakis junto a otros cinco especialistas e incluía activar el dracma como  moneda paralela dentro del euro.

Según declaraciones a la prensa, el polémico plan fue concebido antes de diciembre del 2014, es decir, cuando Varoufakis aún no era ministro. Yanis duró en el cargo siete meses, renunció luego de conocerse los resultados del referendo efectuado el  5 de julio. “Siempre le dije a Tsipras que no iba a ser un  camino de rosas, pero este es el precio  que hay que pagar por la libertad”, declaró al diario británico The Telegraph.

Ese primer distanciamiento parecía ser un acto de prudencia, pero luego de la radicalización de las últimas  semanas, el asunto se ha tornado de  principios. “El líder de Syriza, AlexisTsipras, admitió la lógica (de austeridad) que yo rechazo”, dijo abiertamente Varoufakis a la prensa francesa; a lo  que Tsipras ripostó: “Ser un buen economista no te hace un buen político”.

Lo cierto es que, más allá del sabor a telenovela que le concede esta  lucha entre hombres por el poder, la  economía griega vive muy mal momento. Las estadísticas afirman que  en los últimos cinco años se ha contraído en un 25 % y que la deuda roza  ya el 200 % del Pib del país, por lo que  hasta uno de los acreedores, el Fondo  Monetario Internacional, la ha calificado de impagable.

El desempleo supera el 25 % de la población económicamente activa. Según las últimas cifras del Gobierno griego, el 45 % de los pensionados reciben pagos mensuales por debajo de  la línea de pobreza (665 euros) y  precisamente este sector fue uno de los  afectados por las medidas aprobadas  como condición para el rescate: ahora  las jubilaciones anticipadas terminarán en el 2022, mientras que la edad de jubilación se aumenta a los 67.

Casi 4 millones de personas que viven en Grecia, más de un tercio de la población total del país, fueron clasificadas como “en riesgo de pobreza  o exclusión social” en el 2014, y se  estima que unos 800 mil griegos han  quedado sin acceso médico debido a la falta de seguro o de recursos.

Un estudio publicado en el British Medical Journal asegura que la tasa de suicidios aumentó en 35 % entre el 2010 y el 2012, mientras que el presupuesto para financiar la salud mental disminuyó en más del 70 % en igual lapso.

Slavoj Zizek, mordaz crítico del neoliberalismo, describió a la BBC Mundo cuál era el plan de la Unión Europea con Grecia. Se trata de “extender y fingir”. Es decir, seguir dándoles préstamos y fingir que de algún  modo la receta va a funcionar y que  ellos serán capaces de pagar su deuda.  Pero eso solo puede terminar en catástrofe, dice. Y no solo para Grecia.

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